Tokyo, fuga de la sociedad: los 'Hikikomori' acaparan la escena de la crónica negra

El término japonés indica cuántos eligen retirarse de la vida social. En el país son al menos cerca de 613 mil en edad comprendida entre los 40 y 65 años, 540 mil entre los 15 y los 39. Misionero PIME: “En Japón, crear o vivir incómodo lleva a grandes complejos interiores”.

 


Tokio (AsiaNews)- Ex embajador mata al hijo de 44 años durante un altercado; un hombre de 51 años agrede a cuchilladas a 19 entre padres y alumnas de una escuela primaria y mata a 2 personas, antes de quitarse la vida. Los últimos episodios de reportes de crímenes sucedidos en el país trastorna a la sociedad japonesa una vez al frente el fenómeno de los hikikomori. Este es el término japonés para indicar cuantos eligen retirarse de la vida social por largos períodos (de años o meses), buscando niveles extremos de aislamiento y confinamiento.

El pasado 1 de junio, la policía de Tokio arrestó a Hideaki Kumazawa, de 76 años, que fue embajador japonés en la República Checa y ex alto funcionario del ministerio de la Agricultura. Después de la enésima pelea familiar, Kumazawa mató a su hijo Eiichiro, que desde hace tiempo vivía recluido en su casa y había desarrollado comportamientos agresivos contra los padres. El homicidio se realizó algunos días después del ataque a cuchilladas de masa sucedido el 28 de mayo dentro de una  escuela católica en Tama, barrio de Kawasaki (prefectura de Kanagawa). Las investigaciones sobre el caso están todavía en curso y los investigadores se están concentrando sobre la salud mental de la agresión, Ryuichi Iwasaki.

Según las últimas estadísticas, en Japón viven cerca de 613 mil hikikomori en una edad comprendida entre los 40 y 64 años. A éstos se agregan otros 540 mil, pertenecientes a la faja de edad de 15-39 años. Tal fenómeno está relacionado “a particulares dinámicas sociales que caracterizan a la sociedad japonesa”. Lo declara a AsiaNews el p. Andrea Lembo, superior regional del Pontificio Instituto Misiones Extranjeras (PIME) en Japón. El sacerdote de 45 años desarrolla su obra misionera en el país del Sol Naciente desde el año 2009. Entre los frentes misioneros que ven comprometido al sacerdote está el frente del diálogo interreligioso, pero sobre todo el cuidado pastoral de los jóvenes.

“La sociedad japonesa- explica el p. Lembo- es muy competitiva, proyectada hacia la producción. Cuando jóvenes o personas de media edad salen de estos esquemas, a menudo buscan caminos alternativos. A veces, éstos llevan a escapatorias que terminan en patologías como los hikikomori. Más allá de los factores sociales, el fenómeno de los hikikomori está relacionado también con la constitución antropológica del individuo japonés: crear o vivir incómodo lleva a grandes complejos interiores. Por esto, las personas máas frágiles prefieren alienarse”.

A través de su compromiso en el campo de los jóvenes, el misionero PIME pudo conocer las historias de personas que lograron rescatarse de la desesperación. “Nuestro trabajo pastoral- prosigue el p. Lembo- nos hace al mismo tiempo operadores sociales, con particular atención al cuidado del vivir común. Hemos asistido a recorridos que de estas problemáticas han conducido a los hikikomori al descubrimiento de la fe en Cristo. Normalmente estos inician en el encuentro con una persona ya cristiana. A la amistad sigue un personal camino de fe que puede durar 1,2, o 3 años. Estas experiencias son frecuentes”.
El ser hikikomori- concluye el p. Lembo- es una inclinación de la persona. La mayor parte de cuantos logran vencer esta condición, deberán hacer las cuentas con ella por el resto de sus vidas. En cambio para otros, se trata sólo de una estado de ánimo momentáneo, consecuencia de un particular fracaso escolar, laboral o relacional. Conociendo el cristianismo y con la ayuda de la comunidad logran luego no recaer. Sin embargo, es difícil ofrecer un cuadro general: muy dependiente del solo individuo o persona”.