Mujer china kazaja escapa de los campos de Xinjiang: ‘No quiero volver a las torturas’

Gulzire Awulqanqizi documentó la represión que Beijing lleva adelante en los centros de detención para musulmanes. Para China, los fieles del islam son “peligrosos terroristas”; de esta forma, dicen los activistas, se justifica la detención de cuando menos un millón de personas. La mujer exiliada fue obligada a fabricar guantes y a comer carne de cerdo, prohibida por la tradición islámica.


Nursultán (AsiaNews/Agencias) – No “quiero volver a ser perseguida, detenida y torturada”: es el grito de Gulzire Awulqanqizi, una mujer china de etnia kazaja que logró escapar y llegar a Kazajistán, luego de pasar un año en los campos de detención de la Región Autónoma china de Xinjiang. Hace algunos días, la mujer difundió un vídeo de denuncia en Internet, en el cual acusa a las autoridades de Nursultán de querer deportarla a China, por las presiones ejercidas por Beijing, entregándola nuevamente en manos de sus verdugos.  

Awulqanqizi fue encerrada en el campo de reclusión de Dongmehle, en la prefectura autónoma kazaja de Ili, situado en la ciudad de Yining, desde julio del 2017 hasta octubre del 2018. En los últimos tres meses de detención, las autoridades carcelarias la obligaron a trabajar en una fábrica de guantes ubicada dentro del campo. Luego de escapar en diciembre del 2018, ella contó que tanto ella como los demás detenidos eran obligados a consumir carne de cerdo, prohibida por su tradición religiosa islámica. 

En la filmación, la mujer cuenta que fuentes anónimas le han hecho saber que su nombre figura en la lista de personas cuya deportación a China está siendo reclamada a las autoridades kazajas. Luego agrega que por el momento no ha recibido ninguna comunicación oficial de Nur-Sultan. “Estoy en peligro de ser repatriada por la fuerza – dice – y es posible que me envíen de vuelta a China a principios del 2020”. 

Un funcionario kazajo de apellido Guljan considera que las preocupaciones de Awulqanqizi son fundadas, “porque ella ha logrado llamar la atención sobre los campos de Xinjiang. Fue una de las primeras en revelar muchos detalles a los medios internacionales”. La mujer tiene la residencia kazaja y en el 2019 presentó en reiteradas oportunidades la solicitud de ciudadanía, pero ésta fue rechazada.  

En la región china del Xinjiang, los kazajos representan el segundo grupo étnico más numeroso después de los uigures. El territorio autónomo aloja un número considerable de kirguisos, tayikos y huis. Para todas estas minorías étnicas, la religión predominante es el islam. Beijing las acusa de separatismo y terrorismo, justificando así una feroz política de control militar

En más de una oportunidad, la ONU ha solicitado visitar el territorio de Xinjiang para verificar los abusos contra los detenidos, en particular, contra los uigures. China es acusada de mantener encerrados a cuando menos un millón de uigures contra su voluntad, para ser sometidos a un lavado de cerebro y debilitar su apego a las creencias islámicas, por considerar que el islam es una “radicalización”. Para desmentir los testimonios de muchos sobrevivientes, el Partido Comunista siempre ha sostenido que estos campos no son más que “centros de formación profesional”