Iglesia japonesa: el hombre debe detener la destrucción del mar por egoísmo

En un mensaje para el próximo Domingo del Mar 2016, que se celebrará el 10 de julio, el presidente de la Comisión Episcopal para los Refugiados y Migrantes Mons. Goro Matsuura subraya: "Las dificultades y peligros que viven los hombres de mar no provienen sólo de la naturaleza, sino cada vez más, de la explotación del hombre. Sin embargo, todos estamos en el mismo barco".
 


Tokio (AsiaNews) - Las dificultades y los peligros que viven los hombres de mar "no provienen sólo de la naturaleza. El mar se convierte, de hecho, en algo cada vez más peligroso debido a los ensayos nucleares, al vertido de material radiactivo y a la contaminación del agua. Los medios de comunicación no lo mencionan, pero los hombres y muchas especies marinas corren riesgos muy altos". Lo escribe Mons. Michael Goro Matsuura, presidente de la Comisión Episcopal para los refugiados y los migrantes, en un mensaje para el próximo Domingo del Mar 2016. Este será celebrado el 10 de julio, y fue precedido por un texto del Pontificio consejo para los migrantes y los itinerantes.

La Carta del Prelado japonés se titula "En la misma barca - Con la misericordia del Padre" y recuerda que en el año del Jubileo "estamos llamados a amarnos unos a otros como miembros de la misma familia encabezada por nuestro Padre". Sin embargo, este amor misericordioso no siempre envuelve a los hombres de mar: "Es raro leer noticias relacionadas con estas personas. Tal vez debido a que los acontecimientos en el mar no son noticia, mientras que los ataques terroristas y los diversos incidentes que ocurren en el continente son "cubiertos" por los medios de comunicación a toda costa".

Sin embargo, los navegantes a menudo se enfrentan, también, con los mismos peligros: "Después del gran terremoto [en de marzo de 2011, ndr] un portaaviones estadounidense atracó cerca de Fukushima para ayudar a los que habían sido afectados por el desastre. Pero nadie les había advertido sobre la radiación, con el resultado de que al menos 2.000 personas se vieron expuestas a estos peligros".

El mar, concluye Mons. Matsuura, "es un regalo maravilloso de la Creación de Dios. No debemos contaminarlo más para alimentar el ego humano. El pan de cada día que comemos proviene, también, de quienes trabajan en el mar. Estamos todos en la misma barca, por lo que debemos prestar la misma atención a quienes trabajan en el mar y a quienes lo hacen en latierra, apoyándonos los unos a los otros. Con motivo del Domingo del Mar, oremos por los marineros y sus familias".