Papa: El compromiso de todos contra la esclavitud moderna de la trata de personas. El tesoro y la perla

En el Ángelus el Papa Francisco invita a recitar un Ave María "para apoyar a las víctimas de la trata y convertir los corazones de los traficantes." Al tráfico de seres humanos, "aberrante flagelo", parece que el mundo se está acostumbrando: "¡Este es feo, cruel, criminal!". Las parábolas del tesoro y la perla de gran precio. La búsqueda "es la condición esencial para encontrar." Cuando el tesoro y la perla se descubren, también es necesario "sacrificio, desprendimiento y renuncia." La alegría del campesino y del comerciante de las parábolas" es la alegría de todos nosotros cuando descubrimos la cercanía y la reconfortante presencia de Jesús en nuestras vidas."


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Determinante llamada del Papa Francisco contra la "esclavitud moderna" del tráfico de personas. Al final del Ángelus con los peregrinos en la plaza de San Pedro, el pontífice recordó que "hoy se celebra el Día Mundial contra la trata de personas, patrocinado por las Naciones Unidas." "Todos los años - añadió - miles de hombres, mujeres y niños son víctimas inocentes de la explotación laboral, sexual y del tráfico de órganos. Y parece que nos hemos acostumbrado a considerarla una cosa normal. Esto es feo, es cruel, es criminal. Deseo renovar mi llamamiento al empeño de todos, con el fin de que esta “plaga aberrante de esclavitud moderna”, sea contrarrestado de manera adecuada. Oremos junto con la Virgen María para apoyar a las víctimas de la trata y convertir los corazones de los traficantes. Oremos juntos con María: Ave María ...".

Precedentemente, Francisco ha comentado el Evangelio de hoy (domingo 17 del Año A, Mateo 13, 44-52), en particular las dos parábolas del tesoro escondido en el campo y la perla preciosa por la que el agricultor "decide arriesgar todas sus pertenencias para evitar perder una oportunidad realmente excepcional "y el comerciante "decidió apostar todo en esa perla, al punto de vender todos los demás".

"Estas similitudes - continuó – ponen en evidencia dos características concernientes a la posesión del Reino de Dios: la búsqueda y el sacrificio. El Reino de Dios es ofrecido a todos, pero no está puesto a disposición en una bandeja de plata, necesita un dinamismo: se trata de buscar, caminar, ocuparse. La actitud de la búsqueda es la condición esencial para encontrar; es necesario que el corazón arda del deseo de alcanzar el bien precioso, es decir, el Reino de Dios que se hace presente en la persona de Jesús. Es Él el tesoro escondido, es Él la perla de gran valor. Él es el descubrimiento fundamental, que puede dar un viraje decisivo a nuestra vida, llenándola de significado”.

“La valuación del valor inestimable del tesoro, lleva a una decisión que implica también sacrificio, separaciones y renuncias. Cuando el tesoro y la perla han sido descubiertos, es decir, cuando hemos encontramos al Señor, es necesario no dejar estéril este descubrimiento, sino sacrificarle cualquier otra cosa. No se trata de despreciar el resto sino de subordinarlo a Jesús, poniéndolo a Él en el primer lugar. La gracia en primer lugar. El discípulo de Cristo no es uno que se ha privado de algo esencial, es uno que ha encontrado mucho más: ha encontrado la alegría plena que sólo el Señor puede donar. Es la alegría evangélica de los enfermos curados, de los pecadores perdonados, del ladrón a quien se le abre la puerta del paraíso”.

“La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de aquellos que se encuentran con Jesús. Aquellos que se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría (cfr. Evangelii Gaudium, n. 1). Hoy somos exhortados a contemplar la alegría del campesino y del mercader de las parábolas. Es la alegría de cada uno de nosotros cuando descubrimos la cercanía y la presencia consoladora de Jesús en nuestra vida. Una presencia que transforma el corazón y nos abre a las necesidades y a la acogida de los hermanos, especialmente de aquellos más débiles. Recemos por la intercesión de la Virgen María, para que cada uno de nosotros sepa dar testimonio, con las palabras y los gestos cotidianos, de la alegría de haber encontrado el tesoro del Reino de Dios, es decir, el amor que el Padre nos ha donado mediante Jesús”.