El Papa y la Jornada mundial del emigrante y del refugiado 2018
de Bernardo Cervellera

En la publicación con larga anticipación del Mensaje, hay quien ve una “movida”, un modo para influenciar al mundo político italiano que se debate desde hace meses sobre el tema del “jus soli”. Pero la cuestión de los emigrantes y de las emigraciones son un “signo de los tiempos”, un elemento que ya abraza a todo el planeta difusión de los emigrantes filipinos. Migrantes nepaleses, indonesios o esrilanqueses tratados como esclavos. Libertad religiosa para filipinos o indios que viven en países islámicos. Desde China a Europa, la “seguridad nacional” se convirtió en una especie de mito que permite a los poderes políticos olvidarse también de los propios ciudadanos, no sólo de los emigrantes.


Roma (AsiaNews)- La “solicitación de la Iglesia” por “la triste situación de tantos emigrantes y refugiados que escapan de las guerras, de las persecuciones, de los desastres naturales y de la pobreza” llevó al Papa Francisco a publicar el 21 de agosto pasado el Mensaje por la Jornada mundial del emigrante y del refugiado 2018, que se celebrará el próximo 14 de enero, sobre el tema. “Acoger, proteger, promover e integrar a los emigrantes y a los refugiados”. Hay quien ve una “movida”, un modo para influenciar al mundo político italiano que se debate desde hace meses sobre el tema del “jus soli”, el derecho a la ciudadanía para los hijos de los migrantes nacidos en Italia y para los adultos que desde hace años viven y están integrados en nuestra sociedad. De hecho, en el Mensaje  el pontífice subraya el rechazo de la “apolidia” y espera que los países de acogida produzcan “una legislación sobre la ciudadanía conforme a los principios fundamentales del derecho internacional” para los menores neonatos y para los que viven desde hace años en el país. Pero reducir todo el Mensaje a una “movida” política  me parece muy reductivo y quizás provincial. No hay que olvidar de hecho que la cuestión de los emigrantes y de las emigraciones es “un signo de los tiempos”, un elemento que ya abraza a todo el planeta.

Existe por lo tanto una dimensión mundial de la cuestión que no va subestimada. El Mensaje no está dirigido sólo a los países europeos u occidentales, miedosos entre acogida y el fundamentalismo islámico, sino a todos los países del mundo.

Según cifras de la Onu de 2016, los países con el primado de refugiados son Siria con 5,5 millones (sumados a los otros 6,3 evacuados internos), Afganistán (2,5 millones) Sur de Sudán (1,4 millones), todos lugares marcados por la guerra. Y para reconocer aún más nuestro provincialismo, basta recordar que, no obstante los reflectores apuntados sobre desesperados que llegan cada día a las costas de Europa, la carga mayor de las emigraciones es sostenida por los países más pobres. Al menos el 845 de los refugiados encuentra refugio en Turquía (que acoge a 2,9 millones de personas), Pakistán (1,4 millones), Líbano (más de 1 millón), Irán (979.400 de emigrantes), Uganda (940.800) y Etiopía (761.600).

Se ensancha la mirada a los emigrantes en busca de trabajo y en fuga de la pobreza, nos damos cuenta que no hay país en el mundo que ya no tenga nada que ver con una emigración de decenas de millones de personas. Un solo ejemplo para todos los emigrantes filipinos que se encuentran en Japón, China, Hong Kong, Taiwan, India, Israel, Arabia Saudita, Europa… Y, ¿qué decir de los emigrantes nepaleses, indonesios o esrilanqueses, difundidos en toda Asia y en Europa? Muchos de ellos son tratados como esclavos, sin ningún derecho. El Papa pide para ellos “la libertad de profesión y práctica religiosa”. ¿Cuántas veces AsiaNews  pidió tal libertad para los filipinos o indios que viven en los países islámicos de la península arábiga?

Lamentablemente, en muchísimos países, también en Italia, se asiste a una crecimiento del nacionalismo cerrado, incapaz de confrontarse y de integrar. En el Mensaje el Papa Francisco, exhorta a no expulsar y a no encarcelar, a recibir, promover e integrar exaltando la relación personal, el conocimiento recíproco, el enriquecimiento intercultural a través de “procesos integrativos”. Sobre esto-sobre los procesos integrativos- podemos de ir que en Italia no se haca casi nada, si se excluyen organizaciones de voluntariado católico y no.

El Papa quiere que el compromiso de todos lleve a los países de la ONU a firmar dentro de 2018 dos pactos globales (Global Compacts) para salvar la vida de emigrantes y refugiados y proteger sus derechos. Para hacer esto es importante que la dignidad de la persona sea valorizada más de “la seguridad nacional”. De hecho la “seguridad nacional” se convirtió- de China a Europa- en una especie de mito que permite a los poderes políticos olvidarse también de sus propios ciudadanos y no sólo de los emigrantes.