Iglesias de Jerusalén: La restauración del Edículo del Santo Sepulcro, símbolo de hermandad y colaboración

Hoy se realizó la ceremonia ecuménica de reapertura del Edículo. Hablan los representantes de la comunidad franciscana, los  ortodoxos griegos y armenios. También interviene también Mons. Pizzaballa. El regalo del Papa Francisco para la restauración del Santo Sepulcro y de Belén. El agradecimiento de Bartolomé I, Patriarca de Constantinopla.


Jerusalén (AsiaNews)- La restauración del Edículo del Santo Sepulcro ha sido la ocasión para entender que “era tiempo de construir un  nuevo modelo de relaciones entre nosotros basado en la confianza y el respeto”. Es el comentario de Mons. Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado de Jerusalén de los latinos, al intervenir en la ceremonia por la finalización de la restauración del Edículo, en la cual han participado los líderes cristianos ortodoxos griegos, armenios y de la Custodia de Tierra Santa.

La ceremonia se realizó hoy a las 10 en la basílica, con la participación de diversas figuras del mundo cristiano. Tabién estuvieron presentes los representantes diplomáticos e institucionales, entre ellos, el primer ministro griego, Alexis Tsipras.

También participó el patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I, que agradeció a los responsables de la restauración "del Politécnico nacional de Metsovo, guiados por la estimada Prof. Antonia Moropoulou". 

“Esta tumba – dijo el patriarca  – es un ’monumento minúsculo’, pero tan vasto que contiene en sí el universo”.

“En estos tiempos que corren, con el mundo cada vez más dividido y en conflicto, el Santo Sepulcro que se erige frente a nosotros constituye la única fuente de unidad genuina, sustancial y sacra entre los cristianos, que no está establecida en función de intereses y ambiciones humanas, sino sólo sobre la Cruz, que es capaz de unir cuanto había sido dividido". 

Para el patriarca griego-ortodoxo, Teófilo III, “la restauración del Edículo tiene un significado ecuménico para toda la familia humana, porque este lugar sagrado acerca a las personas de todas las naciones, etnias y culturas, y es un testimonio elocuente de un destino y de una humanidad compartida”. Las obras realizadas son la demostración de una unidad que puede ser de inspiración “para todos los pueblos de nuestra región, sobre todo en estos momentos de dificultad y confusión para nuestro mundo”.

Teófilo III agradeció al rey de Jordania, Abdallah II y al presidente de la Autoridad palestina, Muhammud Abbas, por las donaciones.

Luego intervino el custodio de Tierra Santa, el Pbro. Francisco Patton, con un augurio de paz y expresando la alegría de haber logrado terminar los trabajos en tiempo para la Pascua, que este año cae en el mismo día, tanto para los católicos como para los ortodoxos. Una restauración para “toda la Cristiandad” que ayuda a las iglesias a renovar su cercanía, la capacidad de colaborar y de sentirse “realmente hermanos”.

Nourhan Manougian, patriarca apostólico armenio, recordó la Pasión y el mandamiento de amor de Jesús: “Él nos dijo que para ser sus discípulos debemos amarnos los unos a los otros. Queridos hermanos míos, todos nosotros leemos el mismo Evangelio, las mismas palabras, traducidas a nuestras lenguas”.

“No tenemos diferencias de opinión sobre este mandamiento”, continuó. “La solidaridad cristiana es signo de que nuestro amor por Cristo supera nuestras diferencias culturales, litúrgicas y lingüísticas”.

El patriarca armenio abrió la posibilidad de permitir, una vez al año en el período que sigue a la Pascua, que las otras Iglesias puedan hacer el oficio dentro del Edículo. “Estoy seguro de que esto le gustaría a Nuestro Señor Jesucristo”. Según las reglas del “Status quo”, vigentes en la basílica, en el  Edículo pueden celebrar sólo las comunidades latinas, griegas y armenias.

“Esta restauración -subrayó Mons. Pizzaballa- no sólo marca el hecho de haber alcanzado un objetivo técnico importante, sino también una nueva fase en nuestras relaciones. El Edículo se convierte en el símbolo concreto de un nuevo lugar restaurado, la vida de las Iglesias de Jerusalén”.

Para Mons. Pizzaballa, el Santo sepulcro, en el cual todos hacen memoria de la resurrección de Jesús, es el espejo de lo que somos. “Es nuestro deseo curar las heridas de una historia dividida. Esta restauración cubre con aceite y bálsamo las heridas presentes en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia”.

Mons. Pizzaballa al final recordó que las obras no han terminado. Las restauraciones, de hecho, continuarán y se realizarán en la zona en torno al Edículo.

En un comunicado de prensa conjunto, la Custodia anunció que la Santa Sede ofreció una contribución total de un millón de dólares para los trabajos, tanto del Santo Sepulcro como de la Basílica de la Natividad en Belén.