Papa: Los católicos chinos se vuelvan signo concreto de caridad y reconciliación

Luego del Angelus, Francisco recuerda la Jornada de oración por la Iglesia de China, que cae el próximo 24 de mayo: “Pidamos a María que done a sus hijos en China la capacidad de discernir en cada situación los signos de la presencia amorosa de Dios, que siempre acoge y perdona”. Antes de la oración mariana, una reflexión sobre la Santísima Trinidad: “Esta fiesta nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser levadura de comunión, de consolación y de misericordia”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) –  Que lo católicos chinos “junto a cuantos siguen otras nobles tradiciones religiosas” puedan, en este Año jubilar, “convertirse en signo concreto de caridad y de reconciliación. De esta manera, ellos promoverán una auténtica cultura del encuentro y de la armonía en la sociedad entera”. Lo dijo el Papa Francisco luego de la oración mariana del Angelus. El próximo 24 de mayo cae, de hecho, la Jornada de oración por la Iglesia en China, dedicada a la Virgen de Sheshan, “auxilio de los cristianos”. Pidamos a María, agrega el Papa, “que done a sus hijos en China la capacidad de discernir en cada situación los signos de la presencia amorosa de Dios, que siempre acoge y perdona”.

Antes de la oración, Francisco habla de la fiesta de la Santísima Trinidad, y del Evangelio de Juan,  en el cual las verdades más profundas respecto a él: “Jesús sabe estar cercano a la realización del diseño del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por eso quiere asegurar a los suyos que no los abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. Será el Espíritu quien conducirá a la Iglesia”.

Jesús revela en qué consiste su misión: “Ante todo el Espíritu nos guía para entender las muchas cosas que Jesús mismo tiene aún por decir (cfr. Jn 16,12). No se trata de doctrinas nuevas o especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo ha oído del Padre y que ha dado a conocer a los discípulos (cfr v. 15). El Espíritu nos guía en las nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierta a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente, arraigados en el Evangelio y también con una dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres”.

Pero el misterio de la Trinidad, agrega el Papa, “nos habla también de nosotros, de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. De hecho, mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha insertado en el corazón y en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una “familia” de tres Personas que se aman tanto que conforman una sola cosa. Esta “familia divina” no está cerrada en sí misma, sino que es abierta, se comunica en la creación y en la historia, y ha entrado en el mundo de los hombres para invitar a todos a formar parte de ella. El horizonte trinitario de comunión envuelve a todos y nos estimula a vivir en el amor y en el compartir fraterno, seguros de que allí donde hay amor, está Dios”.

Nuestro haber sido creados a imagen y semejanza de Dios- comunión “nos llama a comprendernos a nosotros mismos como seres-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco. Tales relaciones se desarrollan, ante todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que siempre, cada vez, sea más evidente la imagen de la Iglesia cual ícono de la Trinidad. Pero también se desarrollan en todas las demás relaciones sociales, desde la familia hasta las amistades o el ambiente de trabajo - todo: son ocasiones concretas que nos son ofrecidas para construir relaciones humanas cada vez más ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado”.

La fiesta de la Santísima Trinidad, concluye Francisco, “nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser levadura de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, estamos sostenidos por la fuerza que nos dona el Espíritu Santo: ella cura la carne de la humanidad herida por la injusticia, por el atropello, el odio y la avidez. La Virgen María, en su humildad, ha acogido la voluntad del Padre y ha concebido al Hijo por obra del Espíritu Santo. Que ella, espejo de la Trinidad, nos ayude a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad”.

Inmediatamente luego del  Angelus, el Papa recuerda la beatificación de Francisco María Greco, celebrada ayer en Cosenza (anuncio que fue recibido con un aplauso, que el Papa pide se haga extensivo “a tantos buenos curas que hay aquí en Italia”) y el inicio, mañana, en Estambul, de la primera Cumbre Humanitaria Mundial, cuyo fin será reflexionar sobre las medidas a adoptar para salir al encuentro de las dramáticas situaciones humanitarias causada por conflictos, problemáticas ambientales y extrema pobreza: “Acompañamos con la oración a los participantes en esa reunión, para que se comprometan plenamente en realizar el objetivo humanitario principal: salvar la vida de todo ser humano, sin excluir a nadie, en particular los inocentes y a los más indefensos”. La Santa Sede “tomará parte en este encuentro, en esta Cumbre Humanitaria, y por esto viaja hoy, para representar a la Santa Sede, el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin”               

Inmediatamente luego, Francisco agrega: “l martes, 24 de mayo, nos uniremos espiritualmente a los fieles católicos en China, que ese día celebran con particular devoción la memoria de la Bienaventurada Virgen María “Ayuda de los Cristianos”, venerada en el santuario de Sheshan en Shanghai. Pidamos a María donar a sus hijos en China la capacidad de discernir en cada situación los signos de la presencia amorosa de Dios, que siempre acoge y siempre perdona. Que en este Año de la Misericordia los católicos chinos puedan, junto a cuantos siguen otras nobles tradiciones religiosas, convertirse en signo concreto de caridad y de reconciliación. De esta manera ellos promoverán una auténtica cultura del encuentro y de la armonía en la sociedad entera, esa armonía que tanto ama el espíritu chino”.

Luego de los saludos a los fieles presentes –en modo particular, el pontífice está “feliz de recibir” a los fieles ortodoxos de la Metrópolis de Berat, en Albania, a quienes agradece “por su testimonio ecuménico” – Francisco saluda a la comunidad católica china de Roma, y augura a todos un “buen domingo. Por favor, no se olviden de rezar por mí. Buen almuerzo y ¡hasta luego!”.