MSF: asesinaron a 6,700 Rohinyás. Budista de Rakhine: ‘Una indignación de parte’

El 69% murió por disparos de arma de fuego, el 9% por incendios dolosos, el 5% fue golpeado hasta la muerte. Entre las víctimas hay 730 niños menores de cinco años de edad. Según la Cruz Roja, son 300.000 los Rohinyás que aún permanecen en Myanmar. Joven budista nativo de Rakhine: “La crisis es tratada de un modo faccioso por parte de los medios”. 


Naipyidó (AsiaNews) – Al menos 6.700 Rohinyás fueron asesinados durante los hechos de violencia estallados en el pasado mes de agosto en el Estado occidental del Rakhine. Es lo que declara la organización humanitaria internacional Médecins sans frontières (MSF), en base a las encuestas llevadas a cabo en los campos de refugiados alistados en Bangladesh.  Según la ONG, el número de víctimas es mucho más alto que la cifra de 400 muertos informada oficialmente, la mayor parte de los cuales serían “terroristas bengalíes” del Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA), según fue informado anteriormente por el gobierno de Myanmar. MSF afirma que el dato constituye “la indicación más clara de la difusión de la violencia” perpetrada por las autoridades birmanas, que ha obligado “a más de 647.000 musulmanes a huir” de Rakhine.   La organización ha registrado que al menos 9.000 Rohinyás fueron muertos en Myanmar entre el 25 de agosto y el 24 de septiembre. “Según las estimaciones más prudentes” de MSF, al menos 6,700 de estas muertes fueron causadas por hechos de violencia. El 69% de éstas se habrían producido por disparos de armas de fuego, un 9% por incendios dolosos, un 5% por golpizas a muerte. En el cómputo de las víctimas también se incluyen 730 niños con edades inferiores a cinco años. Más del 59% de ellos fue muerto por disparos, un 15% murió de hambre, un 7% por golpes y un 2% víctima de la explosión de minas.

Dominik Stillhart, director de operaciones en el Comité Internacional de la Cruz Roja, única organización internacional con amplio acceso a Rakhine, ayer declaró que por el momento, “en la práctica, no hay ningún musulmán que haya regresado a casa”. Según las estimaciones del organismo internacional, son 300.000 los Rohinyás que aún permanecen en Myanmar, en tanto “cerca de 300 atraviesan la frontera cada día, sobre todo a causa del miedo y la angustia ante el futuro”. Stillhart también ha declarado que “la zona no parece estar muy militarizada en este momento, y no hay datos que indiquen que las tropas o la policía estén limitando los movimientos de las personas”.

Al ser entrevistado por AsiaNews, Hla Khine, un joven budista nativo del Rakhine, afirma: “El gobierno ya ha puesto en marcha los programas para la reconstrucción de los pueblos que han quedado destruidos por la violencia. Sin embargo, los grupos étnicos locales ya no queremos vivir más con los musulmanes. Ya llevamos años padeciendo sus provocaciones y su violencia, pero nadie habla de esto”. El muchacho critica el modo en que los medios internacionales tratan la crisis humanitaria: “Escuchan solamente los relatos de los musulmanes, El problemas es que Myanmar es débil y no puede contrastar la fuerza mediática de los grandes medios de información financiados por fondos árabes, que obviamente, tienen intereses de parte”.  

Hla Khine niega que las recientes tensiones estén motivadas por factores de carácter religioso o económico. Él afirma: “Las raíces del conflicto son complejas, el problema no es la religión. En Myanmar hay millones de islámicos, que viven en paz y no crean problemas. En cambio, los musulmanes de Rakhine quieren crear una región islámica en nuestro territorio. Ellos se aprovechan de la fragilidad de la frontera con Bangladesh [el río Naf, ndr], el país del cual son originarios, para entrar y salir de Rakhine y hacer lo que quieren. Es más, la insistencia con la cual pretenden que se lo llame ‘Rohinyás’, en lugar de ‘Bengalíes’, es funcional al logro de su objetivo. Con el reconocimiento étnico, piensan que podrán tener mayor palanca para sus reivindicaciones territoriales. Por otro lado, la historia de la negación de la ciudadanía de parte de nuestro Estado ha sido distorsionada. Son ellos quienes se niegan a incorporar el término “bengalíes” en los documentos, algo que, a diferencia de ellos, muchos ciudadanos de origen indio han hecho tranquilamente. En la frontera con Tailandia hay nueve campos de refugiados para los desplazados de los conflictos entre las milicias étnicas y el ejército birmano. Allí se encuentran miles de refugiados de etnias Shan, Mon, Chin, Kachin, todas ellas etnias que sí son nativas de Myanmar. A ellos también se les niega un documento de identidad, pero por ellos, el mundo no se indigna…”

El joven comparte los temores de muchos de los grupos étnicos locales, acerca de un plan islamista en la región: “Ante todo, los ataques de agosto son verdaderos y auténticos ‘actos de terrorismo’. En segundo lugar, son claros los lazos entre el ARSA y las organizaciones terroristas internacionales. El epicentro de la violencia [los pueblos de Maungdaw, Buthidaung y Rathedaung, ndr], está situado en un bastión musulmán en Rakhine, en tanto los locales sólo somos el 2-3%. Hay organizaciones que los sostienen, que financian su ingreso al país y su asentamiento en las grandes ciudades. Por ejemplo, me han informado que están dispuestos a pagar 1 millón de kyats (unos 625 euros) por persona para hacer que los lleven a Yangon”.  

En tanto, Naipyidó se compromete a poner en acto las directivas fijadas por la Comisión consultiva sobre Rakhine, conducida por Kofi Annan, a través de programas de desarrollo económico. Además, Myanmar ha suscripto con Bangladesh acuerdos para lograr la repatriación progresiva de los refugiados