Cerca del 61% ha votado por el sí a la Carta Magna escrita por los militares. Afluencia del 55%. Críticas por la represión de la campaña a favor del “no” en las semanas que precedieron a la votación. De ahora en más, el Senado (nombrado por el gobierno) podrá elegir al primer ministro. Se prohibió la presencia de observadores independientes durante la votación.
Bangkok (AsiaNews/Agencias) – Cincuenta millones de tailandeses, llamados a las urnas, aprobaron ayer el proyecto de la Constitución propuesto por la Junta militar. Según datos no oficiales, cerca del 60% de los electores votaron por el sí a la pregunta por la aprobación de la Carta Magna que sustituirá a la de 2014. La afluencia fue del 55%, no obstante la gran campaña dispuesta por los militares, invitando a todos a acudir a las urnas.
Además de la aprobación de la Constitución, el referéndum preguntaba por la aceptación de una medida que permite al Senado unirse a la Cámara baja en la elección del primer ministro. Esta medida también fue votada por una mayoría de “sí”. Los 250 miembros del Senado no son elegidos, sino que son nombrados por el gobierno en su totalidad.
Observadores y activistas critican a la junta que se encuentra actualmente en el poder, por haber prohibido la campaña electoral a favor del “no”. En los días que precedieron a la votación, los militares arrestaron a miles de personas y dispersaron a los movimientos populares que se oponían a la nueva Constitución. La comisión electoral no autorizó la presencia de observadores independientes durante el escrutinio.
El primer ministro Prayut Chan-O-Cha declaró que las próximas elecciones generales se celebrarán hacia fines de 2017 (probablemente en octubre). Luego de la victoria en el referéndum, el general vio ampliar su reconocimiento en vista de su próxima candidatura.
La junta militar controla Tailandia desde mayo de 2014, cuando tomó el poder a través de un “golpe blanco”, que interrumpió años de choques entre las “camisas rojas” –que sostienen al ex premier Thaksin Shinawatra, popular en las zonas rurales y entre los sectores más débiles- y las “camisas amarillas”, representantes de la clase urbana y del establishment.