Acuerdo China-Vaticano: un nuevo inicio, un nuevo rumbo y dos cambios pequeños, pero importantes
de Wang Meixiu* (王美秀)

La opinión de la profesora Wang Meixiu, de la Academia de Ciencias Sociales de Beijing. Gracias al acuerdo, llega a su fin la era de la “independencia” de la Iglesia con respecto al Papa. Es necesario pensar en la Asociación Patriótica como un organismo al cual se adhiere de forma “voluntaria”, no siendo obligatoria la participación en el mismo.


Beijing (AsiaNews) – El 22 de septiembre pasado, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China y el Departamento del Vaticano encargado de las relaciones entre los Estados y la Santa Sede llegaron a un “acuerdo provisorio” sobre el nombramiento de los obispos en China. Para la Iglesia católica se trata de un hito histórico, un evento único en los últimos 70 años, desde la institución de la República Popular de China.   

Si bien no se han dado a conocer los detalles del acuerdo, todos podemos imaginar que después de cuatro años de diálogo, el acuerdo no puede ser sino un resultado ventajoso para ambas partes.

En lo que respecta a la posición sobre los dos principios que cimentan las relaciones con el Vaticano durante las décadas del ’80 y del ’90, el cambio de parte del gobierno chino es muy claro y no puede ser ignorado.

Nos es dado creer que en el marco del diálogo entre el gobierno chino y el Vaticano, en los próximos dos o tres años (véase lo expresado por Jeroom Heyndrickx en Radio France International, RFI) este acuerdo favorecerá la solución de cuestiones vinculadas a la Iglesia católica china y abrirá camino para la plena comunión y armonía entre la comunidad oficial y aquella no oficial, y con el Papa.

En lo que respecta a la Iglesia Católica, el pedido de entablar un diálogo con el gobierno chino, por iniciativa del Papa Juan Pablo II y del Papa Benedicto XVI  - teniendo como objetivo la plena unidad de la comunión para la Iglesia en China - ha sido un gran paso adelante. Como es obvio, este diálogo ha sido materia de atención, análisis y motivo de incomodidad para los medios y para muchos miembros de la Iglesia.

Este artículo expone una reflexión sobre dos pequeños cambios para la Iglesia católica china, tras la firma del acuerdo.

 

La Iglesia “autogestionada”

En primer lugar, después del acuerdo, el principio de una Iglesia católica china “auto-gestionada e independiente” ha sufrido una pequeña modificación. En el pasado, en materia de nombramiento de obispos, al Papa no se le reconocía el derecho de una “auto-gestión independiente”; ahora, en cambio, es el Papa quien tiene el derecho/poder último e independiente en lo que se refiere al nombramiento de obispos.  

Anteriormente, para muchos obispos chinos nombrados por el gobierno y reconocidos en secreto por el Papa, en la ceremonia de consagración no se permitía anunciar públicamente este reconocimiento papal. Incluso antes de la ceremonia, dentro del estrecho círculo de sacerdotes de la diócesis, estaba prohibido leer el reconocimiento otorgado por el Vaticano.

Después del acuerdo, con el consenso de las partes, el Papa nombrará obispos y los obispos ordenados y aquellos concelebrantes serán todos reconocidos por la Iglesia. Durante la ceremonia de consagración, el nombramiento  - que será leído – obligatoriamente deberá estar firmado personalmente por el Pontífice.  

Por lo tanto, puede verse que el odre viejo de la “Iglesia auto-gestionada e independiente” será llenado con vino nuevo. Sin embargo, esta sutil modificación constituye un gran cambio de rumbo. Al menos por los próximos dos o tres años, los obispos chinos, los miembros del Departamento de asuntos religiosos y otros departamentos ya no tendrán que sumarse entre sus tareas la incómoda preocupación por las eventuales ordenaciones ilegales o ilícitas.

En el pasado, la independencia y la auto-gestión de la Iglesia china – que privaba al Papa de su derecho a la independencia en relación al nombramiento y a la consagración de obispos – constituía un ilícito [desde el punto de vista de la Iglesia]. A partir de hoy, luego del nombramiento del Papa, serán los representantes del clero diocesano, de las religiosas y representantes de los fieles quienes habrán de organizar la ordenación.

Como es lógico suponer, la participación del gobierno chino en todos los niveles ha sido y seguirá siendo a futuro muy importante.  

 

La participación en la Asociación Patriótica es voluntaria

El segundo punto se refiere a la Asociación Patriótica de católicos chinos. Según sus Constituciones a nivel nacional, provincial y ciudadano, la Asociación Patriótica es “una organización voluntaria de fieles católicos patriotas”.

"Organización popular" significa que la Asociación patriótica no es una iglesia.

"Organización voluntaria" significa que la participación es voluntaria y no impuesta.  

Desde esta perspectiva, es comprensible que el Vaticano no haga comentarios sobre la participación en la Asociación Patriótica por parte del Clero, considerando que la Asociación Patriótica no es una iglesia.

Algunos medios extranjeros han informado que los “obispos subterráneos” deben obtener el reconocimiento del gobierno y participar obligatoriamente en la Asociación patriótica.  

El problema actual es que, dado que lo estatutos de la Asociación Patriótica establecen que la asociación es un grupo de personas, formado por religiosos católicos y miembros de iglesia que se asocian de modo libre, participar o no debiera ser una elección voluntaria del individuo. Por lo tanto, la participación o no en la Asociación patriótica y el reconocimiento del “clero subterráneo” por parte del gobierno no son cuestiones que estén necesariamente conectadas.

Desde el punto de vista de la Iglesia Católica Universal y del Estatuto de la Asociación Patriótica de católicos chinos, las Asociaciones Patrióticas en todos los niveles pueden ser consideradas como organizaciones afiliadas a la Iglesia católica, abocadas a servir a la Iglesia pero [sin influencia] en los asuntos internos de su conducción ni en los procesos para la toma de decisiones en la Iglesia. Una cuestión sobre la cual vale la pena reflexionar es, luego, el rol de la Asociación patriótica, que debe respetar los alcances, límites y obligaciones impuestos por sus propios estatutos.

En síntesis, para el Vaticano, el Acuerdo China-Vaticano es un buen comienzo. Solamente el compromiso de un respeto recíproco y la voluntad de marchar juntos asumido por parte de las tres partes en la causa – el gobierno chino, el Vaticano y la Iglesia católica china – logrará hallar un camino común para resolver los otros problemas, que siguen irresueltos: el de los “obispos subterráneos”, el rol del Consejo de Obispos, el acuerdo en lo que respecta al número y al territorio de las diócesis, etc.  

 

 *Miembro del Instituto para el Estudio de las Religiones, una rama de la Academia Nacional de Ciencias Sociales de Beijing, y observadora de la Iglesia Católica china.