La Buena Noticia del Evangelio entre los animistas de Fang
de Giovanni Zimbaldi
Jesucristo cautiva a las poblaciones de las montañas. Al día de hoy, son 20.000 los catecúmenos que se preparan para recibir el Bautismo. Las pequeñas historias que dan testimonio en la vida ordinaria: la primera joven hermana de la tribu Akha; el primer sacerdote; las jóvenes familias cristianas que ofrecen su amor y su perdón y empujan a aldeas enteras a volverse cristianas.

Fang (AsiaNews)  - El primer Blog del Año 2016 comunica a los lectores una buena noticia. La missio ad gentes continúa, nuevas poblaciones conocen a Jesucristo, sienten la alegre sorpresa de amarlo, entran en la Iglesia y se empeñan en darlo a conocer. El relato del padre Gianni Zimbaldi, mi conscripto de 1929, que fue misionero primero en Birmania (1957-1966) y luego en el Norte de Tailandia (desde 1972 hasta hoy), simple y a la vez denso de hechos, convence más que tantos razonamientos. A menudo se dice que la misión a la gente terminó, que es una tarea de las Iglesias locales. Pues bueno, no es así. La misión a la gente continúa, no sólo en Africa, sino también en varios países de Asia y Oceanía, incluso con misioneros extranjeros (a veces, con muchas limitaciones). Al menos, así lo experimentamos en el PIME en Bangladesh, en la India, en Birmania, en Hong Kong, en China, en Tailandia, Camboya, Filipinas, Japón, Papúa Nueva Guinea; pero también en otros países asiáticos. Una buena lectura de esta alegre antorcha de luz de los Hechos de los Apóstoles actuales, allí donde la Iglesia nace, ahora.  

Piero Gheddo

 

Querido Padre Piero:

Los deseos para un Feliz Año Nuevo 2016 me dan la ocasión para enviarte buenas noticias del distrito misionero de Fang, en el Norte de Tailandia, que fue fundado por mí en 1972 partiendo de cero. Actualmente está el nuevo párroco, el padre milanés Marco Ribolini, de 42 años, que está en Tailandia desde el año 2004, y también un vicepárroco negro que proviene del Mato Grosso (Brasil), el padre Lorenzo Braz de Oliveira, quien hace cuatro años que está en Tailandia, y está a cargo del seguimiento de los niños y niñas en el Hogar de Fang. Yo estoy aquí para ayudarlos, mi salud gracias a Dios es buena y aún logro visitar las aldeas. Cuando comencé el ministerio misionero entre los miembros de las tribus animistas en la diocesis de Chiang Mai, los cristianos bautizados no llegaban a 20.000. Ahora son más de 60.000, y hay 20.000 catecúmenos que viven en las aldeas católicas y que se están preparando para el Bautismo. En aquél entonces sólo había un sacerdote diocesano, actualmente los sacerdotes diocesanos son treinta.

El obispo no sólo está contento con nosotros, sino que también nos pide que nos ocupemos de otras zonas. La diócesis de Chiang Mai comprende ocho grandes provincias con una población de 5.685.000 personas. Los católicos son 71.694, los sacerdotes diocesanos sólo 30, en un terreno boscoso y montañoso, que es tan vasto como la Lombardía y el Piamonte. El obispo acepta a las congregaciones religiosas que quieren trabajar en la diócesis, los sacerdotes religiosos son 67 (una treintena de ellos son tailandeses). Nuestro distrito misionero de Fang está preparando la división con la fundación de un nuevo distrito en Ban Theut Thai. Estamos construyendo las estructiras necesarias y rezando al Señor por los benefactores que nos ayudan. 

Como todos los años, también este año hay un centenar de adultos que se preparan para recibir el Bautismo. Son catecúmenos que viven en aldeas católicas desde hace algunos años, que frecuentan las celebraciones religiosas y que piden recibir los Sacramentos. Los sigue un catequista, y cuando están listos se bautizan. Gacias al Señor Jesús, tenemos la consolación de ver que la comunidad católica crece cada año. El año pasado, en la diócesis de Chiang Mai, se administraron más de 1000 bautismos a adultos, casi todos ellos, miembros de tribus animistas. 

