Papa: ‘si somos fieles’, el amor sin límites y el servicio hacen crecer a la Iglesia

En la Última Cena Jesús “realiza dos gestos institucionales”: “da su cuerpo para ser comido y su sangre para ser bebida”, o sea, instituye la Eucaristía y lava los pies. “El amor sin límites. Sin esto, la Iglesia no avanza, la Iglesia no respira”. Lávense los pies unos a otros, como yo los he lavado. Dos nuevos mandamientos y una advertencia: “ustedes pueden servir, pero enviados por mí, enviados por mí. Ustedes no son más grandes que yo”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- En la Última Cena, Jesús con la Eucaristía nos enseña el amor y con el lavado de los pies nos enseña el servicio, pero nos recuerda que el enviado no es más grande de aquel que lo envío, del maestro. Estas tres cosas son el fundamento de la Iglesia, dijo el Papa Francisco en la misa que celebró en la casa Santa Marta, partiendo del pasaje evangélico de Juan (13, 16-20) después del lavatorio de los pies.

Y, subrayó el Papa, un discurso largo y bello y además, Jesús “hace estos dos gestos que son instituciones”, “son el fundamento, se podría decir, de su doctrina”. Jesús “da su cuerpo para ser comido y su sangre para ser bebida”, o sea instituye la Eucaristía y realiza el lavado de los pies. “De estos dos gestos nacen los dos mandamientos que hacen crecer a la iglesia si nosotros somos fieles”.  

El primero es el mandamiento del amor: no más sólo el “amar al prójimo como a sí mismo”, sino un paso más adelante “amar al prójimo como yo os he amado”. “El amor sin límites. Sin esto, la Iglesia no va adelante, la Iglesia no respira”. “Sin el amor, no crece, se transforma en una institución vacía, de apariencias, de gestos sin fecundidad. Ir en su cuerpo: Jesús dice cómo nosotros debemos amar, hasta el final”.

Ámense como yo los he amado y luego el segundo nuevo mandamiento, que nace del lavatorio de los pies: “sírvanse los unos a los otros, como yo os he lavado los pies. Dos mandamientos nuevos y una advertencia: “ustedes pueden servir, pero enviados por mí, mandados por mí. Ustedes no son más grandes que yo” Jesús de hecho aclara: “un siervo no es más grande que el patrón, ni un invitado es más grande de quien lo ha invitado”. Esta es la humildad simple y verdadera, “no la humildad fingida”. La conciencia que ´Él es más grande que todos nosotros y nosotros somos siervos y no podemos superar a Jesús, no podemos usar a Jesús. Él es el Señor, no nosotros. Este es el testamento del Señor. Se da para ser comido y bebido y nos dice: ámense así. Lava los pies y nos dice: sírvanse así, pero estén atentos, un siervo jamás es más grande de aquel que lo envía, del patrón. Son palabras y gestos contundentes: es el fundamento de la Iglesia. Si nosotros vamos adelante con estas tres cosas, no nos equivocaremos jamás”.

Los mártires y tantos santos, continuó el pontífice, fueron adelante así: “con esta conciencia de ser siervos”. Y luego Jesús agrega otra advertencia: “Yo conozco a aquellos que he elegido” y dice: “Pero sé que uno de ustedes me traicionará”: Por esto el Papa Francisco aconsejó a todos, en un momento de silencio, de dejarse mirar por el Señor: “Es dejar que esta mirada de Jesús penetre en mí. Sentiremos tantas cosas: sentiremos amor, quizás no sentiremos nada…esteremos bloqueados allí, sentiremos vergüenza. Pero hay que dejar siempre que la mirada de Jesús venga. La misma mirada con la cual miraba en la cena, aquella noche a los suyos. “Señor Tú sabes que te amo, sabes lo que hay dentro de mi corazón”. Amor hasta el final, es la conclusión, “y usamos una palabra un poco militar pero que nos sirve; subordinación, o sea: Él es el más grande, yo soy el siervo, ninguno puede superarlo”.