Tewatte, los católicos celebran la fiesta de Nuestra Señora de Lanka (vídeo)
de Melani Manel Perera

Hoy se conmemora a la Virgen de Lourdes. Los católicos de Sri Lanka alimentan una profunda veneración por la Virgen María, a la cual han encomendado el país, que estuvo excluido de la Segunda Guerra Mundial. La fiesta se celebra el 4 de febrero, pero este año fue celebrada el domingo 7. Devotos cuentan a AsiaNews historias de las gracias concedidas por María


Colombo (AsiaNews) – Los católicos de Sri Lanka llegaron masivamente, provenientes de todo el territorio del país, para celebrar la fiesta de Nuestra Señora de Lanka en la basílica nacional de Tewatte, al norte de Colombo. Cerca de mil fieles colmaron el santuario dedicado a la Virgen María (ver video), donde tradicionalmente se venera a la Virgen de Lourdes, cuya memoria litúrgica está fijada hoy.

El Papa Francisco habló de la Virgen de Tewatte durante la visita de algunos fieles esrilanqueses.

La fiesta de Nuestra Señora de Lanka se celebra el 4 de febrero. Este año, sin embargo, siendo que la fiesta caía en día feriado, los festejos se llevaron a cabo el domingo 7 de febrero. Diversos devotos refirieron a AsiaNews: “El amor de María es verdaderamente grande. No existe nada similar en ningún otro tipo de amor. Hoy podemos sentirlo sobre nosotros”.

La misa fue presidida por el Padre Patrick Perera, vicario general de la archidiócesis, el Padre Victor Florence, administrador, y otros dos sacerdotes. En su homilía, el padre Perera dijo: “María es [fuente] del amor más grande, que nosotros recibimos a través de la misericordia divina. Somos afortunados al tener a esta querida madre como nuestra amada Madre del país. Dios, siendo amoroso, nos ha dado dos madres. Una es quien nos ha dado la vida y nos cuida, la otra es la Madre que nos brinda el amor de Dios. Ella es la afectuosa Madre María. Dios nos ha donado a la Madre de nuestro país como protectora. Cada día, esta Madre amorosa nos bendice a nosotros, a nuestras familias y a la nación. Pero nosotros debemos rezar por ella cada día, debemos amarla y pedir su bendición para nuestras familias y para el país”

El origen del santuario mariano se remonta a comienzos de 1900, cuando el padre A. Kieger, OMI, y dos católicos laicos levantaron, en 1911, una pequeña capilla dedicada a la Virgen de Lourdes, en un área perteneciente a la parroquia de Ragama. A continuación, junto a la gruta surgió también una iglesia, que supo acoger a un número de peregrinos cada vez mayor.  En 1939, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Mons.  Jean Marie Masson OMI, arzobispo de Colombo, hizo un voto a la Virgen: prometió que si Sri Lanka quedaba exenta de los horrores de la guerra, él construiría en su honor un santuario votivo, y lo dedicaría a Nuestra Señora de Lanka.

El país fue tocado por el conflicto, pero sólo marginalmente, sirviendo de base para las operaciones de los soldados ingleses contra Japón. En 1946, Mons. Masson obtuvo el permiso vaticano para construir una iglesia dedicada a la Virgen. En 1948, el Papa Pío XII proclamó a la Beata Virgen María como patrona de Sri Lanka. La primera piedra de la basílica nacional fue colocada en 1951, y, al año siguiente, el Papa bendijo la imagen de la Virgen, que fue trasladada al país. En 1974 se llevó a cabo la consagración del santuario.

La fiesta de la Virgen atrae fieles de todas partes. Este año estuvo también presente Kalyani Perera, una madre de 56 años, llegada de la diócesis de Kurunegala, para la ocasión. Cuenta a AsiaNews: “Experimenté sobre mí el gran amor de María en el año 2013, cuando tuve que ser sometida a una operación de abdomen. Temía mucho por mi vida. Pero antes de la operación vine aquí, a la basílica, y me encomendé a la Virgen. Recé para que ella me protegiera durante la operación, y para tener una rápida recuperación. Debía cuidar de mis tres hijos”.

Otro fiel, Vincent Fernando, padre de cuatro hijos, dijo: “éste es el séptimo año que vengo para la fiesta. La primera vez vine porque tenía graves problemas familiares”. El hombre cuenta que tenía dificultades con el hijo mayor, “que era causa de gran preocupación para mí y para mi mujer. Pero luego vine a la basílica y recé a nuestra espléndida Amma (Madre). Luego de seis meses de intensa oración, recibimos una gran consolación. Por eso –concluye, alegre- hice un voto de regresar cada año, en particular, para la fiesta”.