Elecciones en Irán: para Khameni, votar es un deber religioso; activistas llaman a la abstención

La guía religiosa define la participación en las urnas como una forma de "fortalecer la nación" en la "batalla contra los enemigos". La oposición y la sociedad civil, excluidas de la candidatura, pide un boicot a la ronda electoral. En el fondo están los problemas no resueltos, desde la economía hasta el choque con los EE.UU.


Teherán (AsiaNews) - Ir a las urnas y votar en las próximas elecciones parlamentarias, previstas para el 21 de febrero, es un "deber" impuesto por la "fe" y se aplica a toda la población. El líder supremo iraní, el gran ayatolá Ali Jamenei, utiliza la clave de la religión para empujar a la población a las urnas, mientras que los llamamientos al boicot se multiplican en muchos sectores, especialmente entre los moderados y los reformistas, además del mundo del activismo por los derechos y la libertad.

"Hoy el voto - dijo el más alto cargo de la República Islámica - no sólo es una responsabilidad revolucionaria y nacional, sino también un deber religioso". Las elecciones, añadió, son una forma de fortalecer la nación [...] un Parlamento débil tendrá efectos a largo plazo [también] en la batalla contra nuestros enemigos". El voto, concluyó el líder religioso y político de la República Islámica, "neutralizará las malas intenciones de los Estados Unidos [...] el voto es una fuente de prestigio" para el país.

En realidad, la ronda electoral parece ya marcada, debido al elevado número de candidatos rechazados (casi 7.000) en el frente moderado y reformista. Además, no influirá en las decisiones sobre política exterior o sobre energía nuclear, que son prerrogativa casi exclusiva de Khamenei. Sin embargo, si los conservadores y los de línea dura toman el mando del Majlis esto será una dificultad más para el presidente iraní, el moderado Hassan Rouhani, que estará sujeto a más presión del círculo de la dirección suprema.

Relegados a los márgenes del desafío, los opositores de los líderes religiosos y teocráticos están relanzando los llamados al boicot del voto, subrayando que no tiene ningún elemento democrático y sólo sirven para fortalecer la imagen del poder. Así pues, una baja participación parece emerger como la (única y última) arma para oponerse al liderazgo de la República Islámica, especialmente en los círculos conservadores que esperan una victoria que parece obvia.

En un mensaje lanzado desde su celular, y publicado en la página de Facebook de su esposo, el activista de derechos civiles Narges Mohammadi dice que un boicot es la única forma pacífica de expresar la disidencia, debido a que las manifestaciones ya no están permitidas. "Debemos levantarnos -subraya la mujer, condenada a 10 años por "fundar un grupo ilegal"- de la manera más civilizada posible y lanzar una fuerte campaña de boicot en respuesta a las políticas represivas del gobierno.

En el fondo quedan los problemas no resueltos del país: el enfrentamiento frontal con los Estados Unidos, las dificultades económicas y las recientes protestas reprimidas por la fuerza, la última de las cuales fue desencadenada por la tragedia aérea sobre los cielos de Teherán a principios de año. Los ciudadanos parecen estar marcados por una serie de crisis que han reducido, y en gran medida, las esperanzas de una vida mejor cultivadas en los últimos años, especialmente tras la elección de una figura moderada a la presidencia. “Mi esperanza – subraya a Reuters desde el anonimato un médico de Teherán, a cuya clínica se le dificulta encontrar medicamentos a causa de las sanciones de Estados Unidos - era que la situación mejorara cuando votaba en el pasado. Hoy se han cruzado todas las líneas rojas" y la situación es dramática, tanto que "no tengo esperanzas y ciertamente no iré a votar".