Exiliados norcoreanos en el Sur: un ‘task force’ para sostenerlos

Una larga historia de marginación social y desconfianza por parte de los surcoreanos ha terminado relegando a los refugiados que escapan del régimen de Pyongyang a los sectores más bajos de la población. A partir de julio del año pasado, luego de la muerte de una madre del Norte y de su hija de 6 años, fallecidas por el hambre en una ciudad tan rica como Seúl, el gobierno decidió intervenir.


Seúl (AsiaNews/Agencias) – Más de 550 refugiados norcoreanos que viven actualmente en Corea del Sur se encuentran atravesando una crisis, ya sea de tipo económico o social. Es la conclusión que arroja la labor de un task force creado por el Ministerio de Unificación surcoreano, que monitorea la situación de las personas que llegaron al país huyendo del régimen comunista de Pyongyang. 

En este momento hay más de 31.000 norcoreanos viviendo al otro lado de la frontera. Una larga historia de marginación social y desconfianza por parte de los surcoreanos ha terminado relegando a estas personas a los sectores más bajos de la población. Sin embargo, a partir de julio del año pasado, después de la muerte de una madre del Norte y de su hija de 6 años, ambas fallecidas por el hambre en una ciudad tan rica como Seúl, el gobierno ha decidido intervenir. 

Según los datos recogidos, el 1,7% de los refugiados vive por debajo de los estándares definidos como aceptables. Se trata de personas que no encuentran empleo y que – luego de un período de subsistencia, garantizado por el gobierno - no logran llegar a fin de mes. Hace tiempo que la Iglesia católica y las demás religiones del país llevan adelante programas especiales destinados a sostenerlos, pero no siempre logran encontrarlos. Ocurre que por miedo, los refugiados del Norte suelen vivir ocultos. 

Según la Fundación estatal Korea Hana, al menos 553 personas necesitan urgentemente de un sostén económico para sobrevivir. Es por ello que en forma conjunta con las municipalidades locales, la Fundación ha lanzado un plan para pagar las cuentas más urgentes  – alimentos y electricidad – y visitar regularmente a estas personas, de modo de poder monitorear de cerca la situación en que se encuentran.