Contra el extremismo, líderes cristianos y musulmanes promueven la cultura del diálogo y de la dignidad de la mujer

La declaración final de cuarto encuentro cristiano-musulmán, que se realizó en Teherán. El documento está firmado por personalidades católicas, anglicanas, sunitas y chiíes. Lucha a todo campo contra el fundamentalismo confesional. El compromiso por un respeto recíproco y por una interpretación no violenta de los textos sagrados. Potenciar la educación del personal religioso.


Teherán (AsiaNews)- Favorecer el diálogo entre religiones, contrastar a todo campo el fundamentalismo de trasfondo confesional, promover una revisión de los textos sagrados eliminando los elementos de violencia o las fuentes de intolerancia hacia los otros credos o quien se profese ateo. Es cuánto piden los líderes religiosas cristianos y musulmanes, en la declaración del cuarto Encuentro cristiano-musulmán, que se realizó en Teherán (Irán) del 6 al 9 noviembre pasado. El texto lleva la firma del Card. John Onaiyekan, arzobispo metropolitano de Abuya (Nigeria), del Rev. John Bryson Chane, obispo anglicano de Washington (EEUU), el sunita Sheik Mahdi Sumaidaie, muftí general de Irak y el líder chií Sayyed Mostafa Mohaghegh Damad, director del centro de estudios islámicos en Irán.

A continuación la declaración final de los líderes islámicos-cristianos:

Este encuentro representa el cuarto de una serie de encuentros entre líderes religiosos y expertos cristianos (católicos y anglicanos/episcopales) y musulmanes (sunitas y chiíes), provenientes de cuatro continentes. Hemos tenido también el honor de la presencia entre nosotros de representantes de la Iglesia armenia ortodoxa y de exponentes de la tradición religiosa zaroastriana.      

Un encuentro hospedado con extrema generosidad de la Organización islámica para las culturas y religiones (ICRO) y por el Centro para el diálogo interreligioso (CID) de Teherán, en Irán. Deseamos ofrecer nuestros más sentidos agradecimientos y profundo aprecio a nuestros dueños de casa iraníes.

El tema elegido para este cuarto encuentro fue: “Respeto de la dignidad humana- Fundamentos para la paz y la seguridad”.

Nosotros líderes y académicos, de la tradición (anglicana-episcopal y católica) y musulmana (sunita y chií), creemos que:

-La vida es el don más grande que Dios ha dado a la humanidad y ninguno se puede arrogar el derecho a la vida;

-Dios generó hombres y mujeres mediante el amor, dotándolo de una sacralidad y de una dignidad, únicas y de derechos y responsabilidades inalienables;

-Dios, mediante el mismo amor, continúa a cuidar toda la familia humana;

-Los Libros que consideramos sagrados incluyen el mensaje central y la invitación a demostrar misericordia, compasión, arrepentimiento, perdón, reconciliación, cuidado de los huérfanos, de las viudas, del extranjero, del oprimido y de los más débiles;

-Los conceptos de creyentes/infieles (Munin/Kafir) no deberían en ningún modo lesionar los derechos de los ciudadanos y las relaciones sociales. En cambio es necesario tener un comportamiento práctico, en el contexto de quien quiere la paz y de cuantos invocan la guerra y la violencia.

Evidenciamos con profunda preocupación y enorme tristeza que:

-Estos mismos textos (sagrados) algunas veces interpretados erróneamente, instrumentalizándolos y distorsionados para justificar y fomentar gestos de odio, discriminación, exclusión, violencia y terrorismo hacia los otros;

-Mujeres, niños, minorías étnicas y religiosas son los primeros objetivos de una interpretación equivocada de estos textos y que se traduce en formas diversas de odio, humillación y persecución.

Estamos profundamente entristecidos por el hecho que:

-Este tipo de comportamiento son fuente de ofensa a Dios, porque causan grave daño a personas que Dios mismo ha creado y que son ante todo víctimas;

-Este tipo de comportamiento es fuente de desacreditación para las religiones, para sus líderes y para todos los fieles.

Condenamos:

-Tendencias agresivas y gestos criminales contra naciones, grupos individuos, comprendidos los ataques injustificados, ocupación o destrucción de tierras soberanas, territorios, propiedades, patrimonio histórico, religioso o artístico y desplazamientos forzados de personas al interior o fuera de las fronteras nacionales.

-Un lenguaje que sea ofensivo hacia los creyentes y al mismo tiempo, cualquier respuesta violenta a este tipo de lenguaje;

-La interpretación equivocada y la denigración de la religión realizados por órganos de prensa, de gobiernos y de movimientos laicos en lo social;

-La manipulación de las leyes sobre la blasfemia para justificar comportamientos criminales;

-Las conversiones forzadas en el contexto de matrimonios interreligiosos, los límites a la libre práctica del culto, también entre los trabajadores migrantes en todas aquellas naciones en las cuales la religión más difundida pueda diferir de la de ellos, así como también las prácticas aberrantes de secuestro o conversión de jóvenes muchachas por mano de hombres más ancianos, en cualquier parte del mundo esta práctica pueda suceder;

Por esto pedimos:

-El fin de las guerras, de los conflictos, de las disputas como trasfondo confesional, de las tensiones en el plano civil mediante un compromiso constante finalizado en la instauración de un diálogo religioso que sea pacífico, respetuoso y fundado en la diplomacia, para descartar gestos violentos o enfrentamientos;

