Agua y viviendas: la obra para los campesinos de Sri Lanka que llevan adelante voluntarios de Singapur

Diez miembros del CHARIS (Caritas Humanitarian Aid & Relief Initiatives, Singapur) viajaron a Galle, situada al sur de la isla, para ayudar a las comunidades rurales del lugar. Guiados por un sacerdote, enseñaron a los habitantes a construir viviendas y plantas para el filtrado del agua. Un voluntario de 23 años de edad dice: “En este viaje entendí que el idioma del amor es universal”.


Singapur (AsiaNews/Agencias) – Desde Sinapagur a Sri Lanka, para ponerse al servicio de los habitantes pobres que viven en el sur del país, y que a menudo no tienen acceso al agua potable, a servicios sanitarios o a viviendas bien construidas. Diez miembros de la organización CHARIS (Caritas Humanitarian Aid & Relief Initiatives, Singapur) decidieron dedicar alguna que otra semana a enseñar técnicas de purificación del agua y técnicas de construcción a las personas menos afortunadas.

Los voluntarios, guiados por el P. Michael Rajendram, volaron a la diócesis de Galle (en el extremo sur de Sri Lanka), donde trabajaron en colaboración con el Centro diocesano para el desarrollo social. Las actividades se enfocaron en dos distritos del interior, situados a algunos cientos de kilómetros de la ciudad.

En la zona de Hambantota, miembros del CHARIS ayudaron a construir un sistema para el filtrado del agua por bioarena en dos aldeas, para que los habitantes locales puedan enseñarlo a su vez a otras aldeas.  Los voluntarios trabajaron junto a mujeres, niños y ancianos, enseñándoles a lavar Ia grava y la arena, que sirven como filtros naturales para potabilizar el agua. Utilizando tubos de plástico y grandes recipientes, los habitantes lograron construir plantas en funcionamiento.

En el distrito de Deniyaya, en cambio, el equipo de voluntarios se dispuso a construir algunas viviendas y colocar ladrillos para los muros portantes. Los habitantes locales sirvieron té y una comida luego de la obra.

Gabriel Chek, un voluntario de 23 años y estudiante en la Singapore University of Technology and Design, cuenta: “Este viaje me permitió ser testigo del idioma universal del amor”. Enfrentarse a  situaciones tan difíciles,  agrega, lo ayudaron a no dar por descontado los bienes y las comodidades que tan fácilmente se encuentran en Singapur.

Sivamalar Kulasegaram es una docente de 40 años, y también ella decidió viajar a Sri Lanka. La mujer cuenta que quedó conmovida por el espíritu de fraternidad que se instauró entre los habitantes de las aldeas y el equipo de voluntarios, que siempre han trabajado juntos por el bien de las comunidades rurales”.