Papa: El Adviento prepara la venida de Jesús, que no sea sólo mundanidad

Es un tiempo que tiene “tres dimensiones”: pasado, futuro y presente. Sirve para “purificar la fe”, a “purificar la esperanza” y a “purificar la vigilancia”, porque el Señor volverá.

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- El tiempo de Adviento, que comenzó ayer, tiene “tres dimensiones”: pasado, futuro y presente y es tiempo para la preparación de la Navidad que es el descenso de Jesús, pero que arriesga se convierta en una fiesta mundana, hecha de gastos y regalos. Los dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la casa de Santa Marta, partiendo del pasaje del Evangelio (Mt 8,5-11) que narra el encuentro en Cafarnaún entre Jesús y el centurión, que pide ayuda para su siervo, que estaba paralizado en la cama.

También hoy, subrayó, puede suceder que uno “se acostumbre a la fe”, olvidando su “vivacidad”. “Cuando estamos acostumbrados perdemos aquella fuerza de la fe, aquella novedad de la fe que siempre se renueva”.

Francisco agregó que la primera dimensión del Adviento es el pasado, “la purificación de la memoria”: “recordar bien que no nació del árbol de Navidad”, que es ciertamente un “hermoso signo”, pero hay que recordar que “nació Jesucristo”. “Nació el Señor, nació el Redentor que vino a salvarnos. Sí, la fiesta… nosotros siempre tenemos el peligro, tendremos siempre en nosotros la tentación de mundanizar la Navidad,   mundanizarla...cuando la fiesta deja de ser contemplación- una bella fiesta de familia con Jesús en el centro- y comienza a ser una fiesta mundana: hacer las compras, los regalos y esto y esto otro… y el Señor permanece allí, olvidado. También en nuestra vida; sí, nació, en Belén, pero… Y el Adviento es para purificar la memoria de aquel tiempo pasado, de aquella dimensión”.

Además, el ADviento, sirve para “purificar la esperanza”, a prepararse “al encuentro definitivo con el Señor”. “¡Porque aquel Señor que vino allá, volverá, volverá! Y volverá a preguntarnos: ‘¿Cómo anduvo tu vida?’. Será un encuentro personal. Nosotros, el encuentro personal con el Señor, hoy, lo tendremos en la Eucaristía y no podemos tener un encuentro así, personal, con la Navidad de hace 2000 años atrás: tenemos la memoria de aquello. Pero, cuando Él volverá, tendremos aquel encuentro personal. Es purificar la esperanza”.

Y la tercera dimensión es más cotidiana: purificar la vigilancia. Vigilancia y oración son dos palabras para el Adviento; porque el Señor vino en la historia en Belén; vendrá, al final del mundo y también al final de la vida de cada uno de nosotros. Pero viene cada día, cada momento en nuestro corazón, con la inspiración del Espíritu Santo”. Entonces, la invitación final del Papa, es a cultivar la dimensión cotidiana de la fe, no obstante las preocupaciones y los tantos afanes, tomando en “custodia” de la propia “casa interior”. Nuestro Dios, de hecho, es el “Dios de las sorpresas” y los cristianos deberían captar cada día los signos del Padre Celestial, aquel su hablarnos en el hoy.