A seis años del derrumbe del complejo Rana Plaza, siguen extorsionando a los operarios textiles
de Sumon Corraya

En el 2013, marcas internacionales y sindicatos firmaron el Accord on Fire and Building Safety en Bangladés. Los trabajadores ahora tienen una mayor confianza en el mecanismo de control y presentan las denuncias. Sin embargo, el sector manufacturero está marcado por el hostigamiento hacia las mujeres, los despidos arbitrarios y las presiones para aumentar la producción.  


Daca (AsiaNews) – En Bangladés, las condiciones laborales de los operarios de la industria textil han mejorado desde el 2013, cuando cientos de empresas firmaron un acuerdo orientado a la tutela de los empleados y normas de seguridad, hecho que siguió al derrumbe del complejo Rana Plaza. Sin embargo, en paralelo a este objetivo de lograr un mejoramiento, aún sigue habiendo muchas carencias en el sector, tanto en términos  de extorsión en relación a los trabajadores como en mecanismos de control dentro de las mismas fábricas.

Esta semana, los sindicatos difundieron el número de denuncias presentadas por los operarios a lo largo del 2018: en total, son 662, es decir, el dato más alto que se haya registrado jamás. Esto demuestra que el  “Accord on Fire and Building Safety in Bangladesh” [un acuerdo de carácter privado, firmado entre más de 200 marcas internacionales y los sindicato locales – ndr] está funcionando adecuadamente y que los trabajadores tienen mayor confianza en el mecanismo de control, en comparación con el pasado. En total, desde que entró en vigor el acuerdo, en el 2014, el instituto ha recibido 1.152 denuncias.

El operario Siddikur Ramaman confirma a AsiaNews que las condiciones de seguridad son mejores que en 2013. “En el pasado, en las fábricas no existían las salidas de emergencia –afirma-; mientras que ahora, son muchas las empresas que sí las tienen. Casi todos las fábricas cuentan con mecanismos para controlar incendios”.

A pesar de ello, él resalta que todavía perduran las “presiones psicológicas y extorsiones por parte de los empleadores”. Concuerda con él Siddik, un empleado del sector industrial de Mahakhali, que declara: “Los empresarios extranjeros y los propietarios de las firmas solamente piensan en hacer dinero y no en el bienestar de sus trabajadores. Hay tres protagonistas en juego: los operarios, los empleadores y las uniones sindicales. En tanto los beneficios sean para todos, todos ganaremos”.

Rashada Beguem, que trabaja en el área de Uttara, agrega; “El acuerdo fue estipulado para velar por nuestra seguridad. Sin embargo, jamás he visto en mi industria [a los inspectores]. Mi empleador no se preocupa por las condiciones en que trabajamos, y paga los salarios con demoras”. Luego, resalta: “incluso hay abusos sexuales contra las mujeres. El propietario no les otorga ninguna importancia, sólo quiere aumentar la producción y nos usa como máquinas”.

Julhasnaueen Babu, secretario general del sindicato Bangladesh Garment Worker Songhoti, levanta el dedo acusador contra las ONG que operan codo a codo con los empleados, pero reciben su paga de los propietarios. Según él, los datos que estas asociaciones reportan [como parte del]  Acuerdo no estarían completos. “Son muchos los operarios que vienen a quejarse de que fueron despedidos sin previo aviso y que la fábrica donde trabajaban cerró sin advertirles. Recientemente, el sector manufacturero despidió a 11.000 dependientes. Además, para aumentar los salarios, las empresas recortan mano de obra de algunos y ejercen presión para aumentar la producción de otros”.