Sri Lanka de luto: los fieles lloran a sus muertos (Foto)
de Melani Manel Perera

Hoy el país se detuvo por 3 minutos en recuerdo de los muertos de los estragos de Pascua. Católicos bajo shock. Los familiares buscan a los parientes desaparecidos con las fotos de los album de familia. Persiste la amenaza de nuevos atentados.

 


Katuwapitiya (AsiaNews) – “¿Cómo fue posible que sucediese toda esta tragedia?”. Es cuánto se preguntan los habitantes de Katuwapitiya, barrio de Negombo, donde el domingo de Pascua una bomba explotó en la iglesia de S. Sebastián y provocó decenas de víctimas. Mientras tanto el saldo de los atentados de hace 2 días continúa aumentando: según las últimas actualizaciones, son al menos 310 las personas fallecidas en las detonaciones en 3 iglesias y 3 grandes hoteles de Colombo. Hoy en la isla es luto nacional y todo el país se detuvo por 3 minutos de las 8,30, en recuerdo de aquellos que son definidos “los mártires de Sri Lanka”. Crece la hipótesis que los explosivos hayan sido colocados por una pequeña facción islámica local- si bien ningún grupo reivindicó el estrago en vía oficial. Ayer llegó la firme condena de los musulmanes de la All Ceylon Jamiyyathul Ulama (ACJU). Esta se agrega a las condolencias del Papa Francisco y de los líderes del mundo. A continuación el testimonio de la corresponsal (traducción a cargo de AsiaNews).

Todo el pueblo de Katuwapitiya está en lágrimas. Las calles y las casas están decoradas con banderas blancas y estandartes, en señal de luto. Aquí surge la iglesia de S. Sebastián. Cada tanto suena la campana de la iglesia para rendir homenaje a aquellos que fallecieron. El p. Sanjeewa Appuhamy, vicario parroquial, cuenta que aquellos “que fallecieron” son los “difuntos que ahora se encuentran con el Padre celestial”.

A AsiaNews, el p. Sanjeewa, vicario de la parroquia de Katuwapitiya, cuenta: “Después de la misa estábamos escuchando el discurso de agradecimiento del Consejo parroquial. Imprevistamente hemos oído un gran ruido y luego una explosión. Lamentablemente en un segundo hemos perdido a muchos parroquianos. Es una tragedia. La gran pregunta es ¿por qué las personas realizan un gesto tan cruel contra otras personas?”.

En este momento, continúa, “en cambio de preguntarse ‘¿Dónde está Dios?’, deberíamos preguntarnos a nosotros mismos: ‘¿Qué hemos hecho para tener tal similar tragedia?’. Tenemos que pensar qué debemos hacer para que tales eventos no sucedan en nuestra sociedad. Somos cristianos y debemos examinar a esta tragedia en manera paciente, sin acusar a ninguno”.

Nimal Perera, que vive cerca de la iglesia, narra: “Estábamos esperando unirnos a la procesión por Cristo Resucitado que se realiza después de la misa y se desarrolla por la parroquia y el pueblo. Pero, en un cierto momento hemos sentido un fuerte ruido que venía de un lado de la iglesia y pensamos que se trataba de un petardo especial, dado que normalmente en las festividades cristianas se usan varios tipos de petardos”.

“Luego vi a mi yerno-dice-que corría de atrás para adelante gritando: ‘Oh, Dios mío, es una bomba’. No sé cuántos lograron salvarse. Nosotros habíamos asistido a la misa de la vigilia porque mi nieta me lo pidió. O si no hubiésemos ido a la misa de esta mañana”. Luego invoca: “¡Oh, Dios, asístenos y danos la fuerza para soportar el profundo dolor de nuestros parroquianos”.

Kumara Cherchill Karunarathna, un hombre de mediana edad, no logra dejar de llorar mientras coloca un ramo de flores en la entrada principal de la iglesia de Katuwapitya. “Ningún miembro de mi familia murió”, cuenta. “No tenemos confianza en este gobierno ni en la Corte suprema o en los parlamentarios. tenemos sólo a nuestro Dios, al cual le pedimos cualquier cosa cuando venimos a la iglesia. Ahora hasta esta posibilidad disminuyó a causa de este horrible acto. ¿Quiénes son los asesinos que matan católicos inocentes y atacan a las iglesias?”.

Kumara continúa: “Cada mañana, antes de llevar a mis 3 hijos a la escuela, voy a la iglesia y rezo un minuto. Luego los acompaño a las clases. Algunas personas que antes encontraba ya no están más. El dolor es demasiado grande para soportarlo. Colocan flores para los difuntos, para (mostrar) a ellos nuestro amor. ¿Cómo podemos vigilar a nuestros hijos cuando suceden tales cosas?”.

Desde ayer por la tarde los parroquianos y gente del lugar vienen unos cuantos a la vez a la iglesia con pocas esperanzas por sus parientes desaparecidos en la tragedia.

El portón de la iglesia permanece cerrado, excepto para los sacerdotes. Ministros, diputados y funcionarios de gobierno tienen la obligación de investigar entran a la iglesia que quedó dañada en modo grave (y hablan) con los encargados de la limpieza y los medios.

Mientras tanto inician las discusiones entre la víctimas y las fuerzas de seguridad que están de servicio. Un pareja anciana que están vestidos de negro y blanco, implora: “Por favor, déjennos entrar y mirar (las filmaciones) de la telecámaras de vigilancia en la residencia de la misión porque el automóvil de nuestra hermana está estacionado en la parte de atrás, pero de ella y sus 2 hijos no hay huellas. Fuimos a todos los hospitales de Negombo, Colombo, Kalubowila y Gmpah, pero no los hemos encontrado. Al final vinimos aquí para poder ver las imágenes de las telecámaras, para tener al menos un indicio”.

Otro señor dice: “Habíamos programado ir a almorzar afuera después de la misa pascual, pero todos nuestros sueños se rompieron. Mi hermano mayor y sus dos hijas murieron en la explosión. Nosotros nos salvamos porque fuimos a la celebración de la noche anterior. ¿Qué tenemos que hacer” No lo sabemos”.

La señora Thivanka y su tía miran llorando las filmaciones del video de vigilancia en la residencia de la misión. La tía muestra un álbum de familia y dice: “Estamos buscando a mi hermano. Él y su esposa estaban juntos en la misa. hemos encontrado el cuerpo sin vida de mi hermana, lleno de heridas, pero nada se encuentra de mi hermano (el tío de Thivanka). Nadie sabe nada sobre él, si bien hemos preguntado en varios hospitales”.

Ayer, diversos monjes budistas han visitado la iglesia y hablaron con el profesor Induragare Dhammarathana Thero. “Lamentamos mucho por este despiadado acto de terrorismo- dicen-. No podemos quedarnos satisfechos con el solo dar nuestras condolencias o condenar este obsceno acto de violencia. Debemos encontrar un remedio para detener los peligros. La amenaza y el riesgo no terminaron porque hemos tenido noticias de la existencia de otros terroristas suicidas. ¿Dónde están? ¿Por qué han liberado a algunos culpables relacionados con estos incidentes? No llegó aún la finalización. las autoridades deben realizar todas las acciones necesarias para detener las amenazas”.