Lavina John Gonsalves: me convierto en católica porque amo a Jesús
de Lavina John Gonsalves

La joven vive en Mumbai y estudió en un colegio católico. Aquí aprendí a rezar y vivía con las otras niñas bautizadas. De su empleador obtuvo un día libre por semana para poder frecuentar el curso de iniciación cristiana para los adultos. “Ahora no sólo rezo cuando necesito algo, sino también para estar más cerca de Dios”.

 


Mumbai (AsiaNews)- “Elegí ser bautizada porque así me siento feliz. Te amo, Jesús”. lo dice   Lavina John Gonsalves, una joven de Mumbai. La joven creció en un colegio católico, mientras la madre iba a trabajar al extranjero. Aquí aprendió a rezar por sor Margaret, su tutora, que la crió como una hija, enseñándole a “elegir por cuenta mía y afrontar la vida en modo valiente en cada situación”. Hoy, de grande y después de haber frecuentado a jóvenes de su religión, eligió ser bautizada. A continuación su narración (traducción a cargo de AsiaNews”.

Me llamo  Lavina John Gonsalves. Se que el nombre parece católico, pero no soy católica, no porque no quisiera ser bautizada, sino porque mis padres no eran idóneos para el matrimonio por la Iglesia. Mi padre ya se había casado. Después se enamoró de mi madre, viuda y con una hija. Se casaron en el tribunal, pero para las normas cristianas su matrimonio no era válida. dado que la primer esposa (de mi padre) está aún viva, ellos no podían regularizar su boda por la Iglesia y por lo tanto yo no podía ser bautizada (sic).

Desde pequeña, cuando frecuentaba el tercer grado, mi madre decidió ir a trabajar al extranjero dado que mi padre no trabajaba y había vuelto con su primer mujer. En aquel tiempo mi madre decidió enviar a mi hermanastra y a mí al colegio Regina Pacis Convent High School. Agradezco a Dios que mi madre haya hecho esta elección. Fue el inicio de mi recorrido para conocer y rezar a Jesús. Sor Margaret, nuestra tutora, me tenía siempre consigo porque yo era la más pequeña de las 100 niñas del albergue. Y dado que permanecía con ella todo el día, normalmente me leía historias extraídas de la Biblia y me enseñaba a rezar. Siempre me hacía estar con las jóvenes católicas y me permitía ir a misa el domingo y frecuentar el catecismo.

Durante esos años me olvidé totalmente de mi religión anterior y se encendió la fe en el cristianismo. Permanecía siempre al final de la oración, del Rosario y de la Misa y le preguntaba a sor Margaret cuándo podía ser bautizada. Ella siempre me aseguraba que podría elegir cuando fuese adulta y que hasta ese momento tendría que continuar rezando a Jesús. Jamás me impedía recitar el Rosario y me trataba como una normal niña cristiana. Era feliz allí, pero cuando estaba en la octava clase, mi madre volvió a India y me retiro del albergue. Me llevó a casa porque sufría de asma y tenía frecuentes ataques. Me recuerdo que (en aquellos momentos) tenía siempre a sor Margaret sentada al lado mío, que rezaba por mí todo el tiempo por mis sufrimientos.

Entonces volví a casa. La escuela católica de mi zona no me admitió porque no tenía el certificado de bautismo, por lo tanto me inscribieron en en una escuela marathi (del Maharashtra). En aquella escuela me hice de tantos amigos y en algún modo fui influenciada por su cultura y religión y me alejé de las oraciones cotidianas que sor Margaret me había enseñado. Jamás dejé de ir a misa con mi padre. Terminados los estudios, pedí la admisión a un colegio católico, pero también en aquel caso me pidieron el certificado de bautismo. No fui aceptada, no obstante mis buenas notas. Después, cuando elegí tomar el curso de Hotel Management, fui admitida en el  St. Andrew’s College. Esto me hizo muy feliz porque volvía a estar entre amigos cristianos y me daba esperanza de renovar mi fe.

Cuando cumplí los 18 años, mi padre me recordó (la posibilidad de recibir) el bautismo. Mi madre no estaba feliz porque hasta aquel momento yo había seguido su religión. Pero, sabía muy bien que debía tomar mis decisiones en modo autónomo. Sor Margaret siempre me enseñó a ser una joven que elige por su cuenta y enfrentar la vida en modo valiente en toda situación. Al final mi madre no puso demasiadas objeciones y aceptó mi decisión.

Mi padre me acompañó a lo del párroco para saber cómo tenía que hacer. Nos encontramos con el p. Xavier Pinto, una persona de buen corazón que me ayudó y guió en los trámites del curso RCIA (Rite of Christian Initiation of Adults, el Rito de la iniciación cristiana de los adultos- ndr) y me envió a los del p. Vincent en el centro pastoral de Bandra. Después de haber escuchado mi historia y mi deseo de fe, el p. Vincent me inscribió en las lecciones de RCIA.

Cuando inicié a frecuentar el curso y a construir mi fe, el Señor me bendijo haciéndome encontrar mi primer trabajo en el hotel The Leela, un 5 estrellas de Mumbai. El jueves era muy difícil obtener un permiso o hacer un cambio de turno de trabajo, pero en algún modo Jesús siempre me ayudó para llegar a la lección. La mayor parte de las veces llegaba atrasada. Entonces hablé del curso a mi responsable: también él con tanta fe en Cristo, me apoyó a un punto tal que al final me dio el jueves como mi día libre para poderl frecuentar.

Cuando inicié a participar al curso, descubrí un montón de cosas nuevas sobre Jesús y sus oraciones. Normalmente rezaba sólo a Jesús y no al Padre ni al Espíritu Santo, pero ahora inicié a rezar también a ellos. Aprendí todas las oraciones que ya me había olvidado. Inicié con mi oración cotidiana a Jesús, así como me había enseñado sor Margaret en el albergue. Aprendí lo que estaba admitido y lo que no para la religión católica. Construí de nuevo mi fe en Dios y ahora no sólo rezo cuando necesito algo, sino también para estar cerca de Él y trato de escuchar su voluntad para mi vida. El curso RCIA me ayudó mucho para ser una mejor persona. Mi animadora  Rose Ma’am está siempre allí para mí, me alienta a dar lo máximo para hacer crecer mi fe y me apoya siempre. Ahora que fui designada y elegida por Dios y mi espera de tantos años llegó a su final, estoy sinceramente emocionada porque estoy a un paso de ser cristiana e iniciar un nuevo recorrido. Esperé con mucha paciencia y con ansia el día de mi bautismo, rezo en todo momento por esto y no veo la hora de gastar el resto de mi vida y de mi ser como una cristiana fiel de Cristo. Te amo. Jesús.