Papa: será destruida por Dios esta sociedad que dice ser cristiana, pero es pagana

En el día del juicio, Babilonia será destruida con un grito de victoria. La “gran prostituta” caerá, condenada por el Señor. Y Jerusalén verá su ruina por otro tipo de corrupción, “la corrupción de la infidelidad al amor; no ha sido capaz de reconocer el amor de Dios en su Hijo”.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Será destruida por Dios esta sociedad que dice ser cristiana, pero es pagana, y vive como los paganos. Es lo que dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, al tomar como punto de partida un pasaje del libro del Apocalipsis de San Juan (Ap 18, 1-2.21-23; 19,1-3.9) que describe la destrucción de Babilonia, la ciudad bella, símbolo de la mundanidad, “del lujo, de la autosuficiencia, del poder de este mundo” y un pasaje del Evangelio (Lc 21,20-28) que narra la devastación de Jerusalén.

En el día del juicio, Babilonia será destruida con un grito de victoria. La “gran prostituta” caerá, condenada por el Señor y, afirmó el Papa, hará ver su verdad: “cueva de demonios, refugio de todo espíritu impuro”. Bajo su magnificencia, mostrará la corrupción; sus fiestas expondrán su felicidad falsa. Será violenta su destrucción y “ya nadie la encontrará jamás”. “El sonido de los músicos, los tañidores de la cítara, de la flauta y de trompetas, ya no se oirán más en ti; -no habrá hermosas fiestas, no… -ya no podrá encontrarse artesano de trabajo alguno en ti; -porque no eres una ciudad de trabajo, sino de corrupción -el ruido del molino ya no podrá oírse en ti; la luz de la lámpara ya no brillará más en ti; -quizás será un ciudad iluminada, pero sin luz, no luminosa; esta es la civilización corrupta -la voz del esposo y de la esposa ya no podrán oírse en ti. Había tantas parejas, tanta gente, pero ya no habrá amor. Esta destrucción comienza desde adentro y termina cuando el Señor dice: ‘Basta’. Y habrá un día en que el Señor dirá: ‘Acabemos con las apariencias de este mundo’. Esta es la crisis de una civilización, que se cree orgullosa, satisfecha de sí misma, dictatorial y termina así”.

Jerusalén, prosiguió el Papa, verá su ruina debido a otro tipo de corrupción, “la corrupcióm de la infidelidad al amor; no ha sido capaz de reconocer el amor de Dios en su Hijo”. La ciudad santa “será pisoteada por los paganos”, castigada por el Señor, porque ha abierto las puertas de su corazón a los paganos. “Hay una paganización de la vida, en nuestro caso, cristiana. ¿Vivimos como cristianos? Parece que sí. Pero en verdad, nuestra vida es pagana, cuando suceden estas cosas, cuando entra en esta seducción de Babilonia y Jerusalén, vive como Babilonia. Quiere ser una síntesis que no puede hacerse. Y ambas serán condenadas. ¿Tú eres cristiano? ¿Tú eres cristiana? Entonces, vive como cristiano. No se pueden mezclar el agua y el aceite. Siempre se distinguen. [Será] El fin de una civilización contradictoria en sí misma, que dice ser cristiana y vive como pagana”.  
Retomando el relato de las dos lecturas, el Papa prosiguió diciendo que, luego de la condena de las dos ciudades, se oirá la voz del Señor; después de la destrucción, vendrá la salvación: “Y el ángel dijo: ‘Venid: ¡felices los invitados a las bodas del Cordero!’ ¡La gran fiesta, la verdadera fiesta!”. “Hay tragedias, incluso en nuestra vida las hay, pero frente a ellas, se debe mirar al horizonte, porque hemos sido redimidos y el Señor vendrá a salvarnos. Y esto nos enseña a vivir las pruebas del mundo, no haciendo un pacto con la mundanidad o la paganidad que nos llevan a la destrucción, sino [firmes] en la esperanza, despegándonos de esta seducción mundana y pagana y mirando el horizonte, esperando a Cristo, el Señor. La esperanza es nuestra fuerza: vamos adelante. Pero debemos pedirla al Espíritu Santo”.

Por último, Francisco invita a pensar en las Babilonias de nuestro tiempo, en tantos Imperios poderosos, por ejemplo, en los del siglo pasado, que se desmoronaron. “Y así acabarán también las grandes ciudades de hoy, y así acabará nuestra vida, si continuamos llevándola por este camino de paganización”. Y concluyó diciendo que permanecen solamente aquellos que depositan su esperanza en el Señor. Por tanto: “Abramos el corazón con esperanza y alejémonos de la paganización de la vida”.