Secretario de la ONU: ‘Los campos de refugiados rohinyás en Bangladesh son una pesadilla’

El 2 de julio, Antonio Guterres visitó el  asentamiento de Kutupalong: “He escuchado casos tan terribles que jamás podré olvidarlos”. Se necesita relocalizar a cuando menos 200.000 refugiados, para salvarlos de las lluvias del monzón.


Cox’s Bazar (AsiaNews/Agencias) – Los campos de refugiados rohinyás en Bangladés son una “pesadilla”. Es lo que afirma el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, que el 2 de julio visitó el asentamiento de Kutupalong,  en el distrito de Cox’s Bazar. Allí se reunió con cientos de refugiados musulmanes que huyeron del Estado de Rakhine, en Myanmar, y escuchó sus historias plagadas de violencia, abusos y muerte. Al término de los encuentros, él dijo a los periodistas presentes que había oído relatos de atrocidades “inimaginables”. “Nada podía prepararme para la magnitud de la crisis y para los enormes sufrimientos que he visto” –agregó en su cuenta de Twitter.   

Según el directivo de la ONU, el drama de los refugiados rohinyás constituye “probablemente una de las violaciones de los derechos humanos más trágicas, históricas y sistemáticas”. Los refugiados “me han contado casos tan terribles y conmovedores que jamás podré olvidarlas”, entre ellas, la de “mujeres y niñas que han sufrido horrendos ataques sexuales y que ahora son madres de niños, fruto de una violación”. Luego acusó: “A veces las personas tienden a olvidar quién es el responsable de los que pasa. Por eso, déjenme aclarar de quién es la responsabilidad: de Myanmar”. Al mismo tiempo, agregó: “es cierto que la comunidad internacional entera no  ha sido capaz de detener [la emergencia]”.

Los Rohinyás (que suman poco más de un millón de personas) constituyen un grupo étnico de religión musulmana originario del Bangladés; Myanmar, cuya población es en su mayor parte budista, no reconoce a los rohinyás como ciudadanos birmanos. Tras estallar la nueva ola de violencia entre los militantes musulmanes del Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA) y los militares del ejército, cerca de 700.000 personas cruzaron la frontera y se asentaron a lo largo del confín, en campamentos improvisados. En estos asentamientos, las condiciones de higiene y salud con precarias, para los niños resulta casi imposible estudiar, y continuamente está el riesgo de que se produzcan catástrofes humanitarias a causa del mal tiempo.

Refiriéndose a los daños provocados por las lluvias del monzón, que fueron anunciadas con mucha antelación y finalmente arribaron trayendo consigo la destrucción, Guterres reafirmó la necesidad de relocalizar a cuando menos 200.000 personas desplazadas, para llevarlas a campos más seguros. “No podemos permitir –dijo- que los monzones destrocen la esperanza de los refugiados que he conocido”.