Papa: también en la Iglesia hay "trepadores, aferrados al dinero. Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto así"
"Cuando la iglesia es tibia, encerrada en sí misma, también con negociantes muchas veces, no se puede decir, que esté... al servicio, sino que se sirve de los otros". En una entrevista Francisco afirma que "La Iglesia tiene que decir la verdad y también dar testimonio, el testimonio de la pobreza. Si un creyente habla de los pobres o de los sin techo y vive como un faraón, esto no puede ser". "Las propiedades de la Iglesia son muchas, pero las utilizamos para mantener las estructuras de la Iglesia y para mantener muchas obras que se hacen en los países que lo necesitan: los hospitales, las escuelas".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "También en la Iglesia hay quienes, en vez de servir, de pensar en los demás, de sentar las bases, se sirven de la Iglesia: los trepadores, los aferrados al dinero. Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto así". El Papa Francisco lo dijo en la homilía de la Misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, al comentar sobre las dos figuras de "siervos" presentes en la liturgia de hoy, para advertir contra la tentación de "una doble vida": hacerse ver como uno que sirve, cuando en realidad se sirve de los otros.

Un concepto no muy diferente del que expresó cuando dijo que "siempre existe la tentación de la corrupción en la vida pública. Tanto política como religiosa", en una entrevista con el diario holandés de la calle Straatnieuws, un periódico de los sin techo en Utrecht, también publicada hoy por Radio Vaticana.

En la misa de hoy, Francisco, recordando el "radicalismo" del Evangelio ha advertido sobre una "iglesia tibia" llamando a servir y no a ser una "máquina de hacer dinero". Por ello, el Papa ha partido de la figura de san Pablo, que "lo dio todo al servicio, siempre". Una grandeza que venía de Jesús y "se jactó de servir, de ser elegido, por tener el poder del Espíritu Santo". Era el siervo que servía, "administraba, preparando el escenario, anunciando a Jesucristo" y "nunca se encerró para tener el beneficio de un puesto, de una autoridad, de ser servido. Él era un ministro, siervo para servir, no para servirse".

En el Evangelio, entonces, el Señor nos muestra la imagen de otro siervo, "que en lugar de servir a los demás se sirve de los demás". Y "también leemos lo que hizo este siervo, con cuánta astucia se movió, para permanecer en su puesto". "También en la Iglesia hay quienes, en lugar de servir, de pensar en los demás, se sirven de la Iglesia: los trepadores, los apegados al dinero. Y cuántos sacerdotes, obispos hemos visto así. Es triste decirlo ¿no? La radicalidad del Evangelio, la llamada de Jesucristo: servir, estar al servicio de, no detenerse, ir más allá, olvidándose de sí mismos. Y la comodidad del estatus: he logrado un estatus y vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos, de los que habla Jesús, que se paseaban en las plazas, haciéndose ver por los demás".

Dos imágenes, ha reanudado Francisco: "Dos puntos de vista de cristianos, dos imágenes de sacerdotes, dos imágenes de monjas. Dos imágenes". Y Jesús ha reiterado, "nos hace ver este modelo en Pablo, esta iglesia que nunca se detiene", que "siempre va hacia adelante y nos hace ver que ése es el camino":

"Sin embargo, cuando la Iglesia es tibia, ensimismada, incluso con afán de negocios sin escrúpulos, no se puede decir que es una Iglesia que ministra, que está al servicio, sino que se sirve de los demás. Que el Señor nos de la gracia que le dio a Pablo, ese punto de honor de ir adelante siempre, renunciando a las comodidades tantas veces, y que nos salve de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como ministro, como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los demás".

También en la entrevista Francisco habla de "tentaciones" que vienen del dinero. "Me gustaría - dice - destacar dos tentaciones. La Iglesia tiene que decir la verdad y también dar testimonio, el testimonio de la pobreza. Si un creyente habla de los pobres o de los sin techo, y vive como un faraón, esto no puede ser. Esta es la primera tentación. La otra tentación es hacer acuerdos con los gobiernos. Se puede hacer acuerdos, pero los acuerdos deben ser claros, acuerdos transparentes. Por ejemplo, gestionamos este palacio, pero las cuentas están todas controladas, para evitar la corrupción. Esto, debido a que siempre existe la tentación de la corrupción en la vida pública. Tanto política como religiosa. Recuerdo una vez, con mucho dolor, que vi - cuando la Argentina durante el régimen militar entró en guerra con Gran Bretaña por las Islas Malvinas - que las personas daban cosas, y me di cuenta de que muchas personas, incluyendo a los católicos, que estaban a cargo de la distribución de ellos, se las llevó a su casa. Siempre existe el peligro de la corrupción. Una vez le pregunté a un ministro de la República Argentina, un hombre honesto. A aquel que dejó el cargo, porque no podía llevarse bien con un par de cosas muy oscuras, le pregunté: cuando se envía ayuda, sea pasta, sea ropa, sea dinero, a los pobres y los indigentes: ¿cuánto de lo enviado les ha llegado, sea en dinero, sea en especies? Me dijo: el 35 por ciento. Esto significa que 65 por ciento se pierde. Es la corrupción: una pieza para mí, otra pieza para mí".

Sin embargo, ante una pregunta sobre los bienes de la Iglesia, el Papa responde que "no son tesoros de la Iglesia, sino que son tesoros de la humanidad. Por ejemplo, si mañana yo digo que la Piedad de Miguel Ángel se subasta, no se puede hacer, ya que no es propiedad de la Iglesia. Está en una iglesia, pero es de la humanidad. Esto se aplica a todos los tesoros de la Iglesia. Pero empezamos a vender regalos y otras cosas que me dan a mí. Y el producto de la venta van a Monseñor Krajewski, que es mi capellán. Y luego está la lotería. Hay coches que se venden o regalan con una lotería, y las ganancias se utilizan para los pobres. Pero hay cosas que se pueden vender y se están vendiendo".

"Si hacemos un catálogo de los bienes de la Iglesia – dice además - se piensa que la Iglesia es muy rica. Pero cuando se hizo el Concordato con Italia en 1929 sobre la Cuestión Romana, el gobierno italiano de la época ofreció a la Iglesia un gran parque en Roma. El Papa del momento, Pío XI, dijo: no, yo sólo quiero medio kilómetro cuadrado para garantizar la independencia de la Iglesia. Este principio sigue siendo válido. Sí, los bienes inmuebles de la Iglesia son muchos, pero se utilizan para mantener las estructuras de la Iglesia y para mantener muchas obras que se hacen en los países necesitados: hospitales, escuelas. Ayer, por ejemplo, pedí enviar al Congo 50.000 euros para construir tres escuelas en los países pobres, la educación es una cosa importante para los niños. Fui a la administración competente, hice este pedido y el dinero ha sido enviado".

Ante una pregunta, por último, de "si quiere un mundo sin pobres", Francisco respondió: "Yo quiero un mundo sin pobres. Debemos luchar por esto. Pero yo soy un creyente y sé que el pecado está siempre dentro de nosotros. Y siempre existe la codicia humana, la falta de solidaridad, el egoísmo que crea los pobres. Por esto me parece un poco "difícil imaginar un mundo sin pobres. Si usted piensa en los niños que son explotados como mano de obra esclava, o en los niños explotados por abuso sexual. Y otra forma de explotación: matar a los niños para cortarles órganos, el tráfico de órganos. Matar a los niños para extraerles los órganos es la codicia. Por esto, no sé si vamos a hacer este mundo sin pobres, porque el pecado siempre está ahí y nos lleva al egoísmo. Pero tenemos que luchar, siempre, siempre... ".