En la audiencia a los participantes en el Capítulo general de la orden, el Papa Francisco los exhorta a la “oración asidua”, “enamorados de la oración”; de la “sobriedad”, superando el actual contexto cultural que exalta los “bienes efímeros” y las “ilusiones paradisíacas artificiales”. Los monasterios lugares de caridad y de acogida, “escuela de oración y escuela de caridad para todos”. La presencia de comunidades cistercienses en Asia y en el mundo.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Voy con el corazón y con la mente a vuestros claustros silenciosos, de los cuales sube incesante la oración por la Iglesia y por el mundo”: así el Papa Francisco saludó a los participantes en el Capítulo general de la Orden de los cistercienses de la estrecha observancia. A través de ellos, él envió “un cordial saludo a los co-hermanos y co-hermanas de vuestros monasterios en varios países”.
Los cistercienses de la estrecha observancia siguen la regla benedictina según una reforma realizada en el siglo XVII. En el presente-según estimaciones de la misma orden- hay 2130 monjes trapenses en 97 comunidades y 1800 monjas trapenses en 72 comunidades. Su presencia está difundida en todo el mundo, también en Asia, con comunidades en Filipinas, Japón, Hong Kong, India, Israel, Taiwan, Corea del Sur, Siria.
Recibiendo a los representantes del Capítulo, el pontífice agradeció “al Señor por la presencia insubstituible de las comunidades monásticas, que representan una riqueza espiritual y un constante reclamo a buscar ante todo “las cosas de allá arriba”, para vivir en esta medida las realidades terrenas”.
Él también los exhortó a “ser testigos de oración asidua, de sobriedad, de unidad en la caridad”.
“Os exhorto-dijo- a dar importancia a la meditación de la Palabra de Dios, especialmente a la “lectio divina”, que es fuente de oración y escuela de contemplación… se trata de ser no “profesionales”-en sentido negativo- sino de enamorados de la oración, considerando la fidelidad exterior a las prácticas y a las normas que la regulan y articulan los momentos no como la finalidad, sino como medio para progresar en la relación personal con Dios…Y al mismo tiempo vuestros monasterios continúan siendo espacios privilegiados donde encontrar paz verdadera y una felicidad genuina que sólo Dios, nuestro seguro refugio, puede donar”.
La sobriedad de vida es útil, agregó “para concentrarse en lo esencial y alcanzar más fácilmente a la alegría del encuentro conyugal con Cristo. Este elemento de simplicidad espiritual y existencial conserva todo su valor de testimonio en el actual contexto cultural, que demasiado a menudo induce la deseo de bienes efímeros y de ilusorios paraísos artificiales. Este estilo de vida favorece también vuestras relaciones internas y externas al monasterio. Vosotros no vivís como ermitaños en comunidad, sino como cenobitas en un singular desierto. Dios se manifiesta en vuestra soledad personal, como así también en la solidaridad que reúne a los miembros de la comunidad”.
“Vuestra Orden, como cualquier instituto religioso-continuó- es un don de Dios a la Iglesia; por lo tanto, es necesario que viva bien injertado en la dimensión comunional de la misma Iglesia. Os aliento a ser testigos calificados de la búsqueda de Dios, escuela de oración y escuela de caridad para todos”. “Son llamados a hacer conocer y compartir esta experiencia espiritual con los otros hermanos y hermanas, en un equilibrio constante entre contemplación personal, unión en la liturgia de la Iglesia y acogida de cuantos buscan momentos de silencio para ser introducidos en la experiencia de vivir con Dios”.
El Papa también ha exhortado a los monjes y a las monjas a la “fidelidad al patrimonio espiritual, o sea a la identidad de vuestro Orden”, para vivir “la memoria agradecida del pasado y las perspectivas para un futuro de esperanza… Tras las huellas de vuestra tradición espiritual, vosotros podéis leer el estado actual de la Orden en sus implicaciones de luces y sombras y en la novedad del Espíritu, individuar con valentía nuevas posibilidades y ocasiones para atestiguar vuestro carisma en el hoy de la Iglesia y de la sociedad”.