Párroco de Alepo: La Pascua es paz y misericordia para una comunidad herida por la guerra

El Padre Ibrahim cuenta a AsiaNews acerca de una comunidad participativa, que embellece las iglesias “con flores y adornos”. La visita a los enfermos y a las familias “destrozadas” por el conflicto. La frágil tregua es fuente de “nueva esperanza”. Tras años de haberse suspendido, el lunes de Pascua está prevista una excursión para quienes asisten a las clases del catecismo. Para el sacerdote, la guerra “ha hecho regresar a muchas familias a la Iglesia”.


Alepo (AsiaNews) - La comunidad de Alepo se acerca a la Pascua “preparando la liturgia”, embelleciendo las iglesias “con flores y adornos preparados por los jóvenes; estamos tratando de involucrar a todos los fieles, sobre todo a quienes han sufrido más, a personas que han tenido muertos, a familias destrozadas que hemos tratado de cuidar desde el punto de vista material, psicológico y espiritual”. Es una fiesta bajo el signo de la paz, de la misericordia y de la reconciliación, la que se disponen a vivir los cristianos de Alepo, ciudad que desde hace cinco años vive atormentada por un sangriento conflicto.

Como relata a AsiaNews el Padre Ibrahim Alsabagh, un franciscano de 44 años, guardián y párroco de la parroquia latina de Alepo, la “frágil tregua” en el conflicto sirio, que funciona pero “en parte”, ha permitido a la gente “respirar, infundiendo una nueva esperanza”. Tras meses sin suministro, ha regresado la electricidad y también la situación con respecto a la disponibilidad del agua ha mejorado, y esto ha traído alivio entre los habitantes.  

En el período de Cuaresma y en la Semana Santa, la parroquia ha involucrado a los “niños y jóvenes” en la organización de las celebraciones: “Ayer prepararon la adoración –cuenta el Padre Ibrahim- y los más pequeños han seguido con atención el gesto del lavatorio de los pies que llevó a cabo el obispo. Un rito que les enseña el sentido de la autoridad y el valor de la responsabilidad”. Ayer también se desarrolló una procesión, con los niños “contentísimos” de poder “llevar las candelas”. Un gesto que cumplieron también durante “el Domingo de Ramos. Hoy celebraremos el Vía Crucis –agrega-, en tanto mañana habrá bautismos, para hacer sentir a los niños que ellos también participan en las iniciativas de la comunidad”.

Para volver aún más alegre la fiesta de pequeños y jóvenes, la parroquia ha decidido distribuir dulces y alimentos propios de la fiesta entre quienes más han sufrido a causa de la guerra: “hace dos semanas –subraya el sacerdote- nos percatamos de que en los hogares no hay chocolates, huevos ni carne. Por eso, hemos organizado una pequeña fiesta en el salón parroquial, donde un rincón estará reservado para que los niños puedan pintar huevos y preparar los adornos, bajo la guía atenta de los scouts”.

En el Año de la Misericordia, la comunidad de Alepo también ha querido insistir en la importancia del sacramento de la Reconciliación: “Los fieles –explica el Padre Ibrahim- se sienten llamados a volver a beber de la fuente de la misericordia, a acercarse al lavatorio de los pies, a la adoración y a las confesiones. En cada celebración, las iglesias están colmadas de fieles”.

 

Ciertamente, prosigue, los fieles “esperan tiempos mejores” pero “están llenos de gratitud” por todo lo que se ha hecho. “La gente no logra sostenerse por sí sola –prosigue- porque falta trabajo, los precios son altos, no siempre hay electricidad. El apoyo dado por la Iglesia en estos meses es inmenso, y ellos están agradecidos por ello, lo ven como un signo y un gesto de misericordia. Entre las muchas iniciativas, están la de reparar las viviendas que han sido dañadas por la guerra, el pago de las deudas bancarias, la distribución de comida, tanques de agua, etc…. Todas cosas que fueron hechas posibles gracias al trabajo de la Iglesia y a la contribución de muchos benefactores”.

En estas semanas, el vicariato latino de Alepo ha insistido en el hecho de que es necesario involucrar a los fieles en la preparación de las fiestas, para hacer comprender el valor del sacrificio, de la participación. Por eso, durante el período de Cuaresma, los parroquianos “han visitado a ancianos y a enfermos, y han apartado pequeñas cantidades de dinero y otros bienes, para ofrecerlos a los más pobres”, bajo el signo del eslogan: “Hay siempre un plato, un objeto o un bien más para donar. Todos, incluso los pobres, deben ser partícipes y donar a quien es más pobre aún”.

El 21 de marzo pasado se celebró la fiesta de las mamás. Para la ocasión, los jóvenes distribuyeron más de 200 paquetes de dulces a las madres del vecindario. Mamás que viven solas, porque su hijos han huido o el marido no está, y luego a las viudas, algunas de las cuales son jóvenes y con hijos. Una distribución que ha involucrado a todas las mamás, sin hacer distinción entre cristianas y musulmanas, porque “la mamá es de todos” afirma el sacerdote.

El domingo, por último, está prevista la celebración solemne presidida ´por el vicario apostólico de los Latinos, Mons. Georges Abou Khazen, en la cual participará la comunidad entera, y a la que seguirá un intercambio de augurios. Al día siguiente, tras años en que la iniciativa estuvo “suspendida a causa de la guerra”, los alumnos de las clases de catecismo y sus familias (600 personas) irán al Colegio de Tierra Santa, en el que hay “un gran espacio al aire libre donde se celebrará la misa; luego se hará un almuerzo a la canasta, todos juntos”. La guerra y la crisis, han “destruido a muchas familias y personas” concluye el Padre Ibrahim, pero al mismo tiempo “han hecho regresar a tantas familias al Padre, a la Iglesia, al valor de la misericordia. Se ha vuelto a despertar en ellos algo que estaba olvidado y abandonado, por eso gozamos de esta alegría y estamos contentos de vivir la comunión y el testimonio”. (DS)