Papa: Dios no es un "refugio psicológico" y Jesús no es un "maestro de la ética"

El no a una "fe hecha de bricolaje" que distorsiona la imagen de Dios fue el centro de la catequesis del Papa Francisco, que dedicó la audiencia general de hoy al tema de la misericordia "que salva".


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Dios no es un "ídolo” útil "para justificar sus propios intereses o incluso el odio y la violencia" ni "un refugio psicológico donde encontrar tranquilidad en los momentos difíciles", y Jesús no es "uno de los muchos" maestros de la ética, sino "el verdadero instrumento de la misericordia del Padre", que "no envió a su hijo para castigar a los pecadores o aniquilar a los malvados", sino para invitar a la conversión. El no a una "fe hecha de bricolaje", que distorsiona la imagen de Dios, fue el centro de la catequesis del papa Francisco, que dedicó la audiencia general de hoy al tema de la misericordia "que salva".

Francisco comento a las 30.000 personas presentes en la plaza de San Pedro el pasaje del Evangelio de Mateo en el que "la intención del evangelista es hacernos entrar más profundamente en el misterio de Jesús, para recibir su bondad y su misericordia. El episodio es el siguiente: Juan Bautista envía a sus discípulos a Jesús –Juan estaba en la cárcel- para hacerles una pregunta muy clara: «¿Eres tú quien debe venir o debemos esperar a otro?» (v. 3). Era justo en el tiempo de la oscuridad… El Bautista esperaba con ansias al Mesías y en su predicación lo había descripto con colores fuertes, como un juez que finalmente habría instaurado el reino de Dios y purificado a su pueblo, premiando a los buenos y castigando a los malos. Él predicaba así: «El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles: por eso el árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego» (Mt 3,10). Ahora Jesús ha iniciado su misión pública con un estilo distinto; Juan sufre y en la doble oscuridad –en la oscuridad de la cárcel, en la oscuridad de la celda, y en la oscuridad del corazón no comprende este estilo y quiere saber si es Él el Mesías, o si en cambio debe esperar a otro”.

"Y la respuesta de Jesús parece que a primera vista no corresponde con la solicitud del Bautista. Jesús, de hecho, dice: «Vayan a contar a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los paralíticos caminan, los leprosos son purificados y los sordos oyen, los muertos resucitan, la Buena Noticia es anunciada a los pobres. ¡Y feliz aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!». Esta es la respuesta de Jesús. Aquí queda claro el intento del Señor Jesús: Él responde que es el instrumento concreto de la misericordia del Padre, que va al encuentro de todos llevando la consolación y la salvación, y de este modo manifiesta el juicio de Dios. Los ciegos, los paralíticos, los leprosos, los sordos recuperan su dignidad y ya no son más excluidos por su enfermedad, los muertos vuelven a vivir, mientras que a los pobres les es anunciada la Buena Noticia. Y esta se convierte en la síntesis del actuar de Jesús, que de este modo hace visible y tangible el obrar mismo de Dios".

"La justicia que el Bautista colocaba en el centro de su predicación en Jesús se manifiesta, en primer lugar, como misericordia. Y las dudas del Precursor no hacen más que anticipar el desconcierto que Jesús suscitará a continuación con sus obras y sus palabras. Se comprende, entonces, la conclusión de la respuesta de Jesús. Dice: «Feliz aquel para quien yo no sea motivo de escándalo!». Escándalo significa “obstáculo”. Por eso Jesús advierte sobre un particular peligro: si el obstáculo para creer lo conforman sobre todo sus acciones de misericordia, eso significa que se tiene una falsa imagen del Mesías. Bienaventurados, en cambio, aquellos que, ante los gestos y  las palabras de Jesús, dan gloria al Padre que está en los cielos”,

"La amonestación de Jesús es siempre actual: también hoy el hombre construye imágenes de Dios que le impiden disfrutar de su presencia real. Algunos recortan una fe haciéndola “a la medida de cada uno” y así se reduce a Dios al espacio limitado de los propios deseos y de las propias convicciones. Pero esta fe no es conversión al Señor que se revela, sino que más bien, impide que ésta provoque nuestra vida y nuestra conciencia. Otros reducen a Dios a un falso ídolo; usan su santo nombre para justificar los propios intereses o incluso el odio y la violencia. Para otros todavía Dios es solamente un refugio psicológico con el cual ser tranquilizados en los momentos difíciles: se trata de una fe plegada en sí misma, impermeable a la fuerza del amor misericordioso de Jesús que empuja hacia los hermanos. Otros todavía consideran a Cristo solo como un buen maestro de enseñanzas éticas, uno entre tantos otros de la historia. Finalmente, hay quien sofoca la fe en una relación puramente intimista con Jesús, anulando su impulso misionero capaz de transformar el mundo y la historia. Nosotros cristianos creemos en el Dios de Jesucristo, y su deseo es que crezcamos en la experiencia viva de su misterio de amor. Por lo tanto, comprometámonos a no interponer ningún obstáculo en el actuar misericordioso del Padre, pero pidamos el don de una fe grande para ser también nosotros signos e instrumentos de misericordia".