Filipinas, la Iglesia y el gobierno se unen para rehabilitar a los drogadictos

La arquidiócesis de Cagayán de Oro estableció un acuerdo con el ejecutivo local: un programa multi-sectorial para ayudar a prevenir y tratar el abuso de estupefacientes. Arzobispo Ledesma: “No tenemos estructuras para brindar asistencia médica, pero podemos brindar una ayuda espiritual. Las ejecuciones sumarias no son la solución: no se combate el crimen con otro crimen”. 


Cagayán de Oro (AsiaNews/CBCP)- La arquidiócesis de Cagayán de Oro se une al gobierno local para apoyar un programa multi-sectorial de rehabilitación para los tóxico-dependientes. Lo anunció Mons. Antonio Ledesma, arzobispo de la zona que está en el sur de Filipinas. Para el prelado “la Iglesia no tiene las estructuras adecuadas para brindar ayuda médica, pero podemos brindar ayuda espiritual de modos muy diversos”. Además,  condena las ejecuciones sumarias contra los despachantes de drogas: “El crimen no se combate con otro crimen”.

La referencia es a la “tolerancia cero” contra el mercado de la droga prometida por el presidente Duterte en su campaña electoral y que, después de la victoria en las urnas, se transformó en una matanza de presuntos criminales. Las víctimas comprobadas son lamentablemente más de tres mil -algunos grupos de la sociedad hablan del doble- y al mismo tiempo no se registran investigaciones contra policías o vigilantes que hayan disparado contra personas, que en muchos casos estaban desarmadas. El jefe de la policía nacional incluso llegó a invitar a los tóxico-dependientes “a quemar” las casas de los “señores de la droga” y les prometió impunidad a cambio de ello: “Vosotros sois las víctimas, no seréis castigados”.

El arzobispo Ledesma dio su adhesión a la “Coalición por una sociedad libre de la droga” formada por el gobierno de Cagayán de Oro -ciudad independiente en la provincia de Mindanao-y coordinada por el Departamento de Salud junto a muchos grupos de la sociedad civil. La finalidad de la misma es aumentar la conciencia en relación a los daños provocados por los estupefacientes y rehabilitar a quien los usa.

Existen “tres pasos necesarios: prevención, intervención y apoyo de la comunidad -aclaró el prelado-. Es en este campo que la Iglesia hará su parte. Podemos dar asesoramiento, consuelo espiritual y apoyo incluso a través de las estructuras de nuestras parroquias y de nuestro centros de formación”. Las ejecuciones sumarias, concluyó, “no son una solución. No se puede combatir un crimen con otro crimen”.

Contra esta derivación intervino en varias ocasiones el presidente de la Conferencia episcopal filipina, el arzobispo de Lingayen-Dagupán, Mons. Sócrates Villegas, que presentó un pedido “de humanidad de las fuerzas del orden” y publicó una oraciónpara sanar las heridas de la sociedad”. Además de él, se expresaron muchos otros líderes católicos, a quienes se sumó también el Card. Tagle. El arzobispo de la catedral abrió las puertas de la Iglesia a los tóxico-dependientes, invitándolos a liberarse de la droga.

Con dureza, el Card. condenó el mercado de los despachantes: “Vender estas sustancias ilegales y alentar a los jóvenes al vicio es otra forma de homicidio: se matan sus sueños, sus mentes y sus relaciones sociales y familiares”. Sin embargo, ante una persona culpable, concluyó, “uno debe esforzarse para que tenga una nueva vida y la posibilidad de ponerse en pie”.