Islamabad confirma la captura de un piloto indio. Ayer, la fuerza aérea de Delhi bombardeó el territorio pakistaní para destruir un campo de adiestramiento de terroristas. Las víctimas serían más de 350. Los expertos consideran que los últimos hechos de violencia cuadran con el manifiesto político del BJP para las próximas elecciones.
Nueva Delhi (AsiaNews) – Hay un enfrentamiento abierto entre la India y Pakistán, y la mecha que aviva nuevos vientos de guerra es Cachemira. Esta mañana, el General mayor del Ejército pakistaní Asif Ghafoor, confirmó que el fuego antiaéreo de Islamabad derribó dos jets indios que habían incursionado en el territorio pakistaní, y reveló la captura de uno de sus pilotos. Los aviones habrían violado la regla de no invadir la Línea de Control (LOC), la frontera que divide a los dos países en el territorio de Cachemira, actualmente disputado. La reacción del gobierno de Islamabad era esperable, luego de reiterados bombardeos de los aviones indios durante el día de ayer, tras lo cual Delhi quiso “dar una lección” a Pakistán, pues le carga la culpa del atentado del 14 de febrero en Pulwama (en Jammu y Chachemira), que costó la vida de 44 soldados de la Unión.
Ayer, la fuerza aérea india (Indian Air Force) desplegó una serie de ataques aéreos contra Pakistán. Vijay Gokhale, secretario de defensa de Nueva Delhi, explicó que el objetivo del ataque fue un campo de adiestramiento de terroristas situado en Balakot, en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, a unos 200 km de Islamabad.
Según la inteligencia india, el campo era una de las bases operativas del grupo fundamentalista islámico Jaish-e-Mohammed (JEM), grupo que reivindicó el atentado perpetrado en Cachemira. El secretario informó que en los bombardeos fueron muertos “más de 200 terroristas”, si bien las fuentes sostienen que las víctimas son más de 350. Entre los muertos figuraría Yusuf Azhar, cuñado del líder del JEM, Masood Azhar.
Las últimas informaciones reportan que el ejército pakistaní está lanzando granadas hacia el otro lado de la frontera, en la zona india de Uri. Esta área en el 2016 fue escenario de un ataque que reavivó el conflicto entre las dos naciones limítrofes, que siempre han estado en lucha por la disputa sobre el territorio de Cachemira. Los enfrentamientos en Uri condujeron a un toque de queda que se prolongó durante meses, llevando a hechos de violencia sumaria entre la población, y a la quema de varias escuelas, que impidieron a los estudiantes rendir los exámenes y proseguir el ciclo lectivo a la par de sus coetáneos del resto del país. En síntesis, la población local ha sido la más afectada por toda la situación vigente.
Los expertos se preguntan si este conflicto permanecerá como algo latente o si desembocará en una verdadera guerra, como aquella librada en 1999 en la zona del Kargil. Hoy, un editorial publicado en el Hindustan Times, un renombrado periódico indio, afirma que el primer resultado de los nuevos litigios es que se cierra el círculo sobre el programa electoral del premier indio Narendra Modi. Faltando 50 días para las elecciones, se lee, los ataques consolidan el manifiesto político del partido BJP (Bharatiya Janata Party) y de su líder. Este está compuesto “por tres ingredientes conectados entre sí: un líder ‘decidido’, ‘que demuestra su fuerza’ y parece confiable; un partido ‘nacionalista’ que quiere defender los intereses indios; una India ‘fuerte’ que ha cambiado las reglas de combate con su archirrival”.