Washington elimina las exenciones sobre el petróleo iraní. El precio del crudo, en su pico máximo

El presidente Trump ha cancelado los waiver que hasta ahora regían sobre ocho naciones y cuya fecha de vencimiento es el 2 de mayo. En respuesta a ello, Teherán amenaza con cerrar el Estrecho de Ormuz. La Casa Blanca está en tratativas con los saudíes y los Emiratos para asegurar un “adecuado aprovisionamiento”. Los efectos de las sanciones sobre la población iraní son cada vez más evidentes.


Teherán (AsiaNews/Agencias) - El presidente de los EEUU, Donald Trump, ha decidido no renovar las exenciones que hasta ahora se concedían a ocho países, para la importación de petróleo iraní. El objetivo de la medida es llevar las importaciones a cero. Es cuanto fue anunciado ayer por la Casa Blanca, subrayando que la terminación de los waiver [las derogaciones al bloqueo, que hasta ahora eran prerrogativas de Grecia, Taiwán, China, India, Turquía, Japón, Corea del Sur e Italia], cuya duración se había establecido en 180 días, está prevista para el próximo 2 de mayo.

El secretario de Estado de los EEUU Mike Pence confirmó que no habrá prórrogas después del primero de mayo y que la administración americana ya está discutiendo con las naciones involucradas para establecer de qué manera renunciar a la importaciones provenientes de Teherán. La respuesta de la cúpula de gobierno de la República islámica no se hizo esperar: afirmó que está dispuesta a cerrar el Estrecho de Ormuz.

En mayo de 2018, el presidente de los EEUU, Donald Trump, ordenó el retiro del acuerdo nuclear (JCPOA) -que había impulsado su predecesor Barack Obama-, introduciendo las sanciones más duras de la historia contra Teherán. Dicha decisión ha provocado una significativa caída en la economía iraní -que ha sido confirmada por estudios del FMI- y un derrumbe en el petróleo, objetivo de la segunda parte de las sanciones, que entraron en vigor el 4 de noviembre del año pasado. Una línea dura, pese a que la República islámica continúa manteniéndose fiel a los compromisos asumidos en el marco del acuerdo en materia nuclear, según fue certificado por los expertos de la AIEA.

La Casa Blanca informa que lleva adelante intensos coloquios con Arabia Saudita y con los Emiratos Árabes Unidos para asegurar un “adecuado aprovisionamiento” en los mercados. Sin embargo, los primeros efectos de la medida ya comienzan a sentirse en el precio del petróleo, que ha trepado al máximo de los últimos meses: el Brent ha ganado un 3,21%, llegando a 74,28 dólares por barril; en los Estados Unidos, el crudo ha tocado los 65,92 dólares por barril, el máximo valor registrado desde octubre del año pasado.

La medida de la administración de los EEUU ha dado lugar a durísimas críticas por parte de China. En un comunicado, el vocero del ministerio de Relaciones Exteriores de Beijing, Geng Shuang, expresa su contrariedad “ante las sanciones unilaterales y ante la vastedad del alcance la medida”. Los acuerdos sellados con Irán, agrega, son “razonable y legítimos”.

Las exportaciones de petróleo iraní se han derrumbado, cayendo a menos de un millón de barriles por día, en comparación a los 2,5 millones de la época anterior a las sanciones. El objetivo de Washington es aniquilar un sector que, hasta ahora, aseguraba una entrada anual de cuando menos 50 millardos en las arcas de la República islámica. Los expertos en el tema advierten que la decisión arriesga impactar sobre todo en el sector más débil de la sociedad iraní, que ya ha registrado una caída significativa en la calidad de vida.  Irán entró en una recesión en el 2018, y para el 2019 se estima que el Producto Interno Bruto caerá nuevamente a un 3,6%. De hecho, quien paga las cuentas es la población, arrollada por el peso de la crisis, en un conflicto que no puede controlar.

El efecto de las sanciones, según explica un comerciante de Teherán, se ve en las tiendas y los mercados, donde “la gente es cada vez más pobre y no tiene dinero” ni siquiera para comprar los artículos de primera necesidad. Sus palabras reciben el eco de un empresario, que teme por su trabajo: “Hemos tenido que despedir empleados”, incluso a jóvenes de entre 25 y 35 años, cuya esperanza “se diluye cada vez más”.