Elogios del patriarca Kirill al Consejo mundial de las Iglesias
de Vladimir Rozanskij

En su mensaje de felicitaciones por los 70 años de la institución, él la define como “un espacio excepcional de diálogo entre cristianos de varias confesiones”. El llamamiento pidiendo ayudar a los cristianos de Oriente Medio y del Norte de África, amenazados con desaparecer. El apoyo del CEI al Patriarcado de Moscú - y no al de Kiev- en Ucrania.


Moscú (AsiaNews) - El patriarca de Moscú, Kirill (Gundjaev) ha enviado un mensaje de felicitaciones por los 70 años del Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEI), instituido el 23 de agosto de 1948, y cuya fundación se vio postergada a causa de la Segunda Guerra Mundial.  La Iglesia ortodoxa rusa comenzó a formar parte del CEI en 1961, por indicación de las autoridades soviéticas, que vieron en ello una oportunidad para obtener respaldo para su política internacional.  

Dirigiéndose al secretario del CEI, el teólogo luterano noruego Olav Fykse Tveit, y a todo al Comité Central, el patriarca ruso recordó que el Consejo es “la mayor organización eclesiástica internacional, y un espacio excepcional de diálogo entre los cristianos de varias confesiones.”. El ingreso de los rusos en 1961 se produce en simultáneo con el de las demás Iglesias ortodoxas, luego de que fuera aceptada la profesión de fe trinitaria para todas las confesiones participantes; como recuerda Kirill, “nuestras preocupaciones, en vista de las condiciones que regían en la Guerra Fría, eran la superación del conflicto entre Occidente y Oriente, la lucha por la paz y la justicia en las relaciones internacionales”.  

En el mensaje, se agradece al CEI “por la solidaridad que han demostrado tener para con nosotros, como hermanos y hermanas, en el intento de superar las limitaciones de la libertad religiosa que eran la consecuencia de la política estatal, formada en base a una ideología del ateísmo militante”. El mismo Kirill participó, siendo un joven obispo “soviético” en la asamblea de Nairobi en 1975, negando públicamente que hubiese persecuciones religiosas en la URSS; eran tiempos complicados para la diplomacia eclesiástica y la Ostpolitik vaticana, cuando a los dirigentes soviéticos se les permitía usar la propaganda eclesiástica para ocultar la persecución religiosa.

Por otro lado, quien se desempeña como cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa no está de acuerdo con volver a evocar esas épocas difíciles, y prefiere dedicarse a la situación a futuro, donde el Patriarcado de Moscú tiene todas las intenciones de ser un protagonista destacado. Al mismo tiempo, advierte que “en la situación de progresiva secularización de la sociedad, nos enfrentamos a una profunda crisis espiritual y moral, consecuencia de la pérdida de la fe y de los valores cristianos tradicionales”, razón por la cual “el mundo se encuentra en la antesala de una guerra global”.

Se hace un llamamiento para la ayuda de los cristianos del Oriente Medio y del Norte de África, “donde existe la amenaza real de que se produzca la total desaparición de las comunidades cristianas”. Y que es la gran urgencia, de la cual la Iglesia rusa se ha hecho cargo en los últimos años,  y que condujo a Kirill a su histórico encuentro con el Papa Francisco en La Habana, en 2016. Por eso, los rusos renuevan su confianza en el CEI, del cual habían tomado distancia en los últimos 20 años al asumir una posición crítica en relación al ecumenismo oficial.

La otra razón que ha llevado a un nuevo acercamiento, tal como concluye el mensaje de Kirill, es la gratitud al CEI “por la firme posición expresada por el Secretario general en su llamamiento a las autoridades estatales de Ucrania, en defensa de la Iglesia ortodoxa ucraniana” –entendiendo por ésta aquella fiel a Moscú, la única considerada “canónica” –que actualmente es objeto de persecuciones y discriminaciones”. El apoyo del CEI a las razones de Moscú en Ucrania, junto al apoyo del Papa Francisco y la cúpula de la Iglesia católica, debiera garantizar a los rusos una presión suficiente para impedir el reconocimiento de la auto-cefalia ucraniana (Patriarcado de Kiev) por parte de Constantinopla, que constituye la cuestión más “candente” en las relaciones inter-ortodoxas de los últimos meses.