Cisjordania, la Corte suprema da el ok para el desalojo de un asentamiento beduino

En el pueblo viven 35 familias. La “Escuela de las gomas”, recibe a 170 niños, también de las zonas vecinas. La otras escuelas están lejos y la ruta es peligrosa. Israel los quiere desplazar cerca de un vertedero de basura. El testimonio de dos religiosas combonianas.

 


Jerusalén (AsiaNews)- Los beduinos del pueblo de Khan al-Ahmar en Cisjordania, están por ser desalojados porque la Corte suprema dio el vía libre al desalojo y la demolición. Sor Azezet Kidane y sor Agnese Elli, cercanas a la comunidad, narran su angustia.

La gente está ansiosa- narra sor Azezet- porque no saben cuándo vendrán, si dentro de una semana, un día. Los niños están en continua tensión, apenas sienten una un automóvil, un ruido que venga desde afuera, se asustan. Están alterados”. Sor Agnese confirma: “La gente del pueblo no durmió, la tensión es muy alta. Esta mañana, mientras estaban allí unos italianos, continuaban a llegar cónsules, autoridades palestinas y no y varios periodistas”.

“La orden de demolición-continúa sor Agnese- está desde 2009, desde cuando fue creada la escuela. Iban adelante de año en año, pero es del año pasado que la situación precipitó. De hecho, los niños vivieron un año muy traumático. Las maestras dijeron que el rendimiento escolar de los niños disminuyó mucho”.

El pueblo se encuentra en Cisjordania, a unos 8 km de Jerusalén, cerca de la colonia de Kfar Adumin y a la Ruta 1, que une Jerusalén con el valle del Jordán. En el pueblo hay una escuela, una clínica, una mezquita y algunas habitaciones- por lo más barracas de chapas metálicas- en las cuales viven 35 familias, son unas 180 personas. La escuela del pueblo la llaman “la Escuela de las gomas”, porque fue construida en 2009 con neumáticos, con la ayuda de la organización italiana Viento de Tierra, de las hermanas combonianas (del p. Comboni) y la organización de los Rabinos por los derechos humanos y otras Ong. Ella cuenta con 9 clases y recibe a cerca de 170 niños, varones y niñas, de los cuales 35-40 son del pueblo, mientras que otros llegan de las zonas limítrofes.

Las dos religiosas cuentan que el gobierno israelí está preparando la próxima residencia de la comunidad, junto a al-Jabal, cerca de un vertedero de basura. “Es muy, muy estrecho. Por esto existe también el problema de deber colocar el poco ganado que tienen”. La nueva sistemación prevé una escuela prefabricada únicamente para los habitantes del pueblo. “Y ¿los otros niños dónde irán?-comenta sor Agnese. Para ellos significaría que deberían ir a las escuelas de Ramallah, Jericó… pero están muy lejos y no hay un servicio de autobús escolar y el camino es muy peligroso, porque es una autopista muy frecuentada”.

Ong como B’tselem condenan la decisión, porque en la base de las argumentaciones es que los beduinos habían construido sin permisos, que en realidad para ellos es imposible obtener: “Los palestinos no pueden construir en modo legal y están excluídos de cualquier mecanismo decisional que determina qué aspecto deban tener sus vidas”.

Sor Agnese y sor Azezet narran la solidaridad de muchos: “Ahora, aquí hay muchos activistas israelíes y palestinos- nos cuenta sor Agnese- desde hace meses duermen aquí para que la comunidad no se sienta sola y hacerles sentir que ellos los apoyan”.