Habiendo gozado de mala fama en la época de la dictadura militar, las “unidades espaciales” de la policía, bajo las órdenes directas del presidente, fueron abolidas a la caída de Fernando Marcos. El presidente electo Rodrigo Duterte las elogió en reiteradas oportunidades, y las habría puesto nuevamente en funcionamiento para transformar Davao –distrito del cual fue intendente por años- en un bastión de la seguridad. En la última semana, ocho presuntos dealers de droga fueron asesinados con disparos de pistola. Arzobispo de Cebú: “El nuevo líder dice una cosa y hace otras cien (distintas)”.
Manila (AsiaNews) –En los últimos cinco días, las fuerzas de la policía filipina mataron a ocho presuntos dealers de droga, en enfrentamientos a fuego cruzado en las calles de varias ciudades del país. La prensa local está comenzando a hablar de “ejecuciones”, y del “regreso de los escuadrones de la muerte”, que gozaron de tan mala fama durante la dictadura de Marcos. Por otro lado, el presidente electo mismo, Rodrigo Duterte (en la foto) en reiteradas oportunidades celebró la utilización de las “fuerzas especiales” de policía. Según sus opositores, es justamente gracias a éstas, y a cientos de homicidios extra-judiciales, que habría logrado transformar la ciudad de Davao (de la cual fue intendente durante años) en un bastión de la seguridad.
Por su parte, la seguridad pública subraya que los ocho sospechosos “murieron de manera legal”. Se trataría, en todos los casos, de enfrentamientos a fuego “provocados por los delincuentes”. Un homicidio ocurrió en Manila, el segundo en los alrededores de la capital, un tercero en una pequeña ciudad en el norte del país; los otros tres fueron precisamente en Davao, mientras que de los últimos dos no se tienen detalles particulares.
La inspectora de policía Milgrace Driz, de Davao, no quiso hacer comentarios acerca de los testimonios que, por el contrario, definieron los tres homicidios locales como “una ejecución”. Según algunos testigos, cinco hombres armados montados en motocicletas dispararon a corta distancia contra tres pequeños criminales y luego se alejaron con calma. Una fuente sostiene haber visto al menos a uno de los atacantes llevando una radio de la policía.
Para Driz se trata, en cambio, de un “claro ajuste de cuentas entre pandillas criminales enemigas entre sí. Los escuadrones de la muerte de Davao no existen, y jamás han existido. Sois vosotros, los periodistas, quienes los habéis creado con vuestra imaginación”. Diversos activistas por los derechos humanos y representantes de ONGs internacionales, por el contrario, están convencidos de que los escuadrones –“herencia” de la dictadura de Marcos, y que fueron disueltos con la caída del régimen- están nuevamente en boga. “Tememos que haya una erosión del estado de derecho. Cuando esto ocurra, y esto ocurrirá, las Filipinas se convertirán en el Salvaje Oeste, y serán completamente ingobernables”.
El presidente electo atacó tanto a estas ONGs –que definió como “agentes de los extranjeros que detentan intereses en el país” como a la Iglesia católica. Según Duterte, los obispos filipinos “son corruptos e hipócritas”, además de ser “hijos de …”: “Hablan de tantas cosas morales, pero luego piden favores a la política. Me los han pedido incluso a mí”. La Conferencia episcopal había preparado un comunicado de respuesta, pero “con humildad” los prelados decidieron no publicarlo y aguardar, en cambio, a que el nuevo gobierno asuma oficialmente el poder, lo cual está previsto para el 30 de junio.
Mientras tanto, el arzobispo de Cebú, Mons. José Palma, declaró “no entender” cómo funciona la mente de Duterte: “Dice una cosa, al día siguiente la cambia un poquito, y mientras tanto hace otras cien. Como sea, debemos esperar a ver qué hará durante su mandato. Y escuchar con humildad lo que dice, incluso si esto es contra la Iglesia. Luego, en todo caso, responderemos”.