Fue abierta la Puerta Santa en Ayutthaya, cuna de la Iglesia tailandesa
de Weena Kowitwanij

El cardenal de Bangkok a los fieles presentes: “La vida y el ejemplo de San José nos muestran la vía para crecer como padres, tanto de familia como espirituales, en el camino de la justicia, de la bondad y de la virtud. Y estos son también los caminos del crecimiento para todo ser humano”. Fue Ayutthaya el lugar desde donde surgió la evangelización de Tailandia.


Bangkok (AsiaNews) – La vida y el ejemplo de San José “nos muestran la vía para crecer como padres, tanto de familia como espirituales, en el camino de la justicia, de la bondad y de la virtud. Y estos son también los caminos de crecimiento para todo ser humano”. Fue lo que dijo esta mañana el Cardenal Francis Xavier Kriengsak Kovithavanit, arzobispo de Bangkok, al abrir la Puerta Santa en la iglesia dedicada, justamente, a san José en Ayutthaya. La ceremonia fue rica de significado, dado que esta iglesia representa la cuna de la evangelización de Tailandia.

Se trata de la tercera Puerta Santa abierta en el país, después de las de la catedral de la Asunción en la capital, y de San Pedro en  Nakhon Pathom. Estuvieron presentes el obispo emérito, Mons. Joseph Sangval Surasarang, y más de 30 sacerdotes, tanto diocesanos como religiosos. Miles de fieles participaron en la misa.

El Card. Kovithavanij invitó a los presentes a abrir el corazón para recibir la misericordia de Dios: “Si somos tocados por esta misericordia, podemos cambiar nuestros corazones y llevar Su amor a nuestros hermanos y hermanas que quieren encontrarlo. Los católicos tienen necesidad de un cambio del corazón, de un cambio de vida. La apertura de la Puerta Santa nos facilita este cambio. Aceptémoslo, perdonemos y recibamos el perdón”.

Ayutthaya es considerada la “cuna” de la Iglesia tailandesa, dado que fue allí que tres misioneros de las Misiones extranjeras de París (MEP) obtuvieron en 1666 el permiso del rey Siam Narai el Grande para construir una iglesia y una escuela. El obispo Lambert de la Motte, junto a los padres   Jean De Bourges y Dedier, impresionaron de tal manera al soberano que éste donó personalmente el terreno sobre el cual fue construido el “campo san José”. Aquí se convirtieron los primeros 1.500 siameses y se emprendió la evangelización del país.