-Un relectura, una nueva comprensión y una enseñanza cuidada de nuestras creencias religiosas, de los valores, de los principios, que sean respetuosos de toda persona humana, de la dignidad humana y de los derechos y de las responsabilidades que se ligan al ser humano;

-Una revisión completa de los programas de formación, en particular de aquellos adoptados por los líderes religiosos, de tal modo que ellos puedan comprometerse en promover escritos y discursos que sean objetivos en relación “de los otros”, evitando referirse a ellos como “no creyentes” sólo porque la fe de ellos difiera de la nuestra; y tratar siempre con el debido respeto hacia aquellos que no profesan religión alguna, pues ellos no deben ser jamás y en ningún caso, privados de sus derechos y de su dignidad;

-Que todos los líderes religiosos lean e interpreten los textos sagrados en su contexto y sean preparados no sólo en defender sus tradiciones religiosas sino también, si necesario ser más reflexivos y críticos en mérito a estas tradiciones y a estos textos; la voluntad de ser más críticos puede ser un medio eficaz para contrastar el fanatismo;

-Un compromiso común de los líderes religiosos, presentes en este encuentro y en todo el mundo, en poner en práctica nuestras ideas y las enseñanzas en materia de fe y en referencia  nuestras tradiciones religiosas.

Afirmamos que:

-La pertenencia a una específica fe religiosa no debe transformarse en una afirmación o reivindicación de superioridad, que puede dar como resultado en exclusivismo o en la expulsión de cuantos no pertenezcan a la misma fe religiosa y no profesan ninguna religión;

-Los creyentes deben evitar contradicciones en sus comportamientos y en la vida de todos los días, respecto a lo que afirman con palabras y en las enseñanzas;

-Cada uno de nosotros debe trabajar para la promoción de la dignidad humana y el respeto universal por los derechos humanos de todos los individuos;

-La presencia de mujeres en la mesa del diálogo interreligioso es indispensable;

-Las mujeres son aquellas que sufren en modo más violento las consecuencias del conflicto y por esto, se sientan en la mesa de los coloquios como agentes de paz con una sensibilidad especial hacia las personas más marginadas y vulnerables;

-La familia, donde amor y respeto, libertad y responsabilidad son vividas cada día es una fuente insustituible para la promoción de la paz y la armonía entre todas las personas;

-Intelectuales y académicos no deben ser aislados y marginados, sino deben ser inmersos en la comunidad en la cual viven y estar en contacto con los líderes religiosos;

-La religión no debe mezclarse con finalidades o intereses políticos y económicos, o con el deseo de acumular poder o intereses personales;

-No debemos permitir ninguna interpretación ideológica o manipulación de las verdaderas enseñanzas de los textos religiosos, para superar las preocupaciones en materia de tratamiento justo, igual, compasivo hacia todas las personas humanas.

Por esto, todos nosotros, nos comprometemos en:

-Promover una cultura de no-violencia, también en respuesta a acciones violentas y en conformidad con las normas y a las políticas del derecho internacional, nacional y local, además según las leyes establecidas por Dios;

-Proteger la libertad de pensamiento, religión, práctica del culto para todo ser humano, respetando la dignidad humana de todas las personas;

-Promover una cultura de comprensión racional u hermenéutica de los preceptos religiosos, de las creencias y de las prácticas del culto;

-Apoyar las comunicaciones y las relaciones entre centros comprometidos en las actividades interreligiosa, compartiendo conocimientos y recursos en tema de educación, así como las “buenas prácticas” para el intercambio entre las religiones y culturas diversas;

-Dar paso a un compromiso mayor para erradicar las persecuciones y las fobias en tema de fe, ya sea que éstas afectan a musulmanes, cristianos u otros grupos religiosos, además que prevenir los insultos, las ofensas, la distribución de símbolos religiosos, el arte, los edificios y los textos.

Para el futuro, queremos trabajar en dirección de:

-Examinar las modalidades para continuar el proceso iniciado en estos encuentro, que han dado una preciosa contribución en tema interreligioso, confiando en el Comité directivo para llevar adelanta estas consideraciones;

-Alentar a las organizaciones y las instituciones guiadas por los líderes religiosos en promover la paz y la seguridad;

.Dar vida a un Consejo de expertos para rever y redefinir los textos religiosos y para dar vida a una base común para la comprensión de estos conceptos y creencias compartiéndolas con las comunidades religiosas locales;

-Desarrollar el diálogo interreligioso y al interior de la misma religión, con la finalidad de alentar la coexistencia y una vida pacífica;

-Preparar y difundir el testimonio de un terreno común entre cristianos y musulmanes en materia de fe y en el respeto de la dignidad humana, en sesiones internacionales, en el seno de las Naciones Unidas y en los otros órganos inter-gubernamentales;

-Ampliar estas serie de cuatro encuentros 8que dio espacio a diversas tradiciones religiosas, chiíes y sunitas, anglicanos-episcopales y católicos) que se celebró entre 2010 y 2016, al interior de una “red” de diálogo internacional entre centros interreligiosos y organizaciones de naturaleza varia en diversas partes del mundo y desarrollar un sistema de pertenencia contextualizado en estos esfuerzos.

-De este modo, creemos firmemente rendir gloria a Dios y construir un mundo más pacífico y seguro, una casa común para todos, que esté llena de alegría, armonía, amor, respeto, igualdad y justicia.