Fuerzas de seguridad turcas arrestan a dos co-síndicos de Diyarbakir, la “capital” kurda

Los dos altos funcionarios fueron sometidos al régimen de custodia cautelar, en el marco de una investigación vinculada al “terrorismo”. Los vehículos y carros blindados rodearon el municipio y los edificios fueron requisados. La operación forma parte de la campaña de represión que ha seguido al golpe fallido. Ante los Estados Unidos, Ankara renueva el pedido de expatriación del líder islámico Gülen.


Estambul (AsiaNews/Agencias) – Las Fuerzas de seguridad turcas arrestaron a dos co-síndicos de Diyarbakir, la ciudad de mayoría kurda más importante y de mayor tamaño, situada en el sudeste de Turquía. Los dos altos funcionarios fueron sometidos a régimen de custodia cautelar, en el marco de una investigación vinculada a “terrorismo” interno.  En realidad, el arresto ha de ser encuadrado en la campaña de represión masiva lanzada por el gobierno y por el presidente Recep Tayyip Erdogan contra los (presuntos) autores y flanqueadores del (fallido) golpe de Estado ocurrido en Turquía en el pasado mes de julio.

Fuentes locales refiere que ayer, decenas de policías, carros blindados ligeros y miembros de las fuerzas de seguridad rodearon el municipio y efectuaron una larga requisa en los edificios de la comuna. Mientras tanto, un escuadrón de agentes procedía al arresto de Gültan Kisanak cuando éste se encontraba en el aeropuerto de la ciudad; simultáneamente, su colega Firat Anli fue detenido en su domicilio.

Ambos dirigen, con roles distintos, la ciudad del sudeste de Turquía que es considerada la “capital” de la zona del país que es mayoritariamente kurda; hace tiempo que en el área se desarrollan combates entre el ejército de Ankara y los milicianos del Partido de los trabajadores del Kurdistán (PKK), que han provocado graves daños, entre los cuales figura la destrucción parcial de una histórica mezquita del siglo XVI.

La detención de los dos altos funcionarios locales forma parte de una campaña de represión masiva que ha sido promovida por las autoridades turcas, y que en poco más de tres meses ha conducido al arresto de 35.000 personas y a un total de 82.000 indagados. Durante las fases agitadas del fallido golpe de la noche del 15 al 16 de julio pasado, murieron 270 personas y hubo miles de heridos.

Desde los días inmediatamente posteriores, Ankara lanzó una campaña de purgas dirigida contra personalidades intelectuales, políticas, militares y administrativas, por considerarlas cercanas al predicador islámico  Fethullah Gülen, exiliado en los Estados Unidos, quien siempre negó cualquier tipo de involucramiento en las operaciones. La presión ejercida ha ido en aumento, llegando a abarcar a periodistas, a medios cercanos a la oposición, a docentes y al personal administrativo.

En tanto, el ministro turco de Justicia, Bekir Bozdag, renovó ayer ante Washington la solicitud de extradición de Gülen, considerado por Ankara como el cerebro del golpe y puesto a la par del fundador de al Qaeda de Osama bin Laden.   En caso de “no darse la extradición” subrayó el alto funcionario -a punto de partir para los Estados Unidos, donde se reunirá con la homóloga Loretta Lynch-, esto “terminará teniendo un impacto negativo en las relaciones” entre los dos países.

En Turquía, Gülen fundó un movimiento popular llamado “Hizmet” (el “servicio”, en turco) compuesto por una red de escuelas, organizaciones no gubernamentales y empresas que se ha arraigado y difundido en todo el país. El gobierno de Ankara equipara a este movimiento con una “organización terrorista”.