La misión tiene dos hogares: en Fang y en Ban Theut Thai (a 100 kilómetros de Fang). este año tenemos a 170 niños y niñas, que son el futuro de la comunidad cristiana. En el hogar de Fang está el padre Lorenzo de Oliveira y hay hermanas que trabajan allí, tanto indias como pakistaníes; en Ban Theut Thai (donde estará situado el nuevo distrito misionero) no hay padres hi hermanas. Varios ex alumnos y ex alumnas de estos hogares ahora son jefes de aldea, guían el servicio religioso en la capilla, y se muestran responsables en las familias que han formado. La gente entiende la importancia de una educación civil y cristiana, y envía a sus hijos al hogar, no obstante esto implica un sacrificio económico. Entre tantos niños y niñas, jóvenes y jovencitas, en la misión de Fang uno no se aburre nunca, y la vida transcurre con algún que otro contratiempo, pero también con momentos placenteros que provienen del deseo de vivir y de las sonrisas de estos niños y niñas. 

      En abril pasado, en una aldea Akha se llevó a cabo la bendición de una nueva capilla de madera, que está elevada, de manera que bajo ella hay un espacio libre que puede usarse para las reuniones de la gente. En otra aldea Akha, en el mes de junio, bendije y celebré la primera Santa Misa en una nueva capilla, construida con muros de ladrillo, en la cual pueden sentarse cómodamente más de 130 personas. Estas capillas estables son queridas por la gente que, según sus posibilidades, aporta el dinero para contribuir a los gastos. En mis 43 años en Fang, el Señor me ayudó a construir capillas estables (de madera o con muros de ladrillos) en 32 aldeas, La experiencia me enseña que las capillas estables fortalecen la fe de los cristianos, que están orgullosos de tener un lugar decente donde reunirse para participar de las celebraciones religiosas, para la formación en la catequesis o para tener otros encuentros. 

La semana pasada, 48 hombres provenientes de varias aldeas (catequistas responsable del servicio litúrgico en las aldeas) vinieron para tener un encuentro de dos días. Son el brazo derecho del misionero: dirigen la oración festiva en las capillas; cuando hay enfermos, van a visitarlos a sus casas. Ellos mantienen viva la fe en las aldeas que el sacerdote puede visitar tan sólo cada dos o tres meses.  

El 9 de diciembre,en una aldea Akha, festejamos solemnemente que una joven Akha hizo su profesión religiosa. Es la primera hermana de etnia Akha de Tailandia que ofrece su vida para servir al Señor. En la fiesta participaron cientos de cristianos para agradecer al Señor por el don hecho a la tribu Akha al llamar a su servicio a una de su gente. En junio pasado, el obispo de Chiang Mai consagró al primer sacerdote de Tailandia de etnia Akha. Estos eventos son motivo de alegría para nosotros, los misioneros, porque la palabra del Señor echa raíces entre estas poblaciones y, gradualmente, serán capaces de continuar solos el ministerio religioso, sin la ayuda de personal proveniente del exterior.  

    El aspecto que más consuela de las conversiones de adultos es que estos nuevos bautizados (neófitos) entran en la Iglesia con un gran amor a Jesucristo y el fuego del Espíritu Santo en el corazón. Hablan de Jesús espontáneamente, y transmiten la fe en Cristo con el ejemplo, y relatando cuan bello es amar a Jesús: si lo buscas se hace encontrar, y si lo encuentras, no lo dejas nunca más, porque es bello permanecer con Él. 

Hace dos meses vino a buscarme un jefe de aldea no cristiano y me dijo: “Padre, tres familias cristianas de Birmania han venido a vivir en nuestra aldea, no se unen a nuestras prácticas paganas, pero el domingo se reúnen en una casa para orar. Su vida en la aldea es un ejemplo para nosotros, y nosotros hemos decidido hacernos también cristianos. Por eso te pido un catequista, para que también nosotros podamos conocer las enseñanzas de Jesús”.

Un joven huérfano que había llevado a la misión cuando era niño, un día vino a decirme que quería regresar con la familia que se había formado en su aldea, con sus familiares que aún eran paganos. Yo trataba de disuadirlo diciéndole que la aldea estaba lejos, que sus familiares son paganos y que no saben nada de Jesús: “Si tú te vas a vivir a un ambiente pagano, os volveréis paganos tú y tus seres queridos”. Pero él quiso volver de todos modos. Un año después, tres hombres se presentan a la misión y me dicen: “Ese joven que tú educaste en la misión ha vuelto con nosotros, acompañado de su familia y sus hijos. Ese joven de la familia es un ejemplo para todos nosotros, es amigo de todos, sabe perdonar las ofensas y cuando hay enfermos o gente en dificultades él se empeña en ayudarlos. En su pequeña casa ha puesto una imagen sagrada, ante la cual reza con su familia, y en las conversaciones a menudo nos habla de Jesús y de los cristianos. Hemos entendido que la enseñanza de Jesús nos ayuda a ser buenos, por eso queremos volvernos cristianos, como él, y te pedimos que envíes un catequista para que vaya a vivir con nosotros”.