Primer viaje de un Papa a un país del Golfo
de Bernardo Cervellera

El Papa Francisco visitará los Emiratos del 3 al 5 de febrero. Una zona marcada por enormes riquezas, profundas injusticias, guerras crueles y dictaduras político-religiosas. La convivencia entre las religiones y los pueblos. Los migrantes que viven en los Emiratos (y que constituyen el 80% de la población) son esenciales para la economía. Allí viven un millón de fieles católicos provenientes de Filipinas, India, Oriente Medio y Corea. Una esperanza de paz para Yemen. 


Roma (AsiaNews) – Del 3 al 5 de febrero, el Papa Francisco realizará una visita a los Emiratos Árabes Unidos y más precisamente a Abu Dabi. Este constituye el primer viaje de un pontífice a un país del Golfo Árabe, una zona marcada por enormes riquezas, profundas injusticias, guerras crueles y dictaduras político-religiosas. La agenda de Francisco incluye un encuentro con el príncipe heredero, el Jeque Mohammed bin Zayed bin Sultan Al Nahyan, hijo del fundador de Abu Dabi, una reunión con los miembros del Consejo islámico de los ancianos en la Gran Mezquita del jeque Zayed y una misa al aire libre, en el Zayed Sports City.

En la vigilia del viaje, el Papa ha enviado un mensaje de video dirigido al “querido pueblo de los Emiratos Árabes Unidos”, subrayando que la visita a ese país podrá escribir “una nueva página en la historia de las relaciones entre las religiones” y que la fe en Dios “une y no divide, nos acerca a pesar de la distinción y nos aleja de la hostilidad y de la aversión”.

El 5 de febrero por la tarde, el Papa participará en el encuentro inter-religioso centrado en el tema de la ‘Fraternidad Humana’, en el Founder’s Memorial de Abu Dabi. La fraternidad y la convivencia entre las religiones es un tema que sacude en gran medida las relaciones dl islam con los demás credos. El fundamentalismo islámico, son sus decapitaciones y ejecuciones en masa, está trayendo problemas y generando disgusto en el seno mismo del mundo islámico, donde los jóvenes cada vez están más alejados de las mezquitas y los imanes. Pero también es claro para muchos intelectuales musulmanes, que para derrotar el islamismo fundamentalista, es necesario un diálogo y una convivencia con los cristianos: es la pista que están siguiendo Egipto, Irak y el Líbano.

En los Emiratos, hace tiempo que existe la posibilidad de una libertad religiosa. Sobre todo en Abu Dabi, Dubái y Omán, donde hay 11 parroquias que asisten a la población católica –que se calcula en decenas de miles- con escuelas gestionadas por religiosos. En la Navidad pasada, las misas celebradas en Dubái congregaron a más 20.000 personas en la pequeña iglesia de la Virgen María; en Abu Dabi, participaron cuando menos 6.000 fieles.

Sin embargo, hay algunos límites: no se permite el proselitismo así como tampoco tener signos visibles en el exterior de los edificios sagrados y las ceremonias deben desarrollarse en el interior. Pero ello de por sí constituye una gran conquista, si se piensa en la cercana Arabia Saudita, donde se prohíbe cualquier credo –e  incluso la oración en el ámbito privado- que sea distinto del islam. Incluso más, es un signo positivo el hecho de que para la misa del pontífice se haya puesto a disposición un espacio público.

Los Emiratos pertenecen al Vicariato de Arabia Meridional, donde vive aproximadamente 1 millón de fieles, todos de nacionalidad extranjera. La comunidad más importante es la filipina, seguida por los católicos indios, sobre todo provenientes de Kerala. El resto de la Iglesia está compuesto por libaneses, sirios, iraquíes, egipcios, jordanos y coreanos que han llegado a la región por motivos de trabajo.

Entre ellos hay obreros, empleados domésticos, camareros pero también empleados administrativos y managers. Al referirse a ellos, Mons. Paul Hinder, el vicario apostólico de Arabia Meridional, dice: “Es una comunidad de fieles participativa. No son en absoluto ‘esclavos’ o personas de segunda clase, sino cristianos que participan de manera activa en la vida de la sociedad y de la Iglesia local. Somos una realidad migrante llena de vida”.

El punto de los migrantes es otra piedra angular de este viaje de Papa Francisco. Muchas veces, al referirse a los migrantes se habla de personas heridas, pobrísimas, indigentes. En los Emiratos Árabes Unidos, al menos el 80% de los habitantes es migrante, porque la población local no supera el 20%. Los grupos más numerosos son los inmigrantes indios (25% del total) y los pakistaníes (el 12%).   

Sin ellos, la economía de los Emiratos no podría funcionar, porque necesita de mano de obra para los trabajos más humildes, pero también de expatriados en las oficinas administrativas y en el sector financiero. En su video-mensaje, el Papa define a los Emiratos como una “tierra que busca ser modelo de convivencia, de fraternidad humana y de encuentro entre distintas civilizaciones y culturas, donde muchos encuentran un lugar donde trabajar y vivir libremente, respetando la diversidades”; un pueblo “que vive el presente con la mirada puesta en el futuro”. Y Mons. Hinder concluye: “Este es el mensaje que queremos dar, con esta visita, a la comunidad católica mundial, a los gobiernos y a las instituciones: miren a los migrantes como una realidad activa”. Pensar en los migrantes exclusivamente como un problema, y en los muros como una solución, es algo inútil, que atenta contra la historia, además de resultar perjudicial para la economía de todo un país.

Por último, debemos esperar que todo esto conduzca a la paz en el Golfo. No hemos de olvidar que los Emiratos, con la coalición encabezada por los sauditas, han sostenido grupos fundamentalistas contrarios a Assad en Siria, y que todavía hoy respaldan la lucha contra los hutíes en Yemen, incrementando las tensiones contra Irán. Es por ello que el tema del viaje es la oración de San Francisco de Asís; “Señor, hazme un instrumento de tu paz”.