Las mujeres del tráfico no aparecen “de la nada” y no deciden entrar en la prostitución, sino que son engañadas. Las zonas pobres son vulnerables a los traficantes, que encubren “las maldades con benevolencia”. Siempre hay avidez, siempre engañan…y siempre existe un origen, un lugar”. Falta de prevención: “Donde trabajo, estoy casi siempre sola. Y hay muchas como yo”.
Nueva York (AsiaNews)- “Dejémonos de fingir que esta jóvenes aparecieron de la nada. Dejémonos de fingir que no hay una clara y reconocible cadena de abastecimiento de la explotación. Estas muchachas vienen de algún lado. Y nosotros sabemos de dónde”. Con estas palabras, sor Annie Jesús Matry Louis, de las franciscanas misioneras de María (FMM), denunció la estructura logística que se halla detrás de la trata de seres humanos, con las zonas pobres y rurales de la India como principales cuencas de “abastecimiento”.
La ocasión para su testimonio fue la conferencia del “Preventing Human Trafficking among Rural Women and Girls: Integrating Inherent Dignity into a Human Rights Model”, que se realizó el 13 de marzo en la Sala de Conferencias No. 1 del cuartel general de la ONU, en Nueva. York. Sor Annie colaboró por años con ONG comprometidas en la lucha contra la trata de seres humanos, esfuerzo que en 2016 le valió el reconocimiento del gobierno indio como la “Mejor operadora social”
“La explotación del sexo es un gran negocio. Y es gobernado por los mismos principios que cualquier otra actividad comercial: demanda y oferta”, comenzó la misionera. “Tienes un producto. Alguien compra, otro vende. En este caso, el producto es el acceso sexual a otro ser humano”. De hecho, la trata de mujeres jóvenes existe porque “hay muchos hombres-jóvenes, de mediana edad, viejos- que piden sus servicios… la verdadera solución es la conversión de los corazones, cortar la demanda y secar el mercado”.
Sor Annie trabaja en una zona rural de la India central, en Chhattisgarh, en medio de poblaciones tribales, que son vulnerables a este tipode explotación. El área, al igual que muchas otras zonas rurales, es “el origen de la cadena de abastecimiento del comercio sexual”.
Las poblaciones en estas zonas son pobres, no están instruidas ni tienen acceso a atención sanitaria; están amuchos km de distancia de la ciudad más cercana y faltan ONG y servicios públicos. “Los traficantes saben todo esto. Saben que en mi área, los padres de los niños son fáciles de engañar y que a veces están tan desesperados que llegan a vender voluntariamente a sus hijos”.
Los traficantes se valen de “las viejas modalidades de engaño” para atraer a las jóvenes, “a veces encubriendo su maldad con benevolencia”, afirmó la misionera franciscana, citando como ejemplo la historia de una de las muchachas que ella cuida: Myra -nombre ficticio- fue vendida cuando tenía 13 años, a una falsa agencia, que le había prometido un trabajo en la ciudad, para permitirle enviar dinero a su casa. En realidad, su familia jamás recibió una rupia de las ganancias obtenidas a través de su explotación. En su terrible experiencia, Myra fue violada muchas veces, golpeada y torturada antes de ser salvada.
“Hay elementos de su historia que son extremos -comentó sor Annie- pero otros son comunes: siempre está la avidez, siempre hay vulnerabilidad y siempre hay engaño. Pero, y este es el punto crucial de mi discurso, siempre tiene un origen, un lugar”.
“Mis queridos amigos, estoy aquí para decirles que estas mujeres y muchachas no se despertaron de un día al otro y decidieron mudarse a la ciudad para entrar en el comercio de la prostitución. Fueron manipuladas para dejar sus hogares. La noción de libertad de elección, aquí, es una ilusión”.
En conclusión, la religiosa denunció que “no se está haciendo lo suficiente para impedir que sean secuestradas”, a diferencia de las campañas para la explotación laboral, para las cuales “las empresas están gastando millones” y no obstante, los factores del problema siguen siendo los mismos. Como consecuencia, la religiosa lanzó una invitación a poner manos a la obra para combatir las cadenas de abastecimiento de la explotación sexual con la misma seriedad que en las otras [explotaciones]. “Los trabajos de prevención en zonas como la mía son casi inexistentes. Estas familias necesitan un acompañamiento amoroso. Necesitan sentir que la sociedad se ocupa de ellos. Pero donde yo estoy y trabajo, estoy prácticamente sola. Y hay muchas como yo”.
Al ser entrevistado por AsiaNews, Luke De Pulford, director de la fundación Arise, co-patrocinador del evento, elogió a las religiosas comprometidas en estos proyectos, que durante el evento han recibido “el debido reconocimiento” por sus competencias y experiencias. “Es un privilegio ser co-patrocinador de este evento, y nuestra ferviente esperanza es que las Naciones Unidas escuchen con atención lo que estas verdaderas expertas van diciendo”.