Mons. Barsamian: La Iglesia armenia, siempre cerca de su pueblo
de Bernardo Cervellera

Una entrevista al representante de la Iglesia apostólica armenia, actualmente en la Santa Sede, con ocasión de la visita de Karekin II al Papa Francisco. Un diálogo teológico entre Iglesias cada vez más cercanas. La colaboración pastoral en América y en otras regiones. La historia de una Iglesia que ha determinado la identidad nacional, incluso bajo los genocidios en Turquía y en la URSS. La carencia de clero, uno de los problemas más agudos a afrontar.

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Ayer, 24 de octubre, el patriarca de la Iglesia apostólica armenia, Karekin II, se reunió con el Papa Francisco (Fotos 1 y 2). Recientemente, en abril, él estuvo en Roma para la bendición y la inauguración de la estatua de San Gregorio de Narek en los jardines vaticanos. No hubo ninguna comunicación acerca del contenido del encuentro. Extra-oficialmente, puede decirse que discutieron sobre varios temas, entre ellos, sobre cómo brindar apoyo a los cristianos del Oriente Medio.

Para alentar y reforzar las relaciones de amistad entre el Vaticano y Etchmiadzin, sede del patriarcado armenio, desde hace algunas semanas está presente en Italia, de manera estable, Mons. Khajag Barsamian (Foto 3). El arzobispo, de 67 años, ex primado de la Iglesia apostólica armenia en América, es actualmente el representante de la Iglesia apostólica armenia en la Santa Sede y nexo de la Iglesia armenia en Europa occidental. En toda Italia hay cerca de 7.000 fieles armenios, esparcidos entre Milán, Roma, Bolonia, Venecia y Florencia.

AsiaNews se encontró con Mons. Barsamian, que le concedió la siguiente entrevista.


Excelencia, ¿Cómo procede la relación entre vosotros, la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas?
Desde el punto de vista teológico, estamos entablando diálogos, y en ellos discutimos sobre temas como la Eucaristía, las ordenaciones, los sacramentos. No hay diferencias sustanciales. Una de las diferencias más evidentes es obviamente aquella sobre el primado del Papa en cuanto jefe de la Iglesia. Que es algo que debe ser estudiado y comprendido. Cuando estuvo en Armenia, el Papa Francisco afirmó que “hay unidad donde uno no está más alto que el otro”

En materia de discusiones teológicas, notamos que no hay grandes diferencias. A veces, en la familia de las Iglesias orientales, existen diferencias, pero éstas no constituyen un obstáculo para nuestra unidad. De la misma manera, en la historia algunos teólogos católicos consideraban a la Iglesia armenia como monofisita, pero cuando se estudian los textos armenios del siglo V, los himnos, vemos que los armenios aceptaban las dos naturalezas de Cristo: la humana y la divina.

Desde el punto de vista pastoral, en los EEUU, por ejemplo, hay un fuerte diálogo entre los católicos y los orientales. Yo fui presidente de la Iglesia armenia en América y en la pastoral teníamos buenas relaciones. En los casos de matrimonio, si la pareja era católica y el rito se celebraba en una iglesia católica, nosotros aceptábamos participar en los sacramentos católicos.

 

Hablemos de Armenia. ¿qué relación hay entre la Iglesia y su pueblo?

La Iglesia armenia es una Iglesia del pueblo, por ende una Iglesia nacional. No nacionalista, sino nacional. La fe forma parte de la identidad armenia, como cuando en el siglo V, el rey persa sasánida quería forzar a los armenios a renegar de su fe cristiana para abrazar el zoroastrismo, el general  Vardan (Mamikonan) le respondió: “La fe es parte de nuestra piel, no podemos cambiarla”. Y ellos combatieron, fueron mártires pero no aflojaron. Asimismo, en el Siglo V, la llamada Edad de oro, cuando los monjes crearon el alfabeto armenio… Nuestra cultura, la arquitectura, la música y todo lo demás están basados en Cristo.

La fe es parte de la identidad armenia, por lo tanto, a falta de un reino o de una guía política, la Iglesia es la fuerza que guía. Por ejemplo, durante el período de la diáspora, en los EEUU, los cristianos armenios permanecieron siendo tales gracias a la Iglesia. En cada parroquia hay una sala donde se organizan programas culturales, cursos de catecismo, encuentro para los jóvenes, donde se enseña la fe, pero también la identidad.

¿Todo esto resistió también durante el genocidio?

Durante el genocidio, tuvimos muchas pérdidas. Antes del genocidio, en todo el mundo había 6.000 sacerdotes armenios. Durante el genocidio (turco), 4.000 de ellos fueron masacrados. Luego llegó el comunismo, que mató a otros 2.000 sacerdotes. Esto generó un vacío: el 98% de la dirigencia espiritual fue destruido. Y hay que decir que los comunistas hicieron algo mucho peor que los turcos, porque los turcos mataban sólo el cuerpo, pero los comunistas mataron y destruyeron el espíritu.

Le doy un ejemplo extraído de mi experiencia. Yo nací en Anatolia, en la parte central de Turquía. Mi abuela estaba embarazada de 3 meses cuando, una noche, ellos vinieron y se llevaron a su marido y a todos los hombres. Cuando nació mi padre, no había iglesias. Pero él normalmente decía: “Mi madre hizo de madre y de padre”. Yo nací en Arapkir, donde no había ninguna iglesia. Las siete que había, fueron destruidas, pero mi hermano y yo aprendimos a rezar con mi abuela. La Iglesia estaba en nuestra casa. Yo soy sacerdote gracias a mi abuela, porque el espíritu [del cristianismo] estaba allí.

Los comunistas no sólo destruían las iglesias y aniquilaban al clero: ellos enseñaban el ateísmo en las escuelas, contra la Iglesia, la fe, Cristo. En cada diseño curricular (escolar), la fe era dejada de lado.

¿Y cuando Armenia optó por independizarse de la URSS, en 1991?

Cuando obtuvimos la independencia, Armenia estaba en un estado de confusión. Era un momento denso de desafíos y una vez más, la Iglesia estuvo a la vanguardia, ofreciendo su apoyo. En nuestra diócesis inmediatamente creamos un  fondo para ayudar a los armenios y yo personalmente firmé un acuerdo con el gobierno americano para llevar ayuda a los armenios con 10 millones de dólares. Hablé con el Departamento de Estado y les dije que los armenios necesitaban ayuda.

Al día de hoy, el fondo destinado a brindar ayuda a los armenios ya ha donado 325 millones de dólares para proyectos de desarrollo, en el campo médico, agrícola, educativo y varias áreas más. La Iglesia ofreció su apoyo a huérfanos, niños, etc. Y esto fue de parte de una sola diócesis, la de América, pero también hay otras que, por cierto, han contribuido.

Todavía tenemos muchos desafíos por delante. El primero es que, en todo el mundo, el clero armenio se compone de apenas 815 miembros. Este número no alcanza, por lo tanto, en Armenia se abrieron nuevos seminarios. Su santidad el Katólikos está poniendo un gran énfasis en este aspecto y está enviando a muchos jóvenes sacerdotes a estudiar a la universidad, sobre todos a aquellas católicas, especialmente en Roma, París, en Europa y en los EEUU. Algunos de estos sacerdotes ya volvieron y ahora son profesores en los seminarios. De esta forma, se prepara a las generaciones más jóvenes.

Otro desafío se refiere a la educación cristiana: para ello, el Chatolicós firmó un acuerdo con el gobierno, para que en las escuelas públicas se enseñe la historia de la Iglesia armenia. Si nos ceñimos a las indicaciones de la Unión europea, en la escuela no se puede enseñar religión, pero sí se puede enseñar historia. De esta manera, las nuevas generaciones pueden aprender algo sobre la Iglesia armenia. Los textos religiosos son redactados en Etchmiadzin, y allí también [se forma a] los docentes para estos cursos.

Etchmiadzin también ha impulsado la creación de organizaciones juveniles, programas televisivos que hablan de catequesis, películas, varios programas para comunicar la fe a las personas.

Desde el punto de vista económico, ¿cuál es la situación?

El problema principal es que las fronteras con Turquía y Azerbaiyán aún siguen cerradas. En cambio, las fronteras con Georgia e Irán están abiertas. Armenia trata de mantener un buen equilibrio en las relaciones con Occidente, con la Unión Europea y los EEUU, pero también con Moscú, porque la situación así lo impone.

Yo mismo intenté entablar un diálogo con Turquía, porque considero que la apertura de las fronteras podrían mejorar la economía. Durante la presidencia de Abdullah Gül existían muchas más posibilidades; ahora, con Erdogan, las cosas son distintas. Cuando el Santo Padre Francisco visitó Armenia en el año 2016, le había sugerido al Card. Pietro Parolin que el Papa también fuese a Turquía, atravesando la frontera entre nuestros dos países. Pero los turcos no lo permitieron. Con las fronteras cerradas, no hay muchas posibilidades para el libre mercado. Igualmente creo que a fin y al cabo, en Turquía algo bueno está sucediendo: hay un desarrollo que se está dando, a pequeños pasos.

En Armenia, hace algunos meses hubo un cambio de gobierno, manifestaciones de jóvenes: todas son buenas señales. Esto significa que el  gobierno anterior -con todos los problemas que tenía- fue capaz de dar libertad a las nuevas generaciones, para comenzar a pensar libremente. Esto es positivo, pero no automático. Por ejemplo, no sucede lo mismo en Azerbaiján.

¿Cuáles son los desafíos principales de la Iglesia armenia en la evangelización?

Una vez más, uno de los principales desafíos tiene que ver con las personas: los jóvenes ahora tienen una mentalidad abierta, pero los ancianos tienen una mentalidad soviética. La Iglesia está viviendo este proceso: durante la dominación soviética, el clero no tenía permiso para evangelizar, para salir a anunciar, como nos enseñó Jesús. Ellos esperaban que las personas se acercasen para dar el bautismo, las confirmaciones y todo el resto. Ahora, se ven cambios: el clero sale y va al encuentro de las personas y también las personas saben que ellos pueden visitarlos. Es algo que está sucediendo, pero se necesita tiempo para que continúe pasando.

Es también importante la colaboración entre los sacerdotes y los laicos. Por ejemplo, en mi diócesis americana, los religiosos y los laicos colaboran juntos para llevar adelante la misión a nivel diocesano y también en el exterior de la diócesis, en las asambleas, en los consejos parroquiales. Los laicos también están implicados, no son los curas lo que hacen todo. este proceso está sucediendo también en Armenia y Su Santidad Karekin II alienta y sigue este proceso.

Otro desafío es la falta de clero, en cada ciudad, comunidad, pueblo se necesita un pastor, un sacerdote que pueda ocuparse de las necesidades espirituales de las personas. Por ejemplo, en los EEUU, el 85% del tiempo los sacerdotes está dedicado al cuidado pastoral: visitas, asistencia, organización, celebraciones, liturgia. Y el restante 15 también es tiempo abocado a necesidades pastorales. Esta es otra necesidad y refleja la visión de Su Santidad el Catholicós. Pero se necesita tiempo. Por su parte, los laicos ayudan también en la administración de las diócesis.

Además hay programas orientados al cuidado de los huérfanos, hospitales, encuentros para aconsejar y ver de qué manera la Iglesia puede ayudar a las personas para que inicien una empresa, aunque más no sea un pequeño emprendimiento. Desde el punto de vista del ecumenismo y del diálogo inter-religioso, tengo que decir que en nuestro país hay pueblos kurdos y musulmanes que son muy libres. también hay pueblos rusos, georgianos, sirios y hasta una comunidad hebrea con su Sinagoga. No existen problemas de ningún tipo. En Everan también hay una antigua mezquita, que recientemente ha sido restaurada, creo que por obra de los iraníes.