Boom de ventas de dulces y comidas preparados por las reclusas de Taoyuan

Apreciados por su calidad y sus precios bajos, los platos de las prisioneras se venden como pan caliente. En 2015 los ingresos llegaron a unos 15 millones de dólares. El programa, que fue iniciado en 2006, involucra a centenares de mujeres de 50 cárceles del país.


Taoyuan (AsiaNews/Agencias)- Torta de piña, crumble de avellanas y snacks artesanales. Son los productos que hace 10 años preparan las detenidas del centro penitenciario femenino de Taoyuan (municipalidad de Taipei, en el norte del país). Centenares de mujeres condenadas a reclusión son empleadas en el sector floreciente de la industria alimenticia. Sus productos son muy apreciados y las ventas suben cada año.

Después de una serie de escándalos alimenticios, el mercado taiwanés aprecia la calidad de los productos de la prisión- que padecen una larga serie de controles-y su precio es algo inferior al de los supermercados. En 2015, los ingresos derivados de la venta de productos alimentos dulces y salados, dio como ganancia unos 15 millones de dólares. El dinero es reinvertido en la compensación a las víctimas de los crímenes y en el mejoramiento de las estructuras que hospedan a las retenidas.

Las trabajadoras también ganan un pequeño sueldo mensual (unos 100 dólares). Para participar del programa culinario tienen preferencia las detenidas cuya pena está por caducar o que están en libertad vigilada, pero pueden pedir ser admitidas aquellas que tiene una larga condena. Muchas de ellas no sabían cocinar antes de inscribirse. “No sabíamos ni usar una cuchilla de cocina -dice Che, de 39 años- porque mi madre siempre cocinó para mí”.

Inaugurado en 2006, el programa tenía como finalidad la enseñanza de algunas habilidades manuales a las detenidas y poder juntar algo de dinero para la prisión. Ahora se transformó en un gran negocio que involucra a 50 cárceles en todo el país.

Las cárceles producen cerca de 300 tipos de productos, que pueden ser ordenados (por teléfono o fax) por las personas. Quien quiere puede retirar la comida en la cárcel.

Wang lung-feng es una mujer de negocios que vende comida en las ferias del país: “Compro los productos de las reclusas desde hace más de un año -cuenta- y lo hago porque son orgánicos, de buena calidad y económicos. También convencí a a mis amigos para que les compren a ellas”.