Migrantes: no es sólo un ‘capricho’ del Papa Francesco
de Bernardo Cervellera

En el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2018, el pontífice cita a Juan Pablo II y a Benedicto XVI, que fueron los que propusieron la acogida a los migrantes y a los refugiados y de la construcción del mundo como “casa común”. Los emigrantes no sólo un peso económico. Pero actores en “donde se construye la paz”, ricos de “valentía, capacidades, energías y aspiraciones” El Papa Pablo VI y su visita a los gitanos.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Con el Mensaje para la Jornada Mundial de la paz del 1 de enero de 2018, difundido hoy, el Papa Francisco vuelve a subrayar la urgencia a mirar este signo de los tiempos que son las migraciones mundiales. Él invita a evaluar estos fenómenos que “continuarán a marcar nuestro tiempo”, no como “una amenaza” sino como “oportunidad para construir un futuro de paz”.

Para el Papa Francisco el “lugar donde se construye la paz” en el mundo se construye con quienes acogen a refugiados y emigrantes, pero también por ellos: ellos son los protagonistas en la edificación de la paz.

Las personas que huyen de las guerras, destrucciones, hambre, desastres y desesperación, no son sólo un “peso”, un problema político o económico, sino personas que llegan a los países de destinación no “a manos vacías: traen una carga de coraje, capacidad, energías y aspiraciones, además de los tesoros de sus culturas nativas, y de este modo enriquecen la vida de las naciones que los reciben”.

Por esto el pontífice condena sin medios términos la “retórica que enfatiza los riesgos para la seguridad nacional y la carga de la acogida de los nuevos llegados, despreciando así la dignidad humana que se debe reconocer a todos, en cuanto hijos e hijas de Dios”.

Hay que decir también que ya sea el rechazo, como también la acogida, algunas veces esconden proyectos políticos e intereses desviados respecto a la construcción de la paz. Hay políticos que siembran odio solamente para reforzar su base electoral. Y hay países y políticos que reciben sólo a los emigrantes ricos, o se muestran benévolos sólo para cubrir el vacío dejado por el invierno demográfico que ellos mismos han contribuido en crear.

Por esto, Francisco nos indica los “20 puntos de acción” que el Ministerio para el servicio del desarrollo humano integral elaboró en su tiempo para influenciar los dos pactos globales que las Naciones Unidas están elaborando para las migraciones y los refugiados. Con sus sugerencias, ellos obligan a escapar al genérico sentimiento de acogida y a la instrumentalización con pasos precisos en el campo de las leyes y de la política.

El tema del Mensaje para la Paz 2018 remarca por muchos aspectos el Mensaje para la jornada del migrante y del refugiado, difundido el pasado agosto, proponiendo “una estTal insistencia repetitiva hace decir a alguno que “este Papa tien la fijación de los migrantes”. Y bien se puede decir a estos que los migrantes no son un “capricho” solo de Francisco, sino también de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y el Mensaje cita en algunas partes sus consideraciones en perfecta línea con cuanto el Papa actual va diciendo. Y yendo un poco más adentro, basta recordar a Pablo VI que al final del Concilio Vaticano II fue a Pomezia (Roma) para encontrarse con un grupo de gitanos, definiéndolos “viandantes sin descanso” y “peregrinos perpetuos”. San Juan Pablo II, citado en este texto, afirmó que “Si ‘el sueño’ de un mundo en paz y compartido por muchos, si se valoriza el aporte de los emigrantes y por los refugiados, la humanidad puede convertirse siempre más en una familia de todos y nuestra tierra una ‘real casa común’”. Es importante el compromiso y la conversión de cada uno, emigrante o acogedor.