En el Norte de Siria hay 65 malasios y “varios cientos” de indonesios. Antes de que Ankara invadiera el territorio, los kurdos contaban con 400 hombres para vigilar a 12.000 milicianos. A éstos se suman cerca de 70.000 familiares. Hace dos días, 800 parientes huyeron de un campo de refugiados.
Yakarta (AsiaNews) – La ofensiva lanzada por las fuerzas armadas turcas en el noreste de Siria también despierta temores en Malasia e Indonesia. Lo que preocupa a Kuala Lumpur y Yakarta es, sobre todo, el destino de cientos de ciudadanos que partieron para unirse al estado Islámico (EI) y ahora se encuentran en las prisiones kurdas. Las agencias de inteligencia de los dos países con población mayoritaria islámica denuncian el riesgo de que muchos de estos milicianos puedan regresar a la patria, engrosando las filas de los movimientos islamistas ya presentes en el sudeste asiático. Según se estima, en el norte de Siria hay 65 malasios y “varios cientos” de indonesios.
Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) – una alianza árabe-kurda, protagonista de la lucha contra el EI [Estado Islámico, ex ISIS, ndt] – combaten codo a codo con los soldados del presidente sirio, Bashar al-Assad, para repeler el avance turco. Antes de la invasión de Ankara, los milicianos kurdos de las YPG (Unidades de Protección Popular) disponían de apenas 400 hombres para vigilar a 12.000 islamistas detenidos. El número podría reducirse a medida que se intensifican los enfrentamientos. Además de los combatientes del EI en prisión, las YPG vigilan a casi 70.000 personas, familiares de los milicianos. Hace dos días, las autoridades kurdas informaron que unos 800 parientes de miembros extranjeros del EI huyeron de un campo de refugiados.
Tanto en Malasia como en Indonesia, los funcionarios del área de Seguridad sospechan que los yihadistas podría regresar al país sin ser descubiertos. Ayob Khan Mydin Pitchay, responsable de la División antiterrorismo de la policía de Kuala Lumpur, sostiene: “Existe la posibilidad de que huyan y vayan a un tercer país o que regresen a Malasia. Si vuelven a la patria, es muy probable que se dediquen a reclutar nuevos miembros y cometan atentados”. “De los 65 malasios [que se encuentran en el norte de Siria] – prosigue –, 11 son combatientes del EI y se encuentran en prisión”.
El funcionario agrega que 40 personas del grupo – entre ellos, mujeres y milicianos – han declarado que desean volver a casa. Ayob explica que hasta hoy, 11 malasios fueron repatriados. Ocho de ellos – todos hombres – fueron procesados y condenados por actividades vinculadas al terrorismo. Mientras que países como los Estados Unidos y el Reino Unido se niegan a acoger ciudadanos que partieron para la yihad en Siria, Malasia los acepta con cautela. La oferta de repatriarse prevé condiciones: a su regreso, deben someterse a interrogatorios y a un programa de des-radicalización. “Los últimos combates harán que sea mucho más difícil repatriar a nuestros ciudadanos”, concluye Ayob.
Tras en anonimato, un alto funcionario indonesio del área de Antiterrorismo informa al South China Morning Post que cientos de sus conciudadanos se han dirigido al Oriente Medio. Entre ellos, también mujeres y niños. “Si regresan por las vías legales – afirma la fuente –, para nosotros será muy difícil detectarlos. Con su llegada al país, las redes terroristas locales podrían revitalizarse”. Hace dos años, Yakarta repatrió a 18 ciudadanos y los sometió a un breve programa de des-radicalización. Tres fueron procesados por terrorismo. El gobierno indonesio está evaluando cómo gestionar mejor la cuestión de los repatriados miembros del EI.
En los últimos días, en Indonesia volvió a ocupar la escena la conocida formación islamista Jamaah Ansharut Daulah (JAD), vinculada al EI y ejecutora del frustrado atentado contra el Gral. Wiranto, ministro coordinador de Asuntos Políticos, Legales y de Seguridad. El ataque fue planeado por una célula del JAD que funcionaba en Bekasi. Un hecho que demuestra la capacidad operativa del grupo terrorista es la reciente conversión de una policía, que fue indoctrinada para perpetrar un atentado suicida y masacrar a sus colegas de la fuerza. Su nombre es Nesti Ode Sami, más conocida como Rini, y es oriunda de las Islas Molucas del Norte. Fue arrestada en mayo del 2019 en Surabaya (Java Oriental) y enviada a las Molucas del Norte para someterse a un programa de reeducación. Sin embargo, ella fue nuevamente detenida por las autoridades de Yogyakarta, a fines del mes pasado. El Gral. Dedi Prasetyo, vocero de la Policía Nacional, declaró que la mujer fue despedida.
(Colaboró en esta nota: Mathias Hariyadi).