Papa: Hagamos de modo que el Evangelio se haga cada vez más carne en nuestra vida
En el Angelus, el Papa Francisco reitera que para “conocer a Jesús” se precisa “todos los días leer un párrafo del Evangelio, un pasaje del Evangelio", "para abrir nuestro corazón a Jesús" y para "hacerlo conocer mejor a los demás”. El misterio del mal nos lleva a cerrar “la puerta en la cara al Hijo de Dios” y a hacer entrar en nuestra vida el mal, que “está agazapado a la puerta”. Confiarse a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, a quien contemplamos en el pesebre.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Especialmente en este Año Santo de la Misericordia, hagamos de modo que el Evangelio se haga cada vez más carne también en nuestra vida”: es la invitación que el Papa Francisco dirigió hoy a los peregrinos reunidos en la plaza San Pedro para el rezo del Angelus. Y en los saludos finales reiteró cuál es el método para encarnar el Evangelio “en la vida cotidiana”: “ recuerdo  – dijo - también ese consejo que muchas veces les he dado: todos los días leer un párrafo del Evangelio, un pasaje del Evangelio, para conocer mejor a Jesús, para abrir nuestro corazón a Jesús, y así podemos hacerlo conocer mejor a los demás”.

El pontífice tomó como punto de partida la “encarnación” del Evangelio de la misa de hoy (Segundo domingo después de Navidad, Juan 1, 1-18), el prólogo del Evangelio de Juan en el cual  “«el Verbo – o sea la Palabra creadora de Dios – se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14). Esa Palabra, que reside en el cielo, es decir en la dimensión de Dios, ha venido a la tierra a fin de que nosotros la escucháramos y pudiéramos conocer y tocar con las manos el amor del Padre”.

El Papa se detuvo también sobre el rechazo del Verbo, del cual habla el Evangelio, sobre “la no acogida por parte de los hombres”, en la cual ellos han “cerrado la puerta en la cara al Hijo de Dios”. Y explicó: “Es el misterio del mal que asecha también nuestra vida y que requiere por nuestra parte vigilancia y atención para que no prevalezca. El Libro del Génesis dice una bella frase que nos hace comprender esto: dice que el mal está agazapado a la puerta” (Cfr. 4,7). Ay de nosotros si lo dejamos entrar; sería él entonces el que cerraría nuestra puerta a quien quiera. En cambio, estamos llamados a abrir de par en par la puerta de nuestro corazón a la Palabra de Dios, a Jesús, para llegar a ser así sus hijos”.

“Especialmente en este Año Santo de la Misericordia – continuó - , hagamos de modo que el Evangelio se haga cada vez más carne en nuestra vida. Acercarse al Evangelio, meditarlo y encarnarlo en la vida cotidiana es la mejor manera para conocer a Jesús y llevarlo a los demás. Ésta es la vocación y la alegría de todo bautizado: indicar y donar a los demás a Jesús; pero para hacer esto, debemos conocerlo y tenerlo dentro de nosotros, como Señor de nuestra vida. Y Él nos defiende del mal, del diablo, que siempre está agazapado ante nuestra puerta, ante nuestro corazón, y quiere entrar.”.

Por eso es importante confiarse a María : “en el pesebre contemplamos en estos días su dulce imagen de Madre de Jesús y Madre nuestra. ”.

Luego de la oración mariana, Francisco saludó a los muchos grupos de peregrinos presentes en la plaza, que eran al menos 30.000. luego renovó los augurios para el nuevo Año: “¡En los momentos alegres y en aquellos tristes, nos encomendamos a  Él, que es nuestra misericordia y nuestra esperanza!”.

“También recuerdo – agregó luego -  el compromiso que hemos asumido el primer día del año, en la Jornada de la Paz: “Vence la indiferencia y conquista la paz”; con la gracia de Dios, podremos ponerlo en práctica.”.