Naipyidó aguarda las jugadas de China y de la UE para resolver la crisis Rohinyá

El jefe de la diplomacia de la UE ha prometido ayudas para hallar una “solución sostenible” ante la emergencia. Europa apoya firmemente la transición democrática en Myanmar. El nuevo acercamiento de Beijing a la emergencia en Rakhine. El ministro de Relaciones Exteriores chino,  Wang Yi, describe un “plan de 3 fases”. Los intereses económicos empujan a China a asumir un rol más activo en la crisis humanitaria.


Naipyidó (AsiaNews/Agencias) – Hoy se inauguró en Naipyidó, la capital birmana, la 13ra Reunión de ministros de Relaciones Exteriores de Asia-Europa (ASEM). El fórum informal, que apunta a promover la cooperación en todos los sectores entre líderes de los dos continentes, cuenta con la participación de 51 países que incluyen miembros de la Unión Europea (UE) y de la Asociación de las Naciones del Sudeste asiático (ASEAN). El evento terminará mañana. El compromiso por la paz, los objetivos de desarrollo sostenible (SDGs) y, según informan fuentes diplomáticas, la crisis humanitaria de los Rohinyás, serán temas centrales en los coloquios, que hoy quedaron inaugurados por la líder democrática birmana Aung San Suu Kyi. Algo que ha suscitado un particular interés de los analistas es la presencia, en la cumbre, de las delegaciones encabezadas por  Federica Mogherini, Alto representante de la Unión en lo que atañe a Asuntos extranjeros y política de seguridad, y por el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi.

Bangladesh, que desde el pasado mes de agosto ha recibido a cerca de 600.000 Rohinyás huyendo de la violencia que rige en el Estado occidental birmano de Rakhine, confía en la intervención de las dos diplomacias para ejercer presiones sobre Myanmar, de modo de acelerar el proceso de repatriación. El retorno de los refugiados constituye el centro de las tratativas iniciadas hace ya varias semanas entre Naipyidó y Dacca, que en este momento se encuentran estancadas. El jefe del ejército birmano, a quien las Naciones Unidas han acusado de “limpieza étnica”, recientemente ha afirmado que es imposible la repatriación masiva de los refugiados, tal y como propone Bangladesh.  

Teniendo en vista la ASEM, en los últimos días Dacca ha tratado de obtener el apoyo de las diplomacias mundiales que han arribado al Bangladesh en una visita oficial. Ayer, una delegación compuesta por Federica Mogherini y ministros de Relaciones Exteriores de Bangladesh, Japón, Suecia y Alemania se dirigió a los campos que inicialmente fueron alistados por el gobierno en la frontera con Myanmar (foto 2). El jefe de la diplomacia de la UE ha prometido la ayuda del bloque europeo para hallar una “solución sostenible” a la emergencia. “Más que ejercer presiones, nuestro abordaje ha sido, y siempre será, ofrecer un espacio para las negociaciones”, ha declarado Federica Mogherini, agregando asimismo que “la Unión Europea sostiene firmemente la transición democrática en Myanmar”.

En esas mismas horas, el gobierno birmano recibió la visita del ministro chino Wang Yi, que llegó a Naipyidó. El día anterior, él se había reunido con la premier bangladesí Sheikh Hasina, en la primera etapa de su tour, que apunta a mostrar a la comunidad internacional, el nuevo abordaje de Beijing ante la emergencia en Rakhine. Desde que estallaron los hechos de violencia en agosto pasado, Beijing ha manifestado su apoyo a aquello que ha definido como “los esfuerzos del gobierno de Myanmar tendientes a proteger la estabilidad”, y en más de una oportunidad ha opuesto resistencia a un mayor involucramiento de las Naciones Unidas en el afrontamiento de la crisis. En marzo, China puso freno a una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU referida a la cuestión Rohinyá. A pesar de la oposición de Beijing, el 16 de noviembre, la Comisión de derechos humanos de la Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado, con 135 votos a favor y 10 en contra, una resolución que solicita a las autoridades de Myanmar el fin de las operaciones militares contra la minoría islámica de Rakhine.  

Beijing pretende desarrollar un rol más activo para poner fin a la crisis humanitaria, ofreciendo su ayuda tanto a Dacca como a Naipyidó. Después de las reuniones mantenidas ayer con Aung San Suu Kyi, el presidente birmano Htin Kyaw y el jefe militar Min Aung Hlaing, Wang ha delineado un “plan constituido por 3 fases” para afrontar la emergencia. “Lo primero es llegar a un cese del fuego y restablecer el orden y la estabilidad”, ha dicho. “En una segunda fase, todas las partes debieran alentar y sostener a Myanmar y Bangladesh para reforzar los intercambios tendientes a hallar un modo de resolver este problema, valiéndose de consultas, sobre la base de la igualdad”. Según Wang, el tercer paso es el apoyo internacional a favor del desarrollo de Rakhine. “Rakhine es rico en recursos, pero los desarrolla de manera inadecuada”, declaró el ministro. “Pedimos a la comunidad internacional que ayude a la región, para erradicar la pobreza y aumentar las inversiones. China está dispuesta a ayudar, y a hacer su parte”.

Los analistas afirman que, dado que Beijing apunta a proteger sus intereses estratégicos, la oferta está en línea con la búsqueda de un mayor liderazgo en la región que lleva adelante China. Ambos países, Bangladesh y Myanmar, son importantes para China desde el punto de vista estratégico, sobre todo en el marco de la “Belt and Road Initiative”, la política del presidente Xi Jinping que busca la conexión de China con Europa a través de una nueva ruta de la seda. Wang Dehua, director del Instituto de estudios de Asia meridional y central, que depende del Shanghai Municipal Centre for International Studies, sostiene que Beijing no quiere que la crisis Rohinyá obstaculice el corredor económico Bangladesh-China-India-Myanmar, un componente clave del proyecto chino.

En el ámbito de su plan de desarrollo económico, Beijing ha destinado inversiones masivas a Myanmar, comprometiéndose en obras para la construcción de rutas, ferrocarriles, puertos y oleoductos. Cerca de 10 millardos de dólares en inversiones chinas han sido destinados a la construcción de un puerto en aguas profundas, un área comercial, una zona económica especial, además de otros proyectos de infraestructura en KyaukPhyu, Rakhine. En el año 2013, los  gobiernos de China y Myanmar firmaron un acuerdo para crear en la región un área de 17 km2 que sirva de base industrial e infraestructural para entablar mayores relaciones comerciales entre los dos países. Incluso hay empresas privadas involucradas en el proyecto, con un consorcio chino dispuesto a cubrir los 7,3 millardos de dólares para el puerto. En abril, se puso en funcionamiento un oleoducto que has costado a los chinos más de 2,45 millardos de dólares. A lo largo de 770 km, el mismo conecta las remotas costas del Rakhine con la  provincia suroccidental china del Yunnan.

China, que durante más de dos décadas brindó un apoyo inquebrantable a la junta militar de Myanmar, también ha hecho amplias inversiones en la naciente democracia birmana, en un intento por competir con la influencia de los Estados Unidos y las demás potencias occidentales. El viaje del ministro Wang, que sigue a la visita del secretario de Estado de los EEUU Rex Tillerson, apunta, según los expertos, a reforzar la posición de Beijing en Myanmar para contrastar la influencia de Washington.