Papa: El Espíritu nos guía, a nosotros y a la Iglesia, hacia la misión de Cristo

En el Regina Caeli, Francisco comenta el Evangelio del día, centrado sobre el Paráclito: “Para realizar la misión que Dios nos ha confiado en la Iglesia no puede permanecer estática. Se trata de liberarse de las ataduras mundanas representadas por nuestros modos de ver, por nuestras estrategias, que a menudo hacen pesado el camino de la fe y a ponernos en una dócil escucha de la Palabra del Señor”.

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La tarea del Espíritu Santo “es la de hacernos recordar, o sea de hacernos comprender en plenitud e inducir a actuar concretamente las enseñanzas de Jesús. Y justamente ésta es también la misión de la Iglesia, que la realiza a través de un preciso estilo de vida, caracterizado por algunas exigencias: la fe en el Señor y la observancia de su Palabra; la docilidad a la acción del Espíritu, que hace continuamente vivo y presente al Señor Resucitado; la acogida de su paz y el testimonio rendido a ella con una actitud de apertura y de encuentro con el otro”. Lo dijo el Papa Francisco hoy en ocasión de la recitación de la oración mariana del Regina Caeli.

El pontífice comenta el Evangelio de hoy, un pasaje del discurso que Jesús dirigió a los Apóstoles en la Última Cena. Él habla de la obra del Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo lo que yo os he dicho”.

Jesús, dice el Papa, ve acercarse la cruz pero quiere “asegurar a los Apóstoles que no permanecerán solos: con ellos estará siempre el Espíritu Santo, el Paráclito, que los sostendrá en la misión de llevar el Evangelio a todo el mundo”.

En la lengua original griega, agrega Francisco, ‘el término Paráclito’ significa Aquel que se pone al lado, para sostener y consolar. ¿En qué consiste la misión del Espíritu Santo que Jesús promete como un don? Lo dice él mismo: “Él os enseñará todo y os recordará todo lo que les he dicho”. En el curso de su vida terrena, Jesús ya transmitió todo lo que quería confiar a los Apóstoles: llevó a cumplimiento la Revelación divina, o sea todo lo que el Padre quería decir a la humanidad con la encarnación del Hijo”.

Por lo tanto, la tarea del Espíritu Santo, “es el de hacer recordar, esto es hacer comprender en plenitud e inducir a actuar concretamente las enseñanzas de Jesús. Es justamente ésta y que es también la misión de la Iglesia, que la realiza a través de un preciso estilo de vida, caracterizado por algunas exigencias: la fe en el Señor y la observancia de su Palabra; la docilidad a la acción del Espíritu, que hace continuamente vivo y presente al Señor Resucitado, la acogida de su paz y el testimonio rendido a ella con una actitud de apertura y de encuentro con el otro”.

Para realizar todo esto, concluye Francisco, “la Iglesia no puede permanecer estática. Se trata de liberarse de las ataduras mundanas representadas por nuestros puntos de vista, por nuestras estrategias, por nuestros objetivos que a menudo hacen pesado el camino de la fe y a ponernos en dócil escucha de la Palabra del Señor. Así es el Espíritu de Dios que nos guía y guía a la Iglesia, para que de ella resplandezca el auténtico rostro, bello y luminoso, deseado por Cristo”.