Los enfrentamientos entre sauditas e iraníes socavan la cumbre para la Cooperación islámica
de Pierre Balanian

Los analistas del mundo árabe se preguntan “cuán islámica sigue siendo la Organización de la Conferencia islámica”.  La cumbre ya parece un “todos contra todos”, con posiciones distantes incluso en lo referente a la lucha contra el terrorismo. Los intereses de los Estados individuales prevalecen sobre el diálogo. El presidente de Teherán abandona el encuentro, acusando a Riad de jugar “tras las bambalinas”.


Estambul (AsiaNews) – Luego de haber asistido a la “sepultura de la Liga Árabe” tras la explosión de Siria, “¿ahora habremos de ver quizás ver la lenta e inexorable agonía de la Organización de la Conferencia islámica (OCI)? La pregunta surge de Talal Salman, un analista libanés que ha expresado su perplejidad en las páginas del diario libanés As  Safir. Concluye diciendo que en la Conferencia islámica “es verdaderamente poco lo que ha quedado de islámico”

Llevada a cabo del 14 al 15 de abril, la 13era cumbre de la OCI ha tenido la participación de más de 50 Estados (sobre un  total de 57 miembros), y 30 jefes de Estado, entre los cuales figuraron el presidente iraní, Rouhani, el presidente de Turquía (País anfitrión),  Erdogan,   y el soberano saudita Salman. El encuentro tuvo un título ambicioso: “Sesión de unidad y solidaridad por la Paz y por la Justicia”. En cuanto a “unidad” se refiere, de ésta  parece haber sobrevivido solamente el título.  

Pocas horas luego de la lectura de la orden del día, todos los observadores pudieron captar una división neta entre los musulmanes “de clase A”, a los cuales era expresada solidaridad (los turcos chipriotas anulando a los armenios, los sauditas contra Irán y Hezbollah); y naturalmente, musulmanes “de clase B”, que no gozan de la bendición de Riad: los kurdos, los bahreiníes, los yemenitas, los sirios, Somalia, Palestina y, por supuesto, los libaneses chiíes e Irán.

El pase de la voz de la presidencia de Egipto a la de Turquía sucedió sin ni siquiera un apretón de manos, un claro fracaso de la mediación de conciliación entre Egipto y Turquía buscada por Arabia Saudita: el ministro de Relaciones Exteriores egipcio Sameh Shokri leyó su discurso en nombre del presidente Abdel Fatah El Sissi y se retiró, dejando el recinto e incluso el país, sin siquiera esperar representar a su nación en la foto grupal de recuerdo. En total, “su estadía en Turquía ha durado menos de dos horas” se lee en el diario turco Yeni Şafak.

Otro “abandono ilustre” de la reunión cumbre antes del comunicado conclusivo fue el del presidente iraní Rouhani , quien – al tomar conocimiento de que en el texto se incluían cuatro puntos de condena contra Irán, país fundador de la OCI- , de inmediato abandonó la cita. Rouhani  había asistido con un espíritu de paz y de apertura, y había declarado: “El fortalecimiento de la unión islámica, en la situación actual, es uno de los deberes principales de la OCI”. Por otro lado, -tanto algunas horas antes de iniciarse la cumbre, como durante el encuentro con el premier turco Davutoglu-  había augurado “poder fortalecer las relaciones de cooperación, de unión y cohesión entre los países islámicos”, agregando que la OCI “lamentablemente, hasta ahora, no ha logrado cumplir su misión de manera satisfactoria”, a la vez que invitando a todos a “unir las manos para invertir y garantizar el desarrollo de la región entera”.

Un optimismo que al parecer ha durado poco. A lo largo del encuentro tenido al margen de la Cumbre con el presidente de Senegal, y tras haberse cerciorado de los acuerdos entablados tras las bambalinas entre Arabia Saudita y muchos países pobres miembros de la OCI, y habiendo obtenido ésta un consenso de apoyo a su política anti-iraní, Rohuani mismo declaró algunas horas después que “los enemigos del islam intentan, por una parte, que se arraiguen la división y los enfrentamientos en el seno del mundo islámico, recurriendo, por la otra, a la explotación de los grupos terroristas que simulan ser de matriz islámica”. Luego él deploró “la proliferación de la violencia y del terrorismo en el mundo islámico”, antes de subrayar que “la República islámica de Irán siempre ha garantizado su apoyo a los Estados que han pedido su ayuda en la lucha contra el terrorismo”.

A nadie se le ha escapado la perseverancia tenida, durante años, por Arabia Saudita, en sus  intentos fallidos por crear un conflicto inter-confesional  islámico entre sunitas y chiíes,  tal como fue especificado por el director general de cuestiones políticas y de seguridad del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Hamid Buaidi Nijad.  El mismo luego afirmó que “Arabia Saudita ha insistido hasta el final en golpear sus tambores de la fitna (entre diversas confesiones del islam, sobre todo entre sunitas y chiíes) y la división, a pesar del discursos constructivo del presidente Rohuani”. En tanto, el jefe de la comisión de Seguridad Nacional y de Política Exterior del Parlamento iraní, Alaeldin Brogerdi, acusaba a Arabia Saudita, sin medias tintas, de ser “quien apoya la división dentro del mundo islámico”.

En el documento conclusivo de 200 puntos, una sección está dedicada a condenar a Hezbollah, el cual es definido por los diarios libaneses “el único grupo islámico que sigue luchando contra Israel y contra ISIS” . En el documento final de la OCI éste fue definido como una “organización terrorista”: este artículo no fue votado por la delegación libanesa, que insistió sobre la “necesidad de no interferir en los asuntos internos de los otros países miembros”. Apoyando al Líbano, y por ende no votando a favor de ésta, se pronunciaron también Túnez, Irak y Argelia: siendo que las resoluciones deben ser tomadas por unanimidad, ayer la OCI parece haber fracasado, una vez, en adoptar cualquier resolución válida a todos los efectos.

“No hubo, por supuesto, ninguna mención sobre la intervención armada de Arabia Saudita en Bahréin o en Yemen” destacó un analista libanés. En tanto, el llamamiento dirigido a “liberar los territorios de Karabaj ocupados por Armenia” (siendo que en realidad Armenia, como República, no ocupa ningún territorio azerbaiyano) fue considerado por el analista turco Ozgur Gondim como un desahogo de los “perdedores en la guerra en Siria, Turquía, Israel y Arabia Saudita”, que buscam hallar un consuelo en Karabaj “estando de parte de Azerbaiyán para compensar las derrotas que ellos registraron en Siria”.

Por último, para Palestina hubo una simple invitación a “retomar las negociaciones de paz y dar un nuevo empuje al proceso de paz”.