P. Prakash: en materia de derechos humanos, la India ha tocado ‘abismos terribles’

El jesuita recorre los cuatro años de gobierno nacionalista de Narendra Modi. La prensa, amordazada; los cristianos, atacados; actos de violencia cometidos en masa; discriminación hacia los dalit y tribales. El sacerdote hace un llamamiento: “La gente debe despertarse ya mismo”. 


Nueva Delhi (AsiaNews) – En los últimos cuatro años, desde que asumió el poder el gobierno nacionalista hindú de Narendra Modi, en el campo de los derechos humanos, la India ha tocado “abismos terribles”. Así lo afirma el Pbro. Cedrick Prakash, un sacerdote indio que se desempeña como responsable de la comunicación del Jesuit Refugee Service (JRS) en la región MENA (Oriente Medio y Norte de África). Él hace una reseña de las interminables violaciones a los derechos humanos constatadas en la India, en la vigilia del 70º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

“No es necesario ser hombres de ciencia”, afirma el P. Prakash, “para darse de cuenta de que las violaciones se producen todos los días. Los sondeos lo dicen claramente; según el Human Development Index, en el año 2018 la India cayó al puesto 130 sobre un total de 189 países”. “Por cierto, esto no honra en nada a un país en el cual los soberanos dominantes, a expensas de los contribuyentes, continúan viajando por todo el mundo y llevando la voz cantante apoyados en gente crédula a través de toda una serie de mentiras, mitos e ilusiones”.

Según el sacerdote, lo que posibilita “a los gobernantes, a sus matones y a los amigos capitalistas” mirar “con desprecio los derechos de los demás” es un sentimiento de impunidad generalizada que se ha impregnado en la política. Obviamente, reitera, todo esto es a costa de los más indigentes y de quienes no tienen los medios para hacer que su voz sea escuchada”.

Citando los reportes anuales de Human Rights Watch y Amnesty International, el jesuita enumera una serie de episodios ocurridos en los últimos años: episodios de violencia perpetrados por los “vigilantes [de las vacas]” contra las minorías, sobre todo, contra los musulmanes; actos de violencia cometidos en masa; expropiación de tierras de los tribales adivasi; discriminación de los dalit (personas sin casta), políticos de larga data del BJP (Bharatiya Janata Party) que promueven la supremacía hindú y el nacionalismo a ultranza; el disenso etiquetado como algo “anti-nacional”; activistas, periodistas y miembros del cuerpo académico colocados bajo la mira por sus ideas; el control de fondos provenientes del exterior como excusa para clausurar las ONG que critican el accionar del gobierno.

El P. Prakash cita tres casos emblemáticos: a fines de agosto de 2018, el arresto de cinco activistas famosos por su dedicación a la defensa de los derechos de los dalit, que critican las políticas discriminatorias del gobierno de Modi, cuyo “veredicto final todavía no ha sido pronunciado”; en septiembre de 2017, el asesinato de Gauri Lankesh, la periodista que había denunciado el fraude electoral de miembros del BJP; hace apenas unos días, la protesta de miles de campesinos y agricultores ahogados por las deudas, que marcharon sobre la capital y se manifestaron frente al Parlamento.

Por último, él alude a la libertad de credo: esta, también, subraya el sacerdote “ha pasado a segundo plano”. Prueba de ello son los numerosos ataques contra los cristianos (200, en los últimos seis meses, según un reciente sondeo) o la iniciativa de cambiar los nombres de algunas ciudades porque son “demasiado islámicos”.

El país, concluye, “ha sido arrastrado a un desastre total por el gobierno y por sus infames lazos con pequeños grupos de fuerzas anti-nacionales formados por fundamentalistas, fascistas, fanáticos y sectores radicales. La gente debe despertarse ya mismo”.