El Salvador opta por China y deja a Taiwán
de Wang Zhicheng

Hoy se firma el documento a través del cual se establecen las relaciones diplomáticas entre Beijing y el país centroamericano. Actualmente son 17 los Estados que reconocen a Taiwán, entre ellos, el Vaticano. Presidente salvadoreño: el giro dado con China traerá “grandes beneficios”. La “diplomacia de las facilidades”.  


Beijing (AsiaNews) – El Salvador ha cortado relaciones diplomáticas con Taiwán y ha decidido entablarlas con Beijing. En el día de la fecha, en la capital china, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, y su contraparte salvadoreña, Carlos Castaneda, han firmado los documentos relativos (v. foto), en los cuales El Salvador se compromete a reconocer “una sola China”, es decir, la continental, considerando a Taiwán como “una isla rebelde”.

El presidente salvadoreño Salvador Sánchez, en un discurso transmitido en cadena nacional ha explicado los motivos del cambio. “China –dijo- es la segunda economía del mundo, con un crecimiento permanente, y sus resultados en varios campos la ubican entre los países más exitosos”.  

El Salvador había establecido relaciones con la República de China en el año 1933, cuyo gobierno huyó a Taiwán luego de tomar el poder Mao Zedong, en 1949. Según Sánchez, la decisión adoptada traerá “grandes beneficios” y “amplias oportunidades”. Además, dicha decisión “se corresponde con las leyes internacionales” y con “las tendencias de nuestro tiempo”.

El Salvador es el quinto Estado que se despega de Taiwán para optar por China, desde que Tsai Ing-wen ganó las elecciones presidenciales en la isla, en 2016. Beijing teme que el partido de Tsai se aboque a lograr la independencia de Taiwán y es por eso que apunta a debilitar su fuerza diplomática.  

En este momento, son 17 los Estados que reconocen a Taiwán. En Europa, sólo el Vaticano la acompaña. Varios de estos Estados se encuentran en América Central y en el Pacífico, son pobres y precisan de los lazos y de la ayuda económica que Taipéi les ofrece; con ellos, Beijing está desplegando en el juego aquella carta conocida como la “diplomacia de las facilidades”.