Papa: el cristiano no cierra las puertas a nadie, quien excluye crea conflictos y rendirá cuentas a Dios
“Existen dos caminos en la vida: el camino de la exclusión de las personas de nuestra comunidad y el camino de la inclusión. La primera puede ser pequeña pero es la raíz de todas las guerras: todas las calamidades, todas las guerras, comienzan con la exclusión. Si se excluye de la comunidad internacional y también de las familias, entre amigos, cuántas peleas…Y el camino que nos hace ver Jesús y que nos enseña Jesús es totalmente otro, es contrario al otro: incluir”.

 Ciudad del Vaticano (AsiaNews)-  El cristiano no cierra las puertas a nadie, aunque  esto provoca resistencias. Quien excluye, porque se cree mejor, genera conflictos y divisiones y un día rendirá cuentas delante del tribunal de Dios. Lo dijo hoy el Papa Francisco, durante la misa celebrada en la casa Santa Marta, comentando la Carta a los Romanos, allí donde San Pablo exhorta a no juzgar y a no despreciar al hermano.

Esta actitud, dijo Francisco, lleva a excluirlo de “nuestro grupito”. A ser “selectivos y esto no es cristiano”. De hecho, Cristo “con su sacrificio en el Calvario” une e incluye “a todos los hombres en la salvación”. En el Evangelio se acercan a Jesús los publicanos y los pecadores, “o sea los excluidos, todos aquellos que estaban afuera” y “los fariseos y los escribas, murmuraban”. “La actitud de los Escribas y de los fariseos era la misma”, excluían: “Nosotros somos perfectos, nosotros seguimos la ley”. “Éstos son pecadores, son publicanos”. Y la actitud de Jesús es incluir. Hay dos caminos en la vida: el camino de la exclusión de las personas de la comunidad y el camino de la inclusión. El primero puede ser pequeño pero es la raíz de todas las guerras: todas las calamidades, todas las guerras, comenzando con una exclusión. Se excluye de la comunidad internacional pero también de las familias, entre los amigos, cuántas peleas… Y el camino que nos hace ver Jesús y que nos enseña es totalmente otro y contrario al otro: incluir”.

“No es fácil incluir a la gente -observó el Papa- porque hay resistencia, existe esa actitud selectiva”. Por eso Jesús narra en sus parábolas: por ejemplo la de la oveja perdida y la de la mujer que pierde una moneda. Ya sea el pastor como la mujer hacen de todo para encontrar lo que habían perdido. Y cuando lo logran se llenan de alegría. “Están llenos de alegría porque han encontrado lo perdido y van a casa de sus vecinos, amigos porque están muy felices” “He encontrado, he incluido”. Esta es la inclusión de Dios, contra la exclusión de quien juzga, que echa a la gente, a las personas: “No, esto no, esto no, esto no…”, y se hace de un pequeño círculo de amigos en su ambiente. Es la dialéctica entre exclusión e inclusión. Dios nos ha incluido a todos en la salvación, ¡a todos! Este es el inicio. Nosotros, con nuestras debilidades, con nuestros pecados, con nuestras envidias, celos, siempre tenemos esta actitud de excluir que- como dije- puede terminar en las guerras”.

Jesús hace como el Padre que lo ha enseñado para salvarnos, “nos busca para incluirnos”, “para formar una familia”. “Pensemos un poco y al menos, ¡al menos!, hagámoslo en nuestra pequeñez, no juzguemos jamás: “Pero éste hace así…”. Pero Dios sabe: es su vida, pero no lo excluyo de mi corazón, de mi oración, de mi saludo, de mi sonrisa y si sucede la ocasión le digo una buena palabra. Jamás excluir, ¡no tenemos derecho! Y como termina Pablo en la Carta: “Todos, de hecho nos presentaremos ante el tribunal de Dios. Por lo tanto cada uno rendirá cuenta a Dios de sí mismo. Pidamos la gracia de ser hombres y mujeres que incluyen siempre, ¡siempre!, en la medida de la sana prudencia, pero siempre. No cerrar las puertas a nadie, estar siempre con el corazón abierto: “Me gusta, no me gusta”, pero siempre con el corazón abierto. Que el Señor nos dé esta gracia”.