Papa: ofrecer “esperanza y futuro” a los refugiados, ante todo ofreciendo educación a los niños
Francisco expresa aprobación y apoyo al “Jesuit Refugge Service”, presente en 45 países, recibido en ocasión del 35° aniversario de fundación de la organización. El compromiso de ayudar, durante el Jubileo de la Misericordia, otros 100 mil jóvenes refugiados para que puedan ir a la escuela.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Ofrecer “esperanza y futuro” a los refugiados, ante todo ofreciendo educación a los niños. Es el objetivo, alabado por al Papa, que se pone el “Jesuit Refugee Service”, que Francisco encontró esta mañana, en ocasión del 35° aniversario de fundación de la organización.

En su discurso el Papa subrayó que “el fenómeno de las migraciones forzadas es hoy dramáticamente aumentado”, llegando a involucrar a unos sesenta millones de personas, recordó la presencia de la organización en Siria, Afganistán, República Centroafricana y en la zona oriental de la República Democrática del Congo y ha subrayado la importancia de la elección del “Jesuit Refugee Service” en ayudar, durante el Jubileo de la Misericordia, a otros cien mil jóvenes refugiados para poder ir a la escuela.

Francisco ante todo recordó que la organización fue deseada por el p. Pedro Arrupe, que era entonces superior general de la Compañía de Jesús, por “la impresión y la angustia por él sufridas frente a las condiciones de los “boat people” sud -vietnamitas, expuestos a los ataques de los piratas y a las tempestades del Mar Chino Meridional”. “El p. Arrupe, que había experimentado la explosión de la bomba atómica en Hiroshima, se dio cuenta de las dimensiones de aquel trágico éxodo de prófugos. Reconoció que era un desafío que los jesuitas no podían ignorar, si querían mantenerse fieles a su vocación. Quiso que el “Jesuit Refugee Service” fuese al encuentro de las necesidades ya sean humanas como espirituales de los refugiados, por lo tanto no sólo de las inmediatas necesidades de comida y de asilo, sino también de la exigencia de ver respetada la dignidad humana herida de ellos y de ser escuchados y confortados”.

“El fenómeno de las migraciones forzadas- prosiguió- es hoy dramáticamente aumentado. Multitudes de prófugos parte de diversos países del Medio oriente, de Äfrica y de Asia, buscando refugio en Europa. El Alto Comisariado para los refugiados de las naciones Unidas, evaluó que hay en todo el mundo, casi unos sesenta millones de refugiados, la cifra más alta desde la Segunda Guerra mundial. Detrás de estas estadísticas hay personas, cada una con un nombre, un rostro, una historia y su inalienable dignidad de hijo de Dios”.

“Vosotros- dijo aún el Papa- obráis actualmente en diez diversas regiones, con proyectos en cuarenta y cinco países, acompañando a los refugiados y poblaciones en la migraciones internas. Un buen grupo de jesuitas y de religiosas trabajan juntos a tantos colaboradores laicos ya muchísimos refugiados. En el tiempo siempre permanecisteis fieles al ideal del p. Arrupe y a los tres puntos fundamentales de vuestra misión: acompañar, servir, defender los derechos de los refugiados. La elección de estar presentes en lugares donde siempre hay más necesidad, en zonas de conflicto o de post- conflictos, os ha hecho internacionalmente conocidos por estar cerca de la gente, capaces de aprender de ella cómo mejor servir. Pienso especialmente en vuestros grupos en Siria, Afganistán, República Centroafricana y en la zona oriental de la República Democrática del Congo, donde son acogidos personas de credos diversos que comparten vuestra misión”.

“El “Jesuit Refugge Service” trabaja para ofrecer esperanza y futuro a los refugiados, ante todo mediante el servicio de la educación, que alcanza a un gran número de personas y reviste una especial importancia. Ofrecer educación en mucho más que dispensar nociones. Es una intervención que ofrece a los refugiados algo por lo cual vais más allá de la la sobrevivencia, mantener viva la esperanza, creer en el futuro y hacer proyectos. Dar a los niños un banco en la escuela es el regalo más grande que podéis hacer. Todos vuestros programas tienen como finalidad última: ayudar a los refugiados a crecer en la confianza en sí mismos, a realizar el máximo del potencial ínsito en ellos mismos y a ponerlos en grado de defender sus propios derechos como individuos y como comunidad. Para los niños obligados a emigrar, las escuelas son espacios de libertad. En clase, son acudidos por los enseñantes y son protegidos. Lamentablemente, sabemos que ni siquiera en las escuelas se ahorran los ataques de quien siembra violencia. En cambio las aulas escolares son lugares donde se comparte, también con niños de culturas, etnias diferentes, donde se sigue un ritmo regular, un orden confortable, en el cual los niños pueden de nuevo sentirse “normales” y los padres felices de saberlos que están en la escuela”.

“La instrucción ofrece a los pequeños refugiados una vía para descubrir su auténtica vocación, desarrollando sus potencialidades. Aunque, demasiados niños y jóvenes refugiados no reciben una educación de calidad. El acceso a la educación está limitado, especialmente para las muchachas y para la escuela secundaria. Por esto, durante el próximo Jubileo de la Misericordia, os habéis puesto el objetivo de ayudar a otros cien mil jóvenes refugiados para ir a la escuela. Vuestra iniciativa de “Educación Global”, con el lema “Pongamos en movimiento a la Misericordia”. Os pondrá en grado de alcanzar a  muchos otros estudiantes, que tienen urgente necesidad de educación que los repare de los peligros. Estoy agradecido por esto al grupo de los que os apoyan y a los benefactores y al grupo internacional de desarrollo del “Jesuit Refugee Service”, que hoy se han unido a nosotros. Gracias a su energía y a su apoyo, la Misericordia del Señor alcanzará a tantos niños y familias en los próximos años. Mientras continúen en la obra de educación de los refugiados, piensen en la Sagrada Familia, la Virgen, San José y el Niño Jesús, escapados a Egipto para huir de la violencia y buscar refugio junto a los extranjeros, y recuerden las palabras de Jesús. “Beatos los misericordiosos, porque obtendrán Misericordia” (Mt 5,7). Lleven siempre dentro de vosotros estas palabras, os sean de estímulo y de confortación. De mi parte os aseguro mi oración. Y también vosotros, por favor no se olviden de rezar por mí”.