Papa: “Perdón por los escándalos que en los últimos tiempos sucedieron ya sea en Roma como en el Vaticano”
“Los Ángeles de los niños reflejan la mirada de Dios y Dios no pierde jamás la vista sobre los niños. Ojo a aquellos que traicionan su confianza, ¡Ojo! Su confiado abandono a nuestra promesa, que nos compromete desde el primer instante, nos juzga”. Pedido por la Jornada mundial del rechazo de la miseria.

 Ciudad del Vaticano (AsiaNews)-   El Papa Francisco pidió “perdón en nombre de la Iglesia por los escándalos que en los últimos tiempos sucedieron ya sea en Roma como en el Vaticano. Una frase “dicha libremente” para la cual él se basó en el Evangelios de Lucas 17, allí donde dice: ¡Pobre el mundo por los escándalos! Es inevitable que los escándalos sucedan, ¡pero pobre el hombre a causa del cual nace el escándalo! Si tu mano o tu pie te es motivo de escándalo, córtalo y tíralo lejos de ti. Es mejor para ti entrar en la vida manco o cojo que con las dos manos y los dos pies ser echado al fuego eterno. Cuídense de no despreciar a uno sólo de estos pequeños, porque yo le digo que sus ángeles en los cielos ven siempre ven el rostro de mis Padre que está en los cielos”.  

De aquí también el discurso para la audiencia general dedicada a “las promesas que hacemos a los niños”, que son promesas de amor, espejo del amor de Dios por los niños.

En las palabras dirigidos a las 40 mil personas presentes en la plaza de S. Pedro- entre los cuales también un grupo de refugiados iraquíes y sirios- y a centenares de enfermos reunidos en la Sala de las audiencias, también una invitación para comprometerse contra la “extrema pobreza”. “El sábado próximo 17 de octubre- dijo- se celebrará la Jornada mundial del rechazo de la miseria. Esta Jornada se propone aumentar los esfuerzos para eliminar la extrema pobreza y la discriminación y para asegurar que cada uno pueda ejercitar plenamente los propios derechos fundamentales. Estamos todos invitados a hacer nuestra esta intención, porque la caridad de Cristo alcance y alivie a los hermanos y hermanas más pobres y abandonados”.

En la catequesis de hoy, entonces, Francisco habló de las “promesas que hacemos a los niños. No hablo tanto de las promesas que hacemos por aquí y por allá durante la jornada, para ponerlos contento o para que se porten bien (quizás con algún inocente truquito: bueno te doy un caramelo, estas promesas…), para alentarlos para que se comprometan más en la escuela o para disuadirlos de algún capricho. Hablo de otras promesas, de las promesas más importantes, decisivas para sus esperas en relación con la vida misma, por su confianza en relación con los seres humanos, para su capacidad de concebir el nombre de dios como una bendición. Son promesas que nosotros les hacemos a ellos”.

“Nosotros adultos estamos preparados para hablar de los niños como de una promesa de la vida. Todos decimos: los niños son una promesa de la vida. Y somos también fáciles de conmovernos, diciendo a los jóvenes que son nuestro futuro, es verdad. Pero, a veces, me pregunto, si somos igualmente capaces y serios con su futuro, con el ¡futuro de los niños y con el futuro de los jóvenes! Una pregunta que deberíamos hacernos más a menudo es ésta: ¿cuánto somos leales con las promesas que hacemos a los niños, haciéndolos venir a nuestro mundo? ¿Nosotros los hacemos venir al mundo y esta es una promesa, qué les prometemos?”.

“Acogida y cuidado, cercanía y atención, confianza y esperanza, son por otro lado promesas de base que se pueden resumir en una sola palabra: amor. Nosotros prometemos amor, o sea amor que se expresa en la acogida, en el cuidado, en la cercanía, en la atención, en la confianza y en la esperanza, pero la gran promesa es el amor. Este es el modo más justo de recibir a un ser humano que viene al mundo y todos nosotros lo aprendemos, aún antes de ser conscientes. Me gusta mucho cuando veo a los papás y a las mamás, cuando paso en medio de vosotros, y me acercan un niño, una niña pequeñita (y pregunto). “¿qué edad tiene?- “Tres semanas, cuatro semanas… Y, trato ¡que el Señor la bendiga! Esto se llama también amor, ¡eh! El amor es la promesa que el hombre y la mujer hacen a cada hijo: desde cuando es concebido en el pensamiento. Los niños vienen al mundo y se esperan tener una confirmación de esta promesa: los esperan en modo total, confiado, indefenso. Basta mirarlos: ¡en todas las etnias, en todas las culturas, en todas las condiciones de vida! Cuando sucede lo contrario, los niños son heridos por un “escándalo”, por un escándalo insoportable, tanto más grave, en cuánto no tienen los medios para descífralo. No pueden entender lo que sucede. Dios vigila esta promesa, desde el primer instante. ¿Recuerdan lo que dice Jesús? Los ángeles de los niños reflejan la mirada de dios y dios no los pierde jamás de vista a los niños. (Cfr. Mt 18,10).  ¡Ojo a aquellos que traicionan sus confianza!, ¡Ojo! Su confiado abandono a nuestra promesa, que nos compromete desde el primer instante, nos juzga”

“Y quisiera agregar otra cosa, con mucho respeto para todos, pero también con mucha franqueza. Su espontánea confianza en Dios no debería jamás ser herida, sobre todo cuando esto sucede como motivo de una cierta presunción (más o menos inconsciente) de substituirse a Él. La tierna y misteriosa relación de dios con el alma de los niños no debería jamás ser violado. Es una relación real, que Dios la quiere y Dios la custodia. El niño está listo desde el nacimiento para sentirse amado pro Dios, está listo para esto. No apenas esté en grado de sentir que es amado por sí mismo, u hijo siente también que hay un Dios que ama a los niños”.

“Los niños, apenas nacidos, comienzan a recibir en dono, junto con la nutrición y los cuidados, la confirmación de las cualidades espirituales dela mor. Los actos de amor pasan a través del don del nombre personal, el compartir el lenguaje, las intenciones de las miradas, la iluminación de las sonrisas. Aprenden así que la belleza de la unión entre los seres humanos apunta hacia nuestra alma, busca nuestra libertad, acepta la diversidad del otro, lo reconoce y lo respeta como interlocutor. Un segundo milagro, una segunda promesa: nosotros, papá y mamá- nos donamos a ti, ¡para donarte a ti mismo! Y este amor, ¡que lleva la chispa de la de Dios! Pero vosotros, papás y mamás, tienen esa chispa de Dios que dan a los niños, vosotros sois instrumento del amor de Dios y esto es ¡hermoso, hermoso, hermoso!”.

“Sólo si miramos a los niños con los ojos de Jesús, podemos realmente entender en qué sentido, defendiendo a la familia, ¡protejamos a la humanidad! El punto de vista de los niños es el punto de vista del Hijo de Dios. La iglesia misma, en el Bautismo, a los niños le hace grandes promesas, con las cuales compromete a los padres y a la comunidad cristiana. La Santa Madre de Jesús- por medio de la cual el Hijo de Dios llegó hasta nosotros, amado y generado como un niño- haga capaz a la iglesia de seguir la vía de su maternidad y de su fe. Y S. José- hombre justo, que ha acogido y protegido, honrado valientemente la bendición y la promesa de Dios- nos haga a todos capaces y dignos de hospedar a Jesús en cada niño que Dios manda sobre la tierra